La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) hizo un enérgico llamado a la participación consciente en las elecciones regionales y locales del próximo domingo, no bajo la óptica de obtener más poder burocrático, sino como «una señal inequívoca de determinación y compromiso con la refundación de la vida, la libertad, la justicia y la paz de 30 millones de personas».

La organización de congrega a Arzobispos y Obispos de la Iglesia Católica venezolana alertó que es necesario «volver a la regionalización» con liderazgos más cercanos a la comunidad, con el objetivo de enfrentar a un «poder hegemónico».

«Lamentablemente y, casi por tradición en nuestro país, al día siguiente de las elecciones todo sigue igual o tiende a empeorar, por eso no se puede seguir en este proceso de deterioro con los mismos esquemas de siempre. Se deben superar las descalificaciones mutuas y vergonzosas entre opositores, y exigir una sensatez en la verdad por parte del oficialismo. El bien común, norte de la política, implica un respeto y un diálogo permanente con las comunidades e instituciones sociales, inclusive si piensan distinto o son de un partido diferente al gobernante», indicó el comunicado de la CEV.

– Una nación herida –

El documento de la jerarquía católica señala que Venezuela es una nación «herida en su estructura humana, social e institucional, en gran medida como consecuencia de un modelo político autorreferencial, de vocación totalitaria, y que reiteradamente hemos caracterizado como ‘moralmente inaceptable’ por su irrespeto, internacionalmente reconocido, de los derechos humanos, la destrucción de la estructura productiva y un empobrecimiento inédito de las grandes mayorías por falta de inversión,
incentivos, seguridad jurídica y estabilidad financiera».

Igualmente, la CEV observa que la participación debe verse como un rechazo al modelo comunal «proclamado por algunos miembros del gobierno, que debilitará y probablemente eliminará las funciones de las gobernaciones, alcaldías y otras expresiones del poder local, además de las competencias efectivas de sus autoridades, con la finalidad de instaurar un poder hegemónico desde bases sociales no electas, contraviniendo lo estipulado por la Constitución Nacional».

«Somos conscientes que el tema electoral ha provocado apatía interna en una gran mayoría del pueblo, prepotencia en una minoría, y ha llevado a una fractura de muchas opciones políticas partidistas. En todo caso, lo fundamental es no quedarse en la diatriba y el conflicto, sino encararlos y trabajar por superarlos, en aras de un bien mayor, que es un presente y un futuro más digno del pueblo venezolano, nuestra nación», dicen las autoridades eclesiásticas.

Y añaden: «No es tanto mirar individualmente qué gano o qué pierdo, sino trascender a lo comunitario para saber qué ganamos o qué perdemos como pueblo en el conjunto de la realidad político–social. El objetivo de un proceso comicial hoy, por tanto, no es solo escoger un grupo de autoridades, sino enviar una señal inequívoca de determinación y compromiso con la refundación de la vida, la libertad, la justicia y la paz de 30 millones de personas».

-Deterioro de la geografía humana –

La Conferencia Episcopal Venezolana afirma que el deterioro de la «geografía humana» del país, es indispensable que las autoridades que se elijan el próximo domingo asuman la «responsabilidad política democrática» de promover la integración y no la exclusión.

Más aún, el comunicado apunta como principal deber de quienes ganen los comicios en cada región o municipio promover «la amistad social y no el revanchismo, la creación de oportunidades y no el cierre de caminos; que tengan la capacidad ética y la idoneidad en el manejo de los presupuestos del estado o del municipio, de tal forma que los recursos lleguen a los destinatarios y no se queden en las trochas perversas de la corrupción y la malversación; que sean capaces de dialogar con todos los sectores de sus comunidades, principalmente con los más pobres y excluidos, para legitimarse por el ejercicio de ser puentes eficaces en la solución de sus problemas».

Para la alta jerarquía de la Iglesia Católica del país, el voto es una decisión individual, pero advierte que es una decisión que «tendrá gran incidencia en el futuro de la comunidad, la región y el país, pues estamos es un momento de particular gravedad, y, por ende, de suma importancia y trascendental responsabilidad personal, familiar y cívica ante Dios y la Patria».

«Urge, pues, que nos convoquemos todos, sin exclusión, para elaborar un nosotros social inclusivo que favorezca el desarrollo integral de la nación. Se requiere una nueva y buena política donde lo más importante sea el interés por las personas, especialmente los más vulnerables, y se logre articular lo nacional con lo regional y local. La simple abstención, sin toma de conciencia y voluntad transformadora no conduce a generar los cambios necesarios y mucho menos lo logrará un voto ciego que no tome en cuenta el análisis de cada realidad vivida enmarcada en la dramática situación estructural e institucional de la nación».

Y concluye: «Si queremos que algo cambie, se requiere salir de la postración cotidiana a través de propuestas concretas y comunitarias que despierten la conciencia ciudadana y movilicen las voluntades para recuperar lo político como lugar de participación, ejercicio de los derechos democráticos y protagonismo cívico».

Los obispos apuntan que los comicios del domingo pueden dar la oportunidad de surgir a nuevos liderazgos sociales que «tendrán que proponer nuevas alternativas al proyecto centralizador del gobierno nacional, pero también buscar caminos de encuentro para el justo desarrollo político, económico y social de las particularidades regionales y locales».

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