Fotoleyenda: El Presidente y su Gabinete, de izquierda a derecha: Gral. Elbano Mibelli, Gobernador del Distrito Federal; Dr. Alberto Adriani, Ministro de Agricultura; Dr. Néstor Luis Pérez, Ministro de Fomento; Dr. Alejandro Lara Ministro de Hacienda; Dr. Diógenes Escalante, Ministro de Relaciones Interiores; Gral. Eleazar López Contreras, Presidente de la República; Dr. Esteban Gil Borges, Ministro de Relaciones Exteriores; Cnel. Isaías Medina Angarita, Ministro de Guerra y Marina; Dr. Tómas Pacanins, Ministro de Obras Públicas; Dr. Caracciolo Parra Pérez, Ministro de Instrucción Pública; Dr. Enrique Tejera, Ministro de Sanidad y Asistencia Social; Dr. Francisco H. Rivero, Ministro de Comunicaciones, y Dr. Francisco J. Parra, Secretario Privado del Presidente de la República, Caracas, 1936: Luis Talavera Soro ©Archivo Fotografía Urbana
Periodista y cronista
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@LuisPerozoPadua
Cuando el general presidente Juan Vicente Gómez agonizaba en Maracay, en diciembre de 1935, Eleazar López Contreras, que fungía como ministro de Guerra y Marina, utilizó toda su habilidad para armar la sucesión.
A pesar de que López Contreras era un general y su formación era castrense, estaba poseído de ideas democráticas y civilistas, por tal motivo se esmeró de persuadir al pueblo de Venezuela que la dictadura era cosa del pasado y con él se iniciaba una era democrática.
El Consejo de Ministros lo designó encargado del Poder y más tarde, a finales de diciembre de 1935, el Congreso Nacional lo nombró presidente Provisional de la República, para finalmente, en abril de 1936, fue confirmado como presidente constitucional por siete años.
No obstante, López Contreras demostró una vez más su talante democrático al solicitar al Congreso Nacional reformar la Carta Magna para acortar a cinco años el periodo presidencial y prohibir la reelección para el ejercicio inmediato siguiente, lo cual quedó sancionado en la reforma a la Constitución Nacional del 16 de julio de 1936. Jamás el país había visto algo parecido.
A la muerte del Benemérito, parecía inevitable en Venezuela una guerra civil; pero López Contreras, a pesar de restringir la participación política de grupos opositores de la llamada «izquierda», logró mantener un difícil equilibrio.
Era querido y respetado
El historiador Simón Alberto Consalvi, recoge testimonios del ministro de Estados Unidos en Caracas (embajador) Meredith Nicholson, en su reporte para el Departamento de Estado, quien observa: «El 19 de diciembre, el presidente (interino) López Contreras hizo una extensa exposición, en discurso radiado; tuvo a bien comunicar al pueblo de Caracas lo que espera y se propone, que es hacer de Caracas, una vez más la capital del país, y le pidió a los caraqueños que tuvieran paciencia y se sintieran tranquilos».
Más adelante Nicholson apunta en su informe: «al caer la tarde (del 20) vino a observarse la llegada, desde Maracay, del presidente López Contreras, quien hubo de concurrir, antes que todo, al Panteón, a depositar una corona en la tumba de Bolívar; y de allí, a la Casa Amarilla, en cuyo balcón, que mira a la plaza, quiso dejarse ver de la multitud, y el entusiasmo de ésta llegó hasta el delirio. Es que el presidente López Contreras ha sido siempre de lo más popular como figura, y los aplausos que se le tributaron han sido algo que Caracas nunca había visto».
Y prosigue el ministro adicionando otro dato asombroso para la Venezuela de 1935, cuando el país solo conocía la amarga experiencia de la bota militar en los destinos de la república.
«No se ha intentado asesinar al presidente López Contreras, pero hay el rumor, muy repetido, de que alguno de los gomecistas estuvo planeando darle muerte el propio día 17 de diciembre; tal dicho no se comprueba, aún; sin embargo, sábese que el gobierno está alerta y protege su vida (…) Es imposible predecir los próximos sucesos; pero es bien sabido que en estas cosas surgen elementos de sorpresa, que pueden suscitar los hechos más importunos y enojosos. De todos modos, la confianza de la gente en el presidente López Contreras es tan grande que se espera que en breve se recuperará la tranquilidad».
A los días, conflictos sociales y políticos minaron las calles del país, escenario que ya estaba previsto como consecuencia de 35 años de brutal dictadura. No obstante, Venezuela rápidamente comenzó a experimentar aires de libertad, regresando a la patria innumerables desterrados de todas las edades y generaciones, de todas las ideologías. Resurgieron entonces los partidos políticos y las organizaciones de toda índole social, aquellas proscritas por el régimen gomecista.
Entendimiento de las partes
El 14 de febrero el pueblo de Venezuela se volcó a las calles para exigir la liquidación absoluta de los vestigios del gomecismo.
El historiador Tomás Straka subraya que, la gente salió a la calle. El otro sector, el gomecismo –que también había cambiado o veía los cambios–, decidió que había llegado el momento de hacer lo que hoy llamaríamos una transición.
Y refiriéndose al 14 de febrero dice: más allá de que López Contreras estuviera sinceramente asustado por la dimensión de la protesta, de haberlo querido, es probable que hubiera podido controlarla con un baño de sangre. En todo caso, decidió no probarlo, por las razones que fueran, y eso es un dato que no debe obviarse.
López Contreras, por su parte, sin esperar su elección como presidente constitucional, respondió a la masiva manifestación con prontitud, presentando al país, siete días después un conjunto de reformas inmediatas conocidas como el Programa de Febrero.
El programa perseguía, entre otros aspectos, una reforma política para fomentar una Constitución de corte democrático; derivado de esta reforma surgieron la Oficina Nacional del Trabajo, el Instituto Pedagógico, una Escuela Superior de Agricultura y Veterinaria, planteándose, además una reforma del sistema tributario, que buscaba elevar la renta minera y la reorganización del sistema bancario mediante el establecimiento de un banco central de emisión.
El historiador Consalvi escribe que el Programa de Febrero incluía la celebración de tratados con otras naciones que el régimen de Gómez había ignorado con intención; postulándose también una política de fomento a la inmigración y colonización interior del país, la modernización del Ejército Nacional.
El Programa de Febrero, en suma, dice Consalvi, se consideró como el primer gran proyecto de reforma del estado moderno de Venezuela, garantizando además la transición pacífica. Venezuela dejaba de ser la hacienda personal de un hombre.
En contra de la represión
La biógrafa Clemy Machado de Acedo, atestigua que cuando ocurrieron los sucesos políticos de 1928 y 1929, López Contreras se encontraba al frente de la guarnición de Caracas y notificado por el gobernador del Distrito Federal, Rafael María Velasco, tomó las disposiciones necesarias para mantener el orden en la ciudad.
En su obra Páginas para la historia militar de Venezuela, López Contreras manifiesta no haber sido nunca partidario de las medidas represivas como medio de eliminar la rebelión de la juventud y le manifestó al general José Vicente Gómez su opinión de dejar a los estudiantes arrestados en la misma universidad; tampoco apoyó la opinión de establecer un batallón de tropas frente a esa casa de estudio, como era el criterio del gobernador Velasco, limitándose a hacer desfilar una unidad, con el propósito de imponer respeto al público.
El gomecismo siguió en el gobierno
Apunta Straka que, aunque López Contreras fomentó un gobierno democrático, fue necesario, peligrosamente necesario, cohabitar con quienes gravitaron en el entorno cerrado del general Benemérito.
Como dato revelador, asienta el historiador que quienes lideraron la transición de 1936 no eran muchachos estudiados en internados elegantes, eran gomecistas. Y la transición que inicialmente estaban haciendo era un cambio del régimen, su modernización y liberalización, no su sustitución por otro.
«Tal vez el resultado fue ése, pero hay que entender que el Estado del que es jefe López Contreras, aunque ya tenga a algunos connotados antigomecistas, ha heredado a prácticamente todos sus funcionarios medios y altos del Estado, diplomáticos, parlamentarios, autoridades municipales y regionales y, sobre todo, mandos bajos, medios y altos del Ejército. Toda esta gente es una parte fundamental del gomecismo. Aunque la vieja élite económica, cada vez con menos poder, terminó apoyándolo o aceptándolo como mal menor.»
Fuente: Simón Alberto Consalvi. Venezuela y Estados Unidos a través de dos siglos. Cámara Venezolana-Americana de Comercio e Industria. Editorial Exlibris, año 2000
Clemy Machado de Acedo. Diccionario de Historia de Venezuela Fundación Polar. Año 1999
Tomás Straka. Los sonidos del 36 [Notas sobre una transición, segunda parte]. Publicado en Prodavinci.com el 22/04/2021