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De los azuzadores de oficio a los artistas del hambre | por José Luis Alcocer

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Durante siglos, se presume que desde los albores de la humanidad la protesta, el descontento ha existido. Cuando todavía no había sido constitucionalizada la protesta ya existía como forma de avanzar en las mejoras en la calidad de vida de la gente. La protesta es una forma de decirle la verdad a quienes ostentan el poder y tienen los recursos para dar repuestas a las exigencias de los ciudadanos. A lo largo de la historia, las protestas han sido la fuerza impulsora de los movimientos sociales, han sacado a la luz injusticias y abusos, han exigido rendición de cuentas y han sido inspiración a las personas para que sigan luchando por un futuro mejor. Las protestas durante la revolución industrial en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XVIII marcaron un hito en la historia de la humanidad, al igual que los sucesos del primero de mayo de 1886 en Chicago. Siempre en aras de la mejora en la calidad de vida de los trabajadores. Asimismo, en el aspecto racial, la detención de Rosa Parks en 1955 al negarse a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús de la ciudad de Montgomery, Alabama, desencadenó numerosas protestas contra la segregación racial en EEUU. Martin Luther King lideró   382 días de boicot al transporte en Alabama logrando que el gobierno de EEUU aboliera la segregación racial en el transporte público.

Son innumerables las protestas de diferentes índoles desarrolladas a nivel mundial, Ghandi, en la India. Las Intifadas israelíes, el caracazo en Venezuela y el Rosariazo en Rosario, Argentina. Es decir, el descontento y la inconformidad es inherente al ser humano.   También es evidente como las protestas han pretendido sepultarse en países como China, Cuba, Rusia, Irán y Corea del Norte. En Venezuela crearon un instrumento perverso “La Ley contra el odio” como forma de frenar las protestas. Actualmente en Venezuela, el gobierno está tratando por todos los medios, de desaparecer la protesta. Con un salario de 5$ mensuales y con tendencia a bajar, con una devaluación monstruosa, escasez de alimentos y medicinas, el sistema de salud precarizado, el sistema educativodestruido, los puestos de trabajo cada día son menos, largas colas para lograr el suministro de gasolina, en definitiva, en Venezuela la economía es de subsistencia y el gobierno pretende que el pueblo guarde silencio, y espere las promesas, las letanías de hace 20 años, “en el 2013, cero hambre”, “en el 2019, cero hambre”.

El escenario venezolano se asemeja al relato de Frank Kafka “Un artista del hambre”, hombre que se exhibía en una jaula de un circo ayunando durante determinado número de días. “Un buen día un ocioso se detuvo ante su jaula y se rió del viejo número de días consignado en la tablilla, pareciéndole imposible, y habló de engañifa y de estafa, fue ésta la más estúpida mentira que pudieran inventar la indiferencia y la malicia innata, pues no era el ayunador quien engañaba, él trabajaba honradamente, pero era el mundo quien se engañaba en cuanto a sus merecimientos”.

Esa es la actitud del Presidente de la República, de los Ministros de Educación y del Trabajo, incluso de muchos funcionarios y adláteres de gobiernos regionales.   

Economista José Luis Alcocer