La vieja dirigencia izquierdista que tuvo su ascenso en los primero 15 años del siglo XXI hoy se encuentra en declive y procesada por corrupción, han dejado a sus países en precarias situaciones económicas y sólo sobreviven las dictaduras más férreas del continente como Venezuela, Cuba y Nicaragua, cuyos modelos no son referencia para el resto del continente. ¿Podrá la izquierda retomar su liderazgo con una nueva generación de dirigentes?
Francisco Olivares
Tres protagonistas acapararon la atención de la reciente cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC): Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro y Pedro Castillo, visitantes estelares del presidente mexicano Manuel López Obrador. Los dos primeros por ser los principales exponentes de las autocracias más cerradas del continente y el tercero, Pedro Castillo, por la incoherencia mostrada en su intervención, que refleja lo que está ocurriendo en Perú tras sus primeros 100 días de gobierno.
La CELAC, fundada en febrero de 2010 en México, con la participación de 33 países de la región, a excepción de Estados Unidos y Canadá y el posterior retiro de Brasil, tuvo en aquel entonces el protagonismo de figuras de la izquierda en ascenso. La corriente era liderada por Hugo Chávez, Evo Morales, Luiz Inácio Lula Da Silva, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner y desde luego uno de sus principales promotores, Raúl Castro.
Eran los tiempos del ciclo de ascenso de la izquierda latinoamericana que tuvo un gran impulso con los petrodólares repartidos por el gobierno de Chávez para impulsar el llamado socialismo del siglo XXI; iniciativas como Unasur, Petrocaribe, Alba. También; los negocios particulares de Lula, Correa, los Kirchner, entre otros.
Los favorables precios de las materias primas, en una región exportadora de «commodities» hicieron su parte.
Ya desde la fundación de la CELAC se hablaba de un organismo que sustituiría a la Organización de Estados Americanos (OEA) con la exclusión de EEUU y Canadá. Esta idea la ha tratado de revivir sin éxito López Obrador, presidente pro tempore de la CELAC, en esta nueva cumbre.
Once años después
Once años después de la celebrada fundación cargada de consignas de “autodeterminación” “antiimperialismo” y “unidad latinoamericana”, la realidad de la mayoría de los países protagónicos ha sido el deterioro económico, la corrupción de sus élites y la conflictividad interna. Sus líderes ya no son presid
entes, algunos están reclamados por la justicia por corrupción, o tienen un papel secundario en sus países y en la región.
Díaz-Canel es ahora la cara visible de la dictadura cubana y ha sido el protagonista de las más severa represión contra los ciudadanos cubanos que piden libertades y democracia. Cerca de 600 detenidos desde que se iniciaron las protestas callejeras en donde no sólo se exigen libertades políticas y ciudadanas sino atención por la pandemia, alimentos y libertad para trabajar.
El falso discurso de igualdad y seguridad social de la revolución cubana ha quedado definitivamente al descubierto para la mayoría de la población de la isla de gobierno comunista frente a la evidencia de la lujosa forma de vida que exponen los dirigentes de la élite cubana, dentro y fuera de Cuba.
Es la misma élite y sus descendientes desde hace 60 años quienes, como lo hace Díaz-Canel, se escudan en el derecho a la “autodeterminación”; mientras le prohíben a su pueblo expresar ideas distintas y elegir su propio modo de vida.
La izquierda a la defensiva
A diferencia de las anteriores cumbres, el discurso de la izquierda quedó a la defensiva, nada qué ofrecer y reducida a justificar el fracaso de los regímenes de la izquierda populista y el comunismo cubano. Por el contrario, el llamado a defender las libertades políticas y la democracia estuvo por encima de la consigna del antiimperialismo.
El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, aclaró en su intervención que la participación en la cumbre no significa ser complaciente con países no democráticos que utilizan el aparato represor para callar las protestas, encarcelar a opositores e irrespetar los derechos humanos.
“Uno ve que en determinados países no hay una democracia plena. Debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
Y mirando a Díaz-Canel expresó: “Quiero citar simplemente (…) es una canción muy linda que quienes la cantan se sienten oprimidos por el gobierno (cubano): que no siga corriendo la sangre por querer pensar diferente, quién les dijo que Cuba es de ustedes si mi Cuba es de toda mi gente”.
Maduro sin aplausos
Al lado de Díaz Canel, apareció su aliado Nicolás Maduro quien, en lugar de ser aplaudido como Hugo Chávez durante la fundación del organismo latinoamericano, recibió un rechazo expresado por el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez:
“Mi presencia en esta cumbre, en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de postura de mi gobierno y creo que es de caballeros decirlo de frente”.
Sin indicarlo, pero refiriéndose a las autocracias de izquierda que se han instalado en el continente, especialmente en Venezuela, Bolivia y Nicaragua, aliados y defensores del comunismo en Cuba, Benítez resaltó que la CELAC y la OEA deben reflejar vocación integradora aun con estructuras diferentes, pero complementarias, que deben ser potenciadas para que la región sea fortalecida.
Resaltó que no se podía permitir que componentes ideológicos contaminen este proceso. Para buscar un camino de paz en la región destacó que eso sólo es posible respetando los valores democráticos y fortaleciendo la institucionalidad.
“La legitimidad democrática se da no sólo por acceder al poder a través de las urnas sino construyéndola día a día en el ejercicio del poder, honrándola con nuestro actuar, no inmiscuyéndonos en los otros poderes, no manipulando la justicia para perseguir a quienes piensen diferente a nosotros. Yo quiero esto para mi país y para toda la región. No hay otro camino que no sea la democracia” dijo el mandatario paraguayo.
La izquierda no tiene propuestas
Desde la filas de la izquierda, los señalados lucieron a la defensiva. Nicolás Maduro destacó la convocatoria al proceso electoral venezolano del 21 de noviembre como una prueba de democracia. Luciendo un Rolex en la muñeca, dos anillos, de oro y esmeralda, en su mano izquierda, tuvo que lidiar con el hecho de presidir un país que registra un contundente informe por violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos en la ONU y un amplio expediente que se acumula en la Corte Penal Internacional (CPI) por violación a los Derechos Humanos y un desfalco al país que analistas de organizaciones no gubernamentales estiman en 800 mil millones de dólares.
Maduro tuvo que rendir cuentas, incluso a mandatarios aliados como Pedro Castillo, de Perú, por la migración de seis millones de venezolanos que huyen de la crisis económica y política generada por su modelo socialista que impacta a sus vecinos.
EE.UU es un principal socio
Su más importante defensa de la destrucción económica, como lo ratificó en la ONU, es el bloqueo financiero. Pero la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (VenAmCham) informó que en el primer semestre de 2021 el intercambio comercial entre ambas naciones se incrementó en 53,92% respecto a 2020.
Se alcanzó un intercambio de 882 millones de dólares. Venezuela aumentó sus exportaciones en 21,5% a EEUU, aunque no realizó exportaciones petroleras.
Por su parte, Díaz-Canel solo pudo responderle al presidente uruguayo señalando “su mal gusto” por la canción “Patria y Vida” de los músicos Descemer Bueno, Gente De Zona y Yotuel Romero, que se ha convertido en emblema de las protestas cubanas. En su reacción a las críticas recibidas, se refugió en el supuesto derecho a la autodeterminación; un derecho que solo lo tienen los jefes del Partido Comunista Cubano en la isla antillana.
Argentina sin liderazgo
Argentina, que en algún momento pudo jugar un rol protagónico con Cristina de Kirchner al frente, tiene también su liderazgo en declive.
El único protagonismo fue el inesperado episodio cuando el canciller argentino, Felipe Solá, fue sorprendido al ser destituido cuando se dirigía a la cumbre. Se enteró de su cambio durante el vuelo hacia México. Solá estuvo frente al ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Cultos de Argentina desde finales de 2019; y fue destituido del cargo en medio de la crisis política que golpea al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner luego que su partido sufrió una derrota aplastante en las recientes primarias parlamentarias. Eso provocó un reacomodo de los grupos de poder que integran el gobierno peronista.
Desde el ascenso de Alberto Fernández al poder, Argentina ha pasado a ser el segundo país, después de Venezuela, con la mayor inflación del continente en 51,8%, con el peso devaluado en 30%. Cuatro de cada diez argentinos se encuentran en pobreza y una deuda (heredada) que alcanza a 320.000 millones de dólares, equivalente a 90% del Producto Interno Bruto (PIB).
Las políticas de subsidios y los controles económicos, como la prohibición de despidos, han sido el sello de la política económica de la alianza de Alberto y Cristina, financiada con emisiones de moneda.
La poderosa Cristina
La actual vicepresidenta Cristina Kirchner, dos veces presidente de Argentina y aliada de Chávez y de Maduro, fue calificada en 2015 por la revista Forbes como una de las mujeres más poderosas del mundo.
En 2017, siendo senadora por la provincia de Buenos Aires, enfrentó acusaciones por corrupción, lavado de dinero y traición a la patria. En los tribunales reposan 745 denuncias contra funcionarios que trabajaron en su administración. Cristina encabeza la lista con 298 denuncias y 10 expedientes abiertos. Se le solicitó la detención preventiva; pero su fuero impide su arresto. El 10 de diciembre asumió como vicepresidenta de la nación; lo que ha reforzado la impunidad de la que goza y se le acusa de desplazar a los jueces que han fallado en su contra.
El dictador Ortega
Además de haber mandado a encarcelar a siete precandidatos presidenciales opositores de las elecciones previstas para noviembre de este año, la Fiscalía de Nicaragua mandó a detener al prestigioso escritor Sergio Ramírez, una de las figuras más destacadas de la “Revolución Sandinista” que derrocó a Anastasio Somoza.
Lo acusan de “conspiración”, pero ya Ramírez estaba en el exilio. Este emblemático escritor quien fue un aliado de Ortega y del sandinismo, es un perseguido más. Se suma a cerca de 30 importantes dirigentes políticos que han sido detenidos y otros tantos en el exilio. Su situación despertó un movimiento de solidaridad internacional de intelectuales que piden el cese a esta persecución.
Ortega, quién en los años posteriores al derrocamiento de Somoza alcanzó prestigio continental como líder tercermundista, es hoy reconocido como uno de los dictadores más radicales del continente americano.
Ramírez, premio Cervantes 2017, señaló en entrevista a BBC Mundo que “en Nicaragua se cerraron todas las puertas de la democracia. Yo no estoy preso, no estoy amenazado de prisión por el hecho de amenazar esas elecciones que ya ni siquiera existen. Estoy preso por una venganza por ser un escritor. Un escritor que es todo lo contrario a la mediocridad del régimen que representan” expresó.
¿Regresará el populismo?
El regreso del populismo siempre está a las puertas de los países latinoamericanos. La alianza internacional de países autocráticos, lideradas por China, Rusia e Irán, están presentes en el continente con fuertes inversiones económicas y apoyo a regímenes no democráticos buscando consolidar espacios abiertamente frente a EE.UU.
Los líderes del Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y Cuba celebran el regreso de la izquierda en Perú; aunque Pedro Castillo no es la mejor carta para revivir ese liderazgo en el continente.
Apuestan al regreso en Brasil de Lula Da Silva, quien lidera la intención de voto de cara a las elecciones presidenciales de 2022. En primera ronda, el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) obtendría 43,3% de los votos; frente al 38,2% que conseguiría el actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro, según las estimaciones.
Sin embargo, aún ganando las elecciones es poco probable que puede retomar su liderazgo continental. Sin los recursos de Chávez y Venezuela, la caída de empresas amigas como Odebrecht, Petrobras y el prontuario que se le atribuye en el caso “operación Lava Jato”, tendrá que ocuparse de la economía, el covid-19 y los asuntos internos para mantenerse en el poder.
El 12 de julio de 2017 Lula fue condenado en primera instancia a nueve años y seis meses de prisión por el juez Sérgio Moro, siendo la primera vez en la historia de Brasil que un ex presidente es condenado por corrupción. Se entregó el 7 de abril de 2018 y estuvo 580 días encarcelado e imposibilitado de presentarse a las elecciones presidenciales de 2018, que ganó Bolsonaro.
En ciernes
El 8 de noviembre de 2019 tras cumplir su sentencia se ordenó su liberación. El 8 de marzo de 2021 uno de los jueces de la Corte Suprema anuló todas las sentencias dictadas contra Lula, debido a que el juez Moro carecía de competencia para conocer los supuestos delitos que le imputó. Se inició una investigación en contra del magistrado. El 3 de julio de 2019, la justicia de Brasil declaró inocente por unanimidad a Lula en una de las diez causas en su contra.
Otros en planos secundarios que difícilmente retomen su antiguo liderazgo serían el ex presidente de Bolivia, Evo Morales, quien hace lobby por el continente apoyado por Maduro. Rafael Correa ha quedado fuera de juego. Salió del poder de Ecuador en 2017; fue sentenciado a ocho años de prisión y le fue ratificada la condena en 2020, por corrupción. Desde el exilio en Bélgica intentó participar en los comicios de 2021 como vicepresidente al lado del candidato Andrés Arauz; pero su aspiración fue rechazada por el ente electoral por no estar presente en el país. Arauz perdió frente al liberal Guillermo Lasso, quien asumió la presidencia en mayo de 2021.
Colombia y Chile
La izquierda latinoamericana aspira a un triunfo en Colombia para 2022 con Gustavo Petro, ex guerrillero del M-19, quien ya lleva dos candidaturas a la presidencia fracasadas; pero las encuestas lo están dando como favorito.
Su ascenso se produjo tras las protestas de este año en Colombia y sus denuncias de la muerte de al menos 100 jóvenes por las fuerzas públicas. Es abiertamente aliado del régimen de Nicolás Maduro y en entrevista al diario El País de España reconoció que apoyaría llevar a juicio al presidente Iván Duque por esas muertes. Entre las figuras que apoyan su aspiración está Piedad Córdova, aliada de las FARC y de Maduro.
En Chile esperan un importante vuelco luego de las elecciones locales en donde la izquierda aliada en el Frente Amplio se impuso frente a los sectores de la derecha liberal. Este cambio en Chile surgió como consecuencia de las protestas ocurridas desde 2019, protagonizadas principalmente por sectores juveniles.
Esta nueva generación de jóvenes líderes tiene en sus manos la aprobación de la nueva Constitución, donde la izquierda aspira a imponerse en las elecciones presidenciales y parlamentarias para el período 2022-2026, que se realizarán en noviembre. Hasta el momento los sondeos dan como favorito al izquierdista Gabriel Boric del Frente Amplio, diputado proveniente del movimiento estudiantil y uno de los promotores de la nueva carta magna.
Las opciones de izquierda a la vista en Colombia y Chile no parecen estar cien por ciento alineadas a las tres autocracias socialistas. Castillo en Perú no ofrece un liderazgo fuerte y su ambigüedad augura una difícil sobrevivencia. A cualquier gobierno que surja en el continente le espera una difícil gestión en un contexto de poco crecimiento económico y retroceso en varios países, especialmente el caso venezolano.
El Estímulo