Cuando el objetivo es la obtención de una solución global a un conflicto, no todos los métodos existentes para la toma de decisiones funcionan. La mayor parte está orientada al llamado voto democrático o de la mayoría relativa, mientras que muy pocos se centran en las objeciones que las soluciones factibles suscitan, de manera general (grupo) o individual (cada participante). Las causas de estas objeciones constituyen la esencia del método que proponemos. Suena extraño, pero es así; el método del consenso sistémico o consensuado, como nos referiremos a él, en lo adelante, es un proceso de optimización global, austríaco-alemán (Paulus et al., 2009). Se utiliza la inteligencia colectiva, para solucionar conflictos organizacionales y comunitarios, con la colaboración de todas las partes interesadas, democráticamente e incluyendo a las minorías.
En el consensuado, todos los involucrados se sienten parte de la solución, ya que realmente no existen ganadores ni perdedores, por considerarla satisfactoria. En el proceso de optimización, en vez de procurarse la mayoría de votos, todos terminan oponiéndose con la menor resistencia a la propuesta ganadora (solución al conflicto); es decir, las propuestas que no fueron escogidas es porque acumularon mayor grado de objeciones que la seleccionada, colectivamente. Véase que la búsqueda de soluciones factibles, también con la participación de todos, es fundamental.
El proceso, para llegar a seleccionar la solución factible que tenga el mayor consenso o el menor grado de rechazo (como es el caso, en el consensuado), de parte del grupo encargado de tomar decisiones es muy sencillo: 1) Elaborar la pregunta que define el problema o conflicto a resolver; 2) Definir las soluciones factibles, a través de una tormenta de ideas; 3) Presentar las objeciones a cada una de las soluciones propuestas, usando una escala de 0 a 10; siendo un extremo para indicar la aprobación absoluta (sin objeciones) y el otro para mostrar el total rechazo; y, 4) Sumar los puntos de rechazo acumulados, por cada una de las soluciones propuestas, y seleccionar la que resulte con la menor cifra: ¡Problema resuelto… a satisfacción de las partes en conflicto!
Existe una serie de requisitos previos, para que el consensuado pueda resultarle de gran éxito, a organizaciones empresariales y comunidades. En primer lugar, debe preexistir un mínimo de capital social (cohesión interna), entre las partes que intenten solucionar un conflicto. Imposible resultaría aplicar el método, en medio de una situación donde prevalezca la lucha de poderes, no haya motivación alguna para la existencia misma de un equipo de trabajo o los participantes no se sientan involucrados en la búsqueda de soluciones factibles al problema. Igualmente, es importante que todos compartan el mismo nivel de información, relativa al problema en cuestión.
Asimismo, aun habiéndose encontrado una solución satisfactoria al problema, no hay garantía de su exitosa implementación, si no se establecen compromisos medibles y a los que se les dé seguimiento, hasta su cumplimiento. Por eso es conveniente contar con apoyo tecnológico que no solamente permita construir el capital social requerido por el consensuado, sino también le facilite al equipo de trabajo implementar la solución. Con apoyo de la Tecnología Social SAI, se pueden lograr ambos propósitos, pre y post consensuado. Además, las experiencias adquiridas en los distintos consensuados, para la solución de problemas organizacionales y comunitarios, pueden ser simultáneamente analizadas, a través de la “resistencia normalizada” encontrada, históricamente (diferentes grupos), en cada uno de estos ejercicios de búsqueda de consenso.
Referencia:
Paulus, G. et al. (2009). Systemisches Konsensierin.
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