Home Nacional

La promoción en la creación de capital social. Por José María Rodríguez, Ph.D.

132

Para tener una red de contactos personales más grande que la de un individuo normal, debemos actuar como promotores sociales, en contraposición a los colaboradores o a los intermediadores sociales. Esto significa tener la capacidad de leer a cada persona, individualmente, haciendo de cada conexión un hecho único, dentro de nuestras limitaciones cognitivas, emocionales y de  tiempo. El tamaño promedio de una red personal, integrada por alrededor de 500 individuos, es superable, siempre y cuando se tenga un comportamiento popular adecuado y se haga uso de  una tecnología social apropiada. Podemos extraer una serie de recomendaciones para construir tal red, de la reciente publicación (2021) de la Dra. Marissa King, profesora de Comportamiento Organizacional (Universidad de Yale, EE.UU.). Inicialmente, debe invitarse a la participación.

Para promover la participación en su proyecto, grupo o comunidad, el líder debe tratar de hacer el mayor número posible de conexiones (“lazos débiles”). Esto lo puede lograr, únicamente, si se desplaza a distintos lugares e interactúa en tantos y diferentes escenarios como pueda. Se trata más de a dónde vas que de a quién conoces, según nos indica la autora (King, 2021). La idea es que, ubicándonos en una gran variedad de espacios sociales, estamos aumentando la probabilidad de contactar a personas que pudiesen sernos útiles, verdaderamente, al proyecto (colaboradores). Esa popularidad, inherente al líder, se sustenta en la seguridad en sí mismo que logra transmitir en sus interacciones sociales, contribuyendo de ese modo al tamaño de su red; y, por ende, a la formación de capital social. Es algo que se puede lograr con la práctica.

El antropólogo británico Robin Dunbar (Universidad de Oxford) determinó el número óptimo de personas (150), en un grupo social, para mantener niveles aceptables de productividad. Se trata de individuos con quienes podemos sostener relaciones frecuentes y de alta calidad. El Número Dunbar, como se le conoce universalmente en la literatura científica, ha permitido realizar otro tipo de cálculos interesantes, relacionados con nuestro limitado mundo social: Nuestros mejores amigos, incluyendo algunos familiares (15); los amigos cercanos (35); los conocidos, a quienes tenemos menos de dos años sin ver (500); y, amigos a quienes reconoceríamos de vista (1500).

Lo primero que debe poner en práctica alguien con intenciones de crear una nutrida red personal es aprender a establecer conexiones instantáneas con la gente, en interacciones uno a uno con el mayor número posible de personas y tratando de meterse en la mente de cada una de ellas, con el único propósito de entenderlas mejor (empatía). Saber escuchar. Poder comunicarse. Es así como se inicia el camino hacia la popularidad requerida para transformarse en un promotor, capaz de crear capital social, a través de sus redes interpersonales de contactos directos (lazos débiles únicamente, en un principio) e indirectos (mecanismos de contagio o influencia social).

El tiempo es una de las limitaciones principales, para el desarrollo de actividades que conduzcan a la creación de capital social, porque estas representan, ya sea mantenimiento a los contactos existentes o energía para establecer nuevas relaciones sociales. Tenemos que aprender a crear tiempo, para superar las limitaciones impuestas por la realidad (Número Dunbar), aumentando  la productividad. En ese contexto, la Tecnología Social SAI ofrece una excelente oportunidad, porque organiza el esfuerzo dedicado a proyectos en los cuales uno o más líderes pueden estar creando capital social, en forma eficiente, simultánea y en beneficio individual o de un colectivo.

Referencia:

King, M. (2021). Social chemistry: Decoding the patterns of human connection.

Para descargar la versión más actualizada del libro completo (incluyendo todas las columnas publicadas a la fecha), haz clic en el siguiente enlace: Capital Social, José María Rodríguez, Ph.D.