Home Más Noticias

Congreso de Angostura 15.feb.1819 – 20.ene.1820, segundo Congreso Constituyente de Venezuela

223

Segundo Congreso Constituyente de Venezuela; inaugurado el 15 de febrero de 1819 por Simón Bolívar en Angostura (hoy Ciudad Bolívar). Ante el Consejo de Estado, Bolívar expuso en 1818 el proyecto de convocar a elecciones para celebrar un congreso nacional, que diese una salida constitucional a la situación política del país. El anterior y hasta ese momento único Congreso republicano de Venezuela fue el de 1811-1812; habían transcurrido varios años durante los cuales los avatares de la guerra y la inestabilidad de las instituciones no habían permitido la reunión de una constituyente, pues el breve intento del Congreso de Cariaco no tuvo tal carácter. En 1818, a pesar de que buena parte del territorio se hallaba en poder de las fuerzas del Rey, la porción controlada por los patriotas era más que suficiente para demostrar al mundo que Venezuela tenía capacidad de organizar y poner en marcha su Poder Legislativo. Esto, además de asegurar el respeto por parte de los extraños, daba una sensación de seguridad a los que se habían acogido al régimen republicano. El 22 de octubre de 1818 se convocó a elecciones. Según el decreto, las provincias que participarían en la gran asamblea nacional serían: Caracas, Barcelona, Cumaná, Barinas, Guayana y Margarita; cada una estaría representada por 5 diputados, que en conjunto sumarían 30. Se contempló la posibilidad de que además de las provincias citadas pudiesen enviar representación Mérida y Trujillo y también Casanare; esta última, perteneciente a la Nueva Granada, era la única de esa región que se hallaba libre de la ocupación española. Las elecciones se efectuaron en la forma que mejor se pudo, dadas las circunstancias de la época, ante la amenaza perenne de un enemigo bien equipado y dispuesto a recuperar el territorio perdido. Votaron civiles, militares, eclesiásticos. El 15 de febrero de 1819, se instala en Angostura el Congreso.

Concurrieron a la sesión inaugural, 26 de los 30 representantes electos. Por la provincia de Caracas: Juan Germán Roscio, Luis Tomás Peraza, José España, Onofre Basalo y Francisco Antonio Zea; por Barcelona: Francisco Parejo, Eduardo Hurtado, Diego Bautista Urbaneja, Ramón García Cádiz y Diego Antonio Alcalá; por Cumaná: Santiago Mariño, Tomás Montilla, Juan Martínez y Diego Vallenilla; por Barinas: Ramón Ignacio Méndez, Miguel Guerrero, Rafael Urdaneta y Antonio María Briceño; por Guayana: Eusebio Afanador, Juan Vicente Cardozo, Fernando Peñalver y Pedro León Torres; por Margarita: Gaspar Marcano, Manuel Palacio Fajardo, Domingo Alzuru y José de Jesús Guevara. Posteriormente se incorporarán los diputados por Casanare: José Ignacio Muñoz, José María Vergara y Vicente Uribe; Zea pasó a figurar en el cuadro de esta diputación; Manuel Cedeño se incorporó luego como diputado de la provincia de Guayana. En total, 10 abogados, 10 militares, 2 sacerdotes, un médico-abogado, un científico y 6 ciudadanos que eran comerciantes, funcionarios o hacendados. La directiva del cuerpo quedó constituida así: presidente, Francisco Antonio Zea y secretario, Diego Bautista Urbaneja.

El propio 15 de febrero, Bolívar leyó en la sesión inaugural una importante pieza oratoria, conocida en la historia como el Discurso de Angostura. Claro que en Angostura el Libertador pronunció otros discursos, pero ninguno como el del 15 de febrero, que fue el marco de oro que supo ponerle él a las deliberaciones de una asamblea en la que participaron las más brillantes figuras con que contaba la Venezuela libre.

El principal cometido del Congreso fue dar la Carta Fundamental a Venezuela y esto lo realizó a cabalidad. La segunda Constitución fue promulgada en Santo Tomás de Angostura, capital de la provincia de Guayana y de la República, el 15 de agosto de 1819. Para esa fecha el presidente del Congreso era Juan Germán Roscio y el secretario, Diego Vallenilla. Tan importante como la Constitución es la Ley Fundamental de la República de Colombia, dictada a instancias de Bolívar el 17 de diciembre de 1819, que consagra la unión de Venezuela, la Nueva Granada y el Ecuador, dividiéndose el nuevo Estado en 3 departamentos: Venezuela, Cundinamarca y Quito. Además el Congreso legisló sobre otras materias de capital importancia para la administración pública, tales como repartimiento de bienes nacionales, misiones, Poder Judicial, secuestros, procurador general de la República, almirantazgo, contrabando, enajenación de tierras, asignación de sueldos, manumisión de esclavos, juicios militares, almonedas, etc.

Con fecha 13 de enero de 1820 el Congreso dictó el decreto por el cual se creaba la Diputación permanente, para actuar durante el receso del cuerpo. La componían un presidente y 6 diputados. La última sesión ordinaria del Congreso fue el 20 de enero de 1820. En adelante sesionará la Diputación permanente hasta que el 10 de julio de 1820 el Congreso es convocado a sesiones extraordinarias con motivo de la llegada a Angostura de emisarios realistas; el día 19 vuelve a entrar en receso y la Diputación permanente asume de nuevo las funciones hasta su reunión final del 31 de julio de 1821. La historia completa del segundo Congreso de la República de Venezuela está en su libro de actas, que se abre el 15 de febrero de 1819 y se cierra el 31 de julio de 1821.

El Libertador durante su estadía en Angostura
Ilustración realizada por Francisco Maduro.

Discurso pronunciado por el General Bolívar al Congreso General de Venezuela en el acto de instalación

Simón Bolívar, al inaugurar el segundo Congreso Constituyente de la República de Venezuela reunido en Santo Tomé de Angostura (hoy Ciudad Bolívar), provincia de Guayana, el 15 de febrero de 1819, leyó un importante discurso que constituía formalmente el mensaje del jefe del Estado a los congresantes del país, y la presentación de un proyecto constitucional; pero que, por la médula de su contenido y las excelencias del estilo ha de considerarse, más que un mensaje, más que un manifiesto político, como la obra maestra de un pensador, de un conductor de pueblos; y esto es, precisamente, el Discurso de Angostura. 

En medio de los ajetreos de la campaña, Bolívar apartó tiempo para reflexionar hondamente, para evocar el pasado y extraerle toda su experiencia aleccionante, para evaluar el presente y derivar de éste todo lo positivo que se había logrado al término de tantos años de lucha y para avizorar el futuro y darle forma concreta a la gran obra que hasta allá se proyectaba con caracteres precisos y bien definidos. De esas profundas reflexiones nace el Discurso de Angostura. 

Es un escrito bien meditado; aplicado a la situación que vive Venezuela a fines de 1818 pero en el cual condensa Bolívar ideas que venía madurando desde años atrás. El proceso de elaboración final lo llevó a cabo principalmente en su residencia de Angostura durante los últimos meses de 1818, dictándole a su amanuense Jacinto Martel, a su secretario militar Pedro Briceño Méndez y excepcionalmente un párrafo al funcionario Manuel Echeandía; pero después del dictado revisaba el texto, haciéndole correcciones autógrafas, leyéndolo y releyéndolo con el cuidado del orfebre que se empeña en la perfección de la obra.

De esta manera agrega o elimina vocablos. No vacila en confiar los originales a Manuel Palacio Fajardo, estadista dotado de talento y erudición, para que opine sobre el texto. Palacio Fajardo formula algunas observaciones, que Bolívar, en general, acepta. El 15 de febrero de 1819, día fijado para la instalación del Congreso que el propio Bolívar había convocado, una salva de cañonazos, unida a las aclamaciones del pueblo, señaló a las 11 a.m., la llegada del Libertador, jefe supremo de la República y su comitiva a la sede del Congreso.

Recibido a las puertas por los 26 diputados presentes, fue conducido al puesto de honor en la sala de sesiones, acompañado por las autoridades nacionales y provinciales y numerosos oficiales de las Fuerzas Armadas.

El Boívar de Angostura

El concurso de ciudadanos y de extranjeros de distinción, como se anotó en el acta de la sesión, era extraordinario. Ante todos ellos inició Bolívar su discurso con una nota de optimismo y confianza: «¡Señor! Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la Soberanía Nacional para que ejerza su voluntad absoluta…». 

Habló durante casi una hora. El Libertador, frente a la realidad de su tiempo, piensa que las instituciones deben surgir en América del propio medio, respondiendo a las necesidades y posibilidades de estas sociedades, sin copiar modelos de tierras extrañas.

No desconoce las virtudes del régimen federal para otras naciones; pero para Venezuela lo que considera preferible es la República central, con un Poder Público distribuido en las 3 clásicas ramas: Ejecutivo, Legislativo y Judicial y dentro de esa trilogía, un Ejecutivo poderoso. Habla de un nuevo elemento, el Poder Moral, dirigido a exaltar el imperio de la virtud y enseñar a los políticos a ser probos e ilustrados.

Concebía la idea de una Cámara Alta hereditaria, para mantener en ella la tradición edificante de los padres de la patria. No encajó en la letra de la ley el Poder Moral, pero todo lo que el proyecto sugiere está intacto como una consigna que no pierde vigencia. Hace reminiscencias de Grecia y Roma y examina las instituciones políticas de Gran Bretaña y Estados Unidos, cita a los filósofos y políticos franceses de la Enciclopedia y de la Revolución, para desembocar en la necesidad del sistema republicano-democrático, con proscripción de la nobleza, los fueros y privilegios y la abolición de la esclavitud, que recomienda encarecidamente.

Tiene una gran fe en la educación. Educar es tan alto para él como libertar. De allí su memorable sentencia: «Moral y luces son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades». Y así va desarrollando muchos otros conceptos, para presentar en la parte final una visión de la grandeza y el poderío de la América libre y unida, cuando llegue la paz y cerrar su discurso con una exhortación al Congreso: «Señor, empezad vuestra funciones: yo he terminado las mías». Cuando cesaron los aplausos, hizo entrega de un proyecto de Constitución, así como del Poder Moral, a fin de que fueran estudiados por los diputados y añadió: «El Congreso de Venezuela está instalado; en él reside, desde este momento, la Soberanía Nacional. Mi espada y las de mis ínclitos compañeros de armas están siempre prontas a sostener su augusta autoridad. ¡Viva el Congreso de Venezuela!».

De inmediato, Bolívar tomó juramento a los diputados y luego puso en manos del presidente del Congreso, Francisco Antonio Zea, su bastón de mando, renunciando así a su cargo de jefe supremo; pero el cuerpo legislativo, por unanimidad, se lo devolvió. Después, Zea pronunció el discurso de respuesta, en nombre del Congreso, y Bolívar se retiró del salón para que comenzaran las deliberaciones.

El discurso cumplió su cometido, por cuanto impresionó al Congreso y a todos los que lo escucharon o leyeron en las columnas del Correo del Orinoco, en el cual se publicó (aunque incompleto) los días 20 y 27 de febrero y 6 y 13 de marzo. Casi al mismo tiempo se imprimió en el taller de Andrés Roderick, en Angostura, un folleto con la traducción al inglés hecha por James Hamilton, a fin de que su ámbito fuese universal.

También se imprimió en Bogotá, en abril de 1820, un folleto con el texto en español revisado por el propio Bolívar. Más adelante se publicaron otras ediciones en español, inglés y francés. Durante muchísimo tiempo el manuscrito original que leyó el Libertador ante el Congreso estuvo extraviado. En 1975, con un noble gesto, los miembros de la familia británica Hamilton-Grierson, descendientes de James Hamilton (quien lo había conservado en su poder) lo donaron a la Nación venezolana.

Diccionario de Historia
de Venezuela