Bajo un celestinaje inequívoco y evidente que auspicia el régimen despótico y faraónico –estilo Ramsés II- desde 2016, mediante un seudoproyecto ecocida denominado “Arco Minero del Orinoco” (AMO), que no es otra cosa sino un hampoducto de disidentes Farc y pranes, opresores de nuestras etnias, monitoreado desde La Habana en desafío a los EEUU y CE, de lo que podría derivarse una esclavitud moderna, cuyo riesgo ya es inminente, tal y como lo pronostica Walk Free, en la medida de un 65,9 por ciento, evidenciado bajo los sofismas de soberanía, autonomía propia e independencia absoluta es como el régimen estalinista, de hecho, pretende dominar a un pueblo misérrimo, en pobreza extrema con un récord migratorio sin precedentes en historia alguna, ya próximo a rebasar cerca de más de unos seis millones de connacionales en diáspora, quienes han huido acosados y hasta riesgosamente, de las garras malhadadas de un socialismo siglo XXI, retardatorio, impasible y cruel, cuyo poder lo detenta Nicolás Maduro Moros, usurpador magistral, pretende por sus aspiraciones de reelección permanecer, a la cañona, bajo semejante escarnio tan pernicioso para la vida institucional venezolana.
Y, es así, como en virtud de tal celestineo se realiza una esquilmación progresiva y sostenida de nuestra Orinoquía; extensible inexorablemente, a la Amazonía. El testimonio más reciente y tangible, que apenas representa la punta más indefinida del “iceberg”, que se ha experimentado en la tragedia recién acaecida de la mina ilegal “bulla loca”, La Paragua, municipio Heres del estado Bolívar, cuyo balance oficial inexacto sobremanera, arroja unos 30 decesos ocurre por una supuesta omisión dizque maquinal de las autoridades competentes.
