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Inglaterra compró la Guayana Española por tres millones de libras esterlinas para luego usurpar territorio venezolano | por Luis Alberto Perozo Padua

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Luis Alberto Perozo Padua

Periodista y cronista

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@LuisPerozoPadua

En 1648, España traspasó la margen derecha del río Esequibo a Holanda, razón por la cual la Guayana Española se transformó en Guayana Holandesa, pero un siglo y medio más tarde, en 1814, Inglaterra compró a la Guayana Holandesa 20.000 metros cuadrados de aquella vasta región por 3.000.000 de libras esterlinas, área que será rebautizada como Guayana Británica. La negociación la dirigieron los cancilleres Pitt de Gran Bretaña y Van Maenen, por Holanda. De esta manera y por medio del Protocolo de Londres de 1814, aquella cesión le otorgará un carácter legítimo a la presencia inglesa en tierra firme del continente americano.

Comenzará entonces una serie de invasiones a territorio venezolano, propiamente al oeste del Esequibo, cuestión que Simón Bolívar condenó enérgicamente a través del canciller Pedro Gual quien gira instrucciones a José Rafael Revenga, agente diplomático en Inglaterra, para que presente una nota de protesta al Foreign Office. Se concretaba una usurpación del territorio por colonos de Berbice y Demerara en 1822.

Cuando Venezuela es reconocida oficialmente por España en 1845, mediante el Tratado de Paz, heredamos el territorio que hasta 1810 formaba parte de la Capitanía General.

La investigadora Delia Picón, en su obra Historia de la Diplomacia Venezolana, revela un dato esclarecedor, apuntando que los intentos de usurpación pasarán a hechos concretos a partir de 1834 cuando la Royal Geographical Societ de Londres, contrata a Robert Schomburgk, de origen alemán “para que explore el territorio de la Guayana y levante un mapa de la región”, misión que cumplió a cabalidad, y además levantó un inventario de los recursos existentes en la inhóspita región.

Cuando en Inglaterra leen el informe, se enteran de las inmensas riquezas existente, (aun no sabían de los yacimientos de petróleo), por lo que en 1839, el Gobierno inglés comisiona al explorador alemán fijar una línea de demarcación del territorio de la Guayana Inglesa, y le enfatiza «no se ciña al Tratado de Londres de 1814, sino que se extienda hacia el territorio venezolano», evento siniestro conocido en la historia como Línea de Schomburgk, cuyos postes de demarcación nos despojaban 50 mil metros cuadrados, generando una violenta protesta del Gobierno del general Carlos Soublette, que conllevó a que el canciller Lord Aberdeen aconsejara a su gobierno “correr los linderos y expresar que la Línea Schomburgk, era solo tentativa”.

Para 1850, se repiten los intentos de usurpación e invasión, generando un intenso intercambio de notas diplomáticas entre Venezuela e Inglaterra, quienes se comprometieron a “no ocupar ni usurpar el territorio en disputa”.

Venezuela rompe las relaciones diplomáticas

Cuando se descubren los yacimientos de oro en la región del Yuruary, en 1880, los ingleses toman mayor interés en la ocupación y, desde el Gobierno instruyen a los cazadores de fortuna “avanzar la línea de demarcación limítrofe, situación que produjo un clima de tensión en las relaciones entre ambas naciones, llevando a Venezuela a demandar la evacuación del territorio ocupado, generando una inmediata ruptura de las relaciones diplomáticas.

Para 1890, el vil despojo abrazaba las bocas del río Orinoco, lo que se denominó, según la historiadora Picón, como la línea de máxima pretensión inglesa, ya que comprendía el territorio del Yuruary, muy cerca de Upata, frontera que el Gobierno inglés declaró “de absoluto derecho”.

“Los mapas aducidos por Gran Bretaña, en apoyo de dicha demarcación, habían sido falsificados por el Colonial Office, alterando la Línea Schomburgk, de 1839, a plena conciencia de que dicha línea carecía de base histórica y jurídica”, subraya la investigadora Picón.

Remarca que los títulos de Venezuela sobre el territorio de Guayana eran muy claros porque estaban sustentados sobre la base de antecedentes histórico-políticos, es decir, el dominio español sobre esta parte de América y la herencia de tales títulos; geográficos, porque Venezuela había heredado de España su territorio e Inglaterra solo había comprado a Holanda 20.000 metros cuadrados; y, por último, jurídicos.

Desplazaron tropas para invadir

En 1895, ocurrieron algunas acciones en la zona de Yuruán y en la margen derecha del Cuyaní, oportunidad aprovechada por los ingleses para extender sus pretensiones y reclamar reparaciones por aparentes daños a sus súbditos.

Con este fin, movilizaron su flota ocupando nuestras costas, desembarcando personal de tropa que se apostaron en el territorio del Acarabisi y el Amacuro, causando alarma internacional, especialmente, al Gobierno de Estados Unidos, conflicto que pasará a la etapa de mediación y concluirá con el retiro de la flota y las tropas con la firma de un protocolo de arbitraje el 12 de noviembre de 1895, entre el secretario de Estado de la unión norteamericana, Richard Olney y Sir Julian Pouncefote, plenipotenciario británico en Washington DC.

Otro dato interesantísimo que apunta la historiadora Picón, fue que el citado protocolo fue ampliamente criticado por la prensa venezolana, pues relegaba a Venezuela del tribunal arbitral, y a pesar de ese funesto escenario, Venezuela firmó el protocolo en la segunda Presidencia de Joaquín Crespo, mandatario que recalcó que era un problema de dignidad nacional y que creía garantizada la justicia.

Finalmente, para terminar de despojar a Venezuela de una vasta y rica región, en 1899 se reunió en París un tribunal arbitral conformado por cinco jueces; dos ingleses: Lord Charles Russell y Lord Richard Henn Collins. Dos estadounidenses: Mr. Weston Fuller y Mr. David J. Brewer; el presidente será el ruso De Martens. Como defensor de Venezuela fungió el expresidente de Estados Unidos Benjamín Harrison, en compañía de los abogados B. Tracy y severo Mallet-Prevost. La Presidencia de la República de Venezuela designó a Rafael Seijas como abogado consultor y como agente venezolano ante el tribunal a José María Rojas. Los materiales para la defensa venezolana se enviaron a Washington DC para su traducción. Eran unas 10 cajas de madera, contentivas de documentos, cartas y mapas.

Concluye Picón explicando que las condiciones de ventajismo de Gran Bretaña y de injusticia para Venezuela ya estaban convenidas, produciendo un fallo írrito (sin existencia jurídica) porque no se ajustaba a las reglas del Tribunal arbitral ni a los principios del Derecho Internacional.

Aquel arreglado tribunal estuvo reunido por tres meses, desde junio hasta los primeros días de octubre, para el 3 del mismo mes de 1899, dictar sentencia: la frontera comenzaría en Punta Playa a varias millas de la desembocadura del río Orinoco y remataría por el sur en la fuente del río Corentín: 5.000 metros cuadrados de los 50.000 metros cuadrados en discusión, sin lugar a duda, la infame línea complació a los ingleses.

Fuente: Delia Picón. Historia de la Diplomacia Venezolana. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas, 1999.