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Los comunistas y la táctica del salami | por Diana Gámez

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Mátyas Rákosi, hijo de carnicero, no tuvo que exprimir sus neuronas para trasladar aquella técnica destazadora a la política de la degollina, a la que se aficionó desde el poder

A mi amigo Carlos Alembert

Supe de la táctica del salami por un artículo de la escritora española Alicia Delibes publicado en Libertad Digital. Lo leí por curiosidad, porque pensé que se trataba del culposo pero delicioso mundo de la charcutería. Pero no. Abordaba una aberración asociada a los mecanismos que los comunistas han desarrollado para deshacerse de quienes convierten en enemigos y acabar con ellos, sin que les quedara nada por dentro. Cuenta Delibes que al finalizar la II Guerra Mundial el ejército rojo ocupó Hungría, y como es fácil suponer, los nacionales rechazaron aquella violenta acción colonial-militar, por lo que el Kremlin engendró “una nueva democracia” para ese país de Europa del este.

La Segunda Guerra Mundial finalizó los primeros días de mayo de 1945, y ya en noviembre de ese mismo año se organizaron “elecciones libres” en Hungría. Controladas por una comisión aliada, a cuya cabeza estuvo el mariscal ruso Voroshilov. Participaron organizaciones que durante la guerra formaron el Frente Nacional de Independencia: comunistas, socialdemócratas, el partido de los Pequeños Propietarios y el de Los Campesinos. El partido comunista, dirigido por un súbdito de Stalin, obtuvo el 17% y la mayoría, el 57%, fue para el partido de los Pequeños Propietarios.

Aquello no podía ser tolerado por los camaradas, por lo que Mátyas Rákosi puso en marcha su táctica del salami, en forma de caza de brujas en contra del partido de los Pequeños Propietarios. Uno a uno sus dirigentes más relevantes fueron expulsados y sometidos a la rebanadora comunista. En 1947 este partido sólo obtuvo el 15% de los votos.

En 1948 los comunistas obligaron a los socialdemócratas, sus aliados, a fusionarse en el Partido Obrero, y en 1949 Hungría se transformó en una República Popular, presidida por Rákosi y sometida al brutal y omnímodo poder de Stalin. Luego le tocó el turno al propio Partido Comunista Húngaro, pues algunos de sus líderes -muy populares y respetados- le hacían sombra a Rákosi.

Momento y motivo para enchufar la rebanadora contra Lazlo Rajk y otros dirigentes, acusados de espionaje. En menos de lo que canta un gallo fueron encarcelados y sometidos a juicios amañados. Los imputados se autoinculparon bajo engaños y presiones -como siempre ocurrió con las diabólicas y criminales purgas estalinistas- que acabaron con la vida de tantos inocentes. En este caso, como de costumbre, todos fueron ejecutados.

Rákosi, hijo de carnicero, sabía de rebanadoras y de lonjas porque eran su especialidad desde su más tierna infancia. Lo practicó miles de veces en el negocio familiar, con enormes piezas de todo tipo de embutidos. Esas que se cortan rodaja a rodaja y cuyo grosor puede regularse en función de los intereses de la clientela. Rákosi no tuvo que exprimir sus neuronas para trasladar aquella técnica destazadora a la política de la degollina, a la que se aficionó desde el poder. “Sólo hacía falta detectar a los distintos grupos de poder que se formaban en los partidos, después era cuestión de carecer de escrúpulos para ir cortando, una a una, las rodajas-cabezas de sus líderes” (Alicia Delibes).

La perversión de Rákosi y lo que hizo famosa su estrategia fue su anunciado propósito de limpiar al Partido Comunista Húngaro (PCH) de los enemigos de Stalin.

Esto es sólo un fragmento de la historia de los 45 años que sufrió Hungría bajo la tiranía soviética, de 1945 a 1990. Retratada por Duncan Shieler, corresponsal del Daily Mail en Budapest. Este autor inglés recogió la tragedia de los hermanos Rajk, quienes fueron víctimas de Stalin y del comunismo soviético que azotó parte de Europa durante casi todo el siglo XX: de 1917 a 1991.

La “táctica del salami” es poco conocida, pero no resulta extraña en política. En aquélla se usa para eliminar adversarios, enemigos, opositores, rivales, antagonistas y contendientes: esto es cualquier forma y manifestación de disidencia. De suyo, ha sido utilizada desde la antigüedad y se actualiza allí donde irrumpa un dictador, un déspota, un caudillo. Delibes se refiere al paracaidista de Sabaneta como ejemplo reciente en el uso de la táctica del salami. En este caso, utilizada para una fragmentación todavía mayor -al convertir en polvo cósmico- a quienes osaron ser un obstáculo en el camino hacia su encumbramiento absoluto en el poder: única y verdadera motivación de los tiranos. En especial de los comunistas que se apropian de los países hasta que la muerte los separe.

Agridulces 

El circo anticorrupción montó una carpa para el público de galería. En su última función presentaron magos enriquecidos, pero de segunda categoría, ataviados con bragas anaranjadas, con las que lucían sus cuerpos bien tonificados y musculados. Ni barrigones ni obesos, todos iban al gimnasio y se les ve bien nutridos.

Diana Gómez

Tomado de Correo del Caroní