Este gobierno tramposo consciente de su debilidad en legalidad de origen y mucho más de permanencia, actúa como el bandido solapado y en la penumbra. El proceso de promulgación o reforma de le leyes debe ir acompañado de una profunda revisión por parte de los órganos independientes con la suficiente capacidad para determinar su procedencia y aplicabilidad, de igual forma pasar por el proceso de consulta popular. En los bellos años de mi juventud en la facultad de derecho, cada vez que se anunciaba una promulgación o reforma de leyes por parte del gobierno, los profesores nos encomendaban la obtención de los proyectos o anteproyectos de los mismos, con lo que copábamos la biblioteca y sala de prensa del Congreso Nacional para obtener un legajo de fotocopias (no había internet ni archivos digitales) con las cuales se realizaba en las materias de derecho público sus análisis y recomendaciones que luego se elevaban al órgano legislativo para su consideración, asimismo lo hacia La Academia de Ciencias Políticas y Sociales, La Federación y Colegios de Abogados, Las Asambleas Legislativas de los Estados y hasta la Sociedad Civil que promovía talleres y foros para su discusión. Algunas veces con placer se recogían las recomendaciones realizadas, otras ni siquiera se tomaban en cuenta, pero la sociedad se sentía parte de ese proceso tan importante como lo es la participación popular en el proceso formativo y reformatorio de las leyes. En la actualidad en Venezuela quienes aún nos importa los aconteceres del día a día y todavía nos atrevemos a dar gritos de loco en el desierto advirtiendo las barbaridades del gobierno, nos sentimos jugando Jumanji sin saber cómo ni cuándo la vieja consola de videojuegos nos absorberá con su luz verde y nos pondrá en un sitio inverosímil de donde debemos salir. La reciente reforma de la Ley de Registros y Notarías tan ilegal como la adscripción de estos organismos a la Vicepresidencia de la República que históricamente por la Ley de Administración Central y Descentralización era dependencia del Ministerio del Interior, les da una mortal puñalada al escaso desarrollo económico e inmobiliario que se mantenía en el país. Los ficticios indicadores económicos que tienen al gobierno brincando en una pata, donde juran por un puñado de cruces haber frenado el proceso hiperinflacionario con el que batimos record mundial histórico por encima de países africanos en épocas de hambruna, sólo se debe a una constante inyección de dólares por parte del BCV a la economía para contener su alza, sumado a la presencia de más de 6 millones de compatriotas fuera de las fronteras que con sus remesas mueven la alicaída economía y la reinvención de los que quedamos para obtener recursos que nos permiten sobrevivir. No hay ningún indicador de carácter estable como generación de empleos, macro proyectos de inversión o créditos de la banca internacional. Estamos como el borracho que se siente rico por haberse encontrado un billete en la calle. La reforma de la referida ley sólo persigue exprimir al exiguo porcentaje de Venezolanos que queda produciendo, al compatriota que está vendiendo su casa o apartamento para emigrar, al comerciante que vende las acciones de sus empresas antes de quebrarlas, al venezolano de a pie que aun respeta los procedimientos legales, la otra gran mayoría sigue viviendo en este mundo de anarquía con negocios ilegales, sin patentes ni permisos, con una mesa de plástico en cualquier acera o un toldo de lona en cualquier terreno baldío vendiendo carnes sin permiso sanitario, verduras y legumbres, mercancía seca, ropa usada, repuestos y cuanta se pueda comerciar, preparado para pagar el “peaje o coima” a los funcionarios que periódicamente te inspeccionan y te permiten comerciar viendo para otro lado, porque esos son parte de sus ingresos adicionales con los que redondear sus sueldos de 3 dólares mensuales, como la serpiente que se come asimismo atraída por su propia cola, de la misma forma los venezolanos tenemos nuestra propia guerra, tratando de sobrevivir comiéndonos entre nosotros mismos y el gobierno esperando que engordemos para comernos más robustos. Nos son leyes, son asalto a las escasas gotas de leche que quedan en las ubres secas de esta vaca famélica llamada Venezuela. Seguiremos conversando. [email protected]