Con honestidad, ustedes contradictorios lectores, lo deben saber ꟷlo he escrito en múltiples oportunidadesꟷ, debo decirles que odio la abstención y que tenía decidido ir a votar.
Por supuesto, la decisión de votar unitariamente, ha sido excelente. Simplemente, creo que la cordura y la razón se empiezan a imponer. Sabemos que está la trampa y demás, pero hay una cosa cierta: si no votamos la trampa es más fácil de hacer, o hasta no tienen que hacerla.
En diversos artículos he contado la mala experiencia que tenemos los venezolanos con la abstención. De momento, surgen algunos obsesionados, aparentemente diciendo que no votar es lo más correcto. Diría que es lo más fácil y lo que requiere el menor esfuerzo, ¿lo correcto? Para nada. Creo que es mi deber ejercer el sagrado derecho al voto, aun en dictadura. Por eso se pelea en todas partes del mundo.
Sí comunistas y socialistas del siglo XXI son tramposos, ya lo sabemos. Sin embargo, no se puede cantar fraude si no votamos. A mi me sorprenden algunos analistas y politólogos que despliegan toda su sabiduría para defender la abstención. Deben estar infelices ꟷen el más alláꟷ varios de quienes fueron los cultores de esta situación absurda y que nunca dió resultados, pues murieron sin ningún tipo de mérito con relación a esto.
Quedan sectores resentidos y medio locos, quienes se empeñan en auspiciar la abstención, y, lamentable, también gente sensata. Por los momentos, que yo sepa, ningún movimiento abstencionista ha logrado algún triunfo en Venezuela.
Tengo en la memoria dos situaciones: el año de 1963, cuando el PCV llamó a “la abstención militante” y lo único que se ganó fue que el Dr. Raúl Leoni, de Acción Democrática, triunfara. Este resultado otorgó un segundo período a AD, con todo lo que pasaba en aquellos años. El otro momento, más terrible aun, fue el año 2005, cuando no concurrimos a las elecciones legislativas. Todo está muy reciente, no lo quiero recordar. La mayoría no debe haber olvidado ese día siguiente, con el difunto enloquecido cuando tomó las decisiones más desastrosas y arbitrarias para el futuro del país. Todavía las padecemos y sufrimos.
La política, no la politiquería, no se compagina con la ausencia de acción. Todo lo contrario, el politólogo alemán Karl Deustch dice que “la política es la ciencia de lo posible”. Lo imposible, por ende ꟷsiguiendo su pensamientoꟷ no es política. Cuando se deja de hacer lo posible, se deja de hacer política.
No es fácil entender esta situación, pero la abstención y la antipolítica, que tanto hemos padecido, son hermanas gemelas, por cuanto todo se orienta hacía el caos, nada de organización, nada de partidos políticos. Es precisamente esa condición actual de caos lo que induce a la organización electoral y al voto. Lamentablemente, el voto, se ha transformado en el enemigo principal de un sector de la oposición.
De tanto repetir las cosas, me siento reiterativa y repetitiva. Las elecciones son el camino democrático. No se entiende cuál es la alternativa (O, lo sé, pero no creo en eso). De la lucha armada quedé curada en la década del 60. Entre “la Larga Marcha y la Sierra Maestra” quedamos con el cerebro quemado. ¡Gracias a Dios! conservo la memoria y recuerdo con claridad la locura de aquellos años, de donde salieron muchos de los corruptos y displicentes de hoy con la revolución bonita.
Tengo fresco en la memoria todo lo que pasó; lo sufrí en carne propia, perdí amigos valiosos. De verdad les cuento, fue de horror. No es fácil devolverse y darse cuenta de los terribles errores cometidos. La culpa y el remordimiento agobian a quienes actuamos de buena fe. En aquellos momentos parecíamos idiotas. ¡Estamos en manos de Dios, otra vez! Entonces, la cordura prevaleció; al final hubo la pacificación y demás. ¿Lo recuerdan? ¡A leer historia! Todo está escrito y documentado.
GLORIA CUENCA | @editorialgloria
Escritora, periodista y profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela.