Para el líder, tan importante como cumplir con su función promotora, es propiciar la colaboración entre los integrantes de su red personal, para formar capital social de calidad. Los lazos fuertes y las conexiones redundantes, son características propias de este tipo de redes de colaboración que generan mayores niveles de confianza interpersonal, pero que también exigen de un gran esfuerzo emocional y cognitivo de parte del líder. El resultado es una mayor cohesión social en la red, acompañada de una tendencia a la homofilia (propensión del ser humano a reunirse con quienes comparta similitudes, p.ej., edad, valores, etc.), al conformar grupos o comunidades.
«Mira con los ojos de otro, escucha con los oídos de otro y siente con el corazón de otro». Alfred Adler (1870-1937). Esta conocida frase del médico y psicoterapeuta austríaco, comprende dos conceptos fundamentales: perspectiva y empatía. La primera, se refiere a la capacidad cognitiva del individuo que le permite ver las cosas desde el punto de vista de los otros integrantes de su red personal, mientras que la empatía le ayuda a reconocerlos y operar en el campo emocional de las conexiones multidimensionales que mantiene con esas personas. Tomar perspectiva nos permite conceptualizar situaciones. Sentir empatía es comprender emociones, pensamientos y motivaciones hacia el logro de los objetivos que tienen los integrantes del grupo o comunidad.
Tomar la perspectiva de los demás es una habilidad personal que puede ser desarrollada. Sirve esta destreza para predecir la cantidad de lazos fuertes en nuestra red personal, al establecerse una correlación con la capacidad de interpretar relaciones interpersonales, directas e indirectas, tal como si se tratara de un ajedrez social (King, 2021). Equivale a adelantarse a varias jugadas, en las llamadas partidas simultáneas de ajedrez. Otra característica, resaltante en estos actores sociales, expertos en toma de perspectiva, es la constante observación de las acciones de otros individuos, sean o no integrantes de su red personal. Obviamente, así se construye comunidad.
Daniel Goleman (psicólogo) popularizó el concepto de inteligencia emocional, en 1995. Luego, en la que muchos consideran la segunda parte de su obra inicial, amplía el también ya conocido concepto de inteligencia social (Goleman, 2006), comprendiendo más que cognición social o la habilidad de entender a la gente y cómo esta reacciona a diferentes situaciones sociales. Para Goleman, la empatía es la base de su teoría, como componente primario de la conciencia social o “social awareness”. Muchos autores, inspirados en los conceptos de Goleman, hoy se refieren al capital emocional (empatía) como motor del capital intelectual, en las organizaciones. Todas estas formas de capital, en definitiva, están muy relacionadas: emocional, intelectual y social.
Con la Tecnología Social SAI, es posible detectar el número y la conformación de los grupos y comunidades existentes, en cualquier tipo de red, egocéntrica (personal) o sociocéntrica. Esta funcionalidad de la aplicación resulta muy útil para monitorear y evaluar el crecimiento de la red SAI, la cual puede extenderse geográficamente, sin límites, hasta los lugares más apartados del mundo. Igualmente, una gran diversidad de organizaciones de la sociedad civil podría lograr articularse, en torno a una propuesta de acción conjunta, creando un SAI-Universal. El tamaño de la red SAI tampoco es una limitación, pudiéndose hablar de cientos de millones de individuos, interconectados. Por supuesto, todo tiene un costo, pero la imaginación es el único límite real.
Referencias:
King, M. (2021). Social chemistry: Decoding the patterns of human connection.
Goleman, D. (2006). Social intelligence: The new science of human relationships.
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