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Déjame que te cuente limeña | por Claudio Zamora

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Utilizo una estrofa del famoso vals peruano la Flor de la Canela de la insigne Chabuca Granda para referirme al vergonzoso y cobarde episodio protagonizado por unos comentaristas de la televisión peruana que reseñaban el recibimiento realizado por la colonia venezolana en Lima a nuestra selección Vinotinto y la burla que rayó en misoginia hacia la mujer venezolana.

En unos comentarios vulgares y fuera de lugar se refirieron a la presunta tarifa de las mujeres que ejercen la prostitución en Perú, pero con referencia especial a las mujeres de esta tierra al bautizarlas de “chamas” que para nosotros no es más que mujer joven.

A la par de ser un comentario por demás irrespetuoso y cobarde por ser el panel integrado exclusivamente por hombres al menos genéticamente en apariencia, resulta menos que vergonzoso y poco varonil referirse al sexo débil de una manera tan grosera como lo hicieron los panelistas de ese presunto programa deportivo. Para nadie es un secreto que muchas mujeres venezolanas han tenido que recurrir a la prostitución no sólo en Perú sino en todo el mundo ante la grave crisis económica y social en Venezuela, es la medida más extrema y desesperada para mujeres que deben sostener una familia y no cuentan con la preparación o los recursos para ganarse la vida por otros medios; y no estoy aquí exaltando la profesión más antigua de la historia.

Personalmente respeto más a una prostituta que procure la comida de sus hijos, a una indolente que los regale o los abandone a su suerte. Pero aquí viene las aclaratorias, déjeme decirle a esos presuntos periodistas sin respeto ni ética que en los años setenta los bares y prostíbulos de Venezuela se encontraban minados de prostitutas peruanas así como de todos los rincones de Latinoamérica, a todas nos enseñaron a tratar como unas damas, si algo tiene el venezolano es una profunda educación con sus semejantes y una actitud varonil en todas las circunstancias, desde pequeños nos enseñan que a la mujer “ni con el pétalo de una rosa” y así nos hemos mantenido, nuestra masculinidad la hemos demostrado de otras maneras que atacar a las mujeres, por ejemplo recorriendo llanos y cordilleras con un ejército libertador y el más universal de los Americanos como Simón Bolívar para liberarlos a ustedes y todas las naciones vecinas, jamás hemos dejando mancillar nuestras damas a diferencia de ustedes que permitieron que los chilenos en la Guerra del Pacifico le violaran sus mujeres durante los dos años de ocupación de Lima en 1881 y se rindieron mansamente entregando gran parte de su territorio y no aparecieron esos “machitos” como ahora a defender sus país y el honor de sus mujeres.

“Quien tiene rabo de paja no se arrima a la candela y las mujeres se respetan” Sigan burlándose que es para lo único que tienen el porcentaje de hormonas masculinas que les quedan. Seguiremos conversando. [email protected].