Alberto Torres @albertotorres

El presidente de la Cámara de Empresas de Telecomunicaciones señala que cada operador, dependiendo de su realidad, hace ajustes progresivos que permitan mantener clientes y operatividad. El sector estima que la demanda de internet se triplicó con la pandemia y aún falta camino por recorrer para cubrirla.

Caracas. Durante años, el sector de telecomunicaciones fue uno de los más arrinconados por los controles de precios ordenados por las administraciones de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, situación que no solo provocó un “desfase” en las tarifas, sino que devino desinversión y desmejora de los servicios prestados, tanto por empresas públicas como privadas.

Aun con la liberalización parcial de la economía, adelantada por la gestión de Maduro desde finales de 2018, las empresas prestadoras de servicios de telefonía, internet y televisión quedaron al final de la lista de rubros que, paulatinamente, fueron ajustando sus precios a la realidad económica del país, como alimentos, vestimenta, salud, entre otros. 

Las estadísticas del Banco Central de Venezuela (BCV) avalan tal comportamiento, al menos en cuanto a los más de tres años que el país acumula con hiperinflación. En 2018, por ejemplo, la inflación general acumulada llegó a 130.060,24 %, mientras que la de comunicaciones alcanzó a ser 23.253,32 %.

Nuestro sector acumula un rezago de precios, que durante cuatro años estuvieron congelados. Eso muestra un panorama de cuál es nuestra situación y nuestra preocupación, porque la recuperación del valor del servicio es lo que va a permitir contar con flujo de caja para ejecutar inversiones”, asegura Pedro Marín, presidente de la Cámara de Empresas de Servicios de Telecomunicaciones (Casetel).

En entrevista con Crónica.Uno, Marín reconoció que las empresas agrupadas en Casetel “tienen una clara conciencia de la importancia que representa para la población” contar con acceso a los servicios que ofrece el sector, así como del problema del ingreso, que en ocasiones es incluso insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas.

Algunas operadoras, principalmente las de mayor alcance nacional, aún mantienen tarifas “preferenciales” o accesibles para un sector de la población. ¿Eso responde a una solicitud de las autoridades, para no perder clientes o por otra causa?

—Si se quiere prestar servicios hay que tener tarifas solidarias para el target de la población que no tiene acceso. Se están haciendo grandes esfuerzos para mantener operativos los sistemas, en su máxima capacidad, y hacer ajustes progresivos que puedan ir, de alguna manera, logrando equiparar el valor real de los servicios. Es muy importante recuperar ese valor, porque sin ello no se genera flujo de caja suficiente para hacer las inversiones necesarias.

¿Han logrado equiparar las tarifas a niveles que les permitan mantenerse operativos y/o mejorar el servicio?

—Durante cuatro años los precios estuvieron congelados y, con esta última gestión de Conatel (Comisión Nacional de Telecomunicaciones), se ha logrado retomar un poco la senda de los ajustes. Ejecutar las inversiones que se requieren permitirá satisfacer las demandas de los clientes, que ya venía con una tendencia de incremento, sobre todo durante la pandemia, cuando se triplicó la demanda de servicios como internet. La forma que tenemos, como sector, de responder a esos nuevos patrones de consumo, es invirtiendo. Nuestra aspiración, en el mediano plazo, es recuperar el valor para poder dar servicios de calidad con equipos de última generación.

¿Expandir la oferta de operadores, como ha hecho Conatel este año, es suficiente para satisfacer la demanda de usuarios?

—Aun en el país hay una distancia muy grande por recorrer en materia de satisfacer las demandas de los usuarios. Solo en la pandemia se triplicó la demanda de servicios de internet y las empresas no han podido hacer las inversiones para cubrir esa demanda. El que se otorguen más permisos hace que haya más competencia y eso, en cierto sentido, abarata los costos y logra llegar a más gente.

¿Las fallas o deficiencias de internet representan algún tipo de oportunidad para los operadores de TV por suscripción, contrario a lo que sucede en el resto del mundo?

—Televisión por suscripción es un sector en permanente cambio de renovación. El mundo está cambiando hacia una forma distinta de consumir contenido audiovisual, pero, por el momento, no se cuenta con la infraestructura suficiente para poder prestar servicios cónsonos con las nuevas plataformas y eso le está dando oportunidad a estas operadoras para que puedan prestar servicio por más tiempo.

¿Qué estrategias están aplicando las empresas para mantener sus servicios operativos y, al mismo tiempo, no perder clientes por el alza de los precios o las fallas que presentan?

—El compromiso de las empresas de telecomunicaciones es con el cliente, por encima de todo, y la coyuntura implica una adaptación de las operaciones en función del flujo de caja disponible de cada empresa. Se han adaptado los procesos y las estructuras para poder mantener el servicio operativo. Todas las empresas del sector están afectadas por las fallas, y compartimos los problemas, pero también las ganas de encontrar soluciones. Mantenemos una agenda activa con nuestro regulador (Conatel) a fin de subsanar estos problemas y poder brindar el servicio de la mejor calidad posible.

¿Los ajustes hechos han sido cónsonos con la variación del tipo de cambio?

—Toda nuestra estructura de costos se maneja en divisas. No hay ningún equipo o accesorio que se maneje en bolívares y se requieren enormes inversiones para prestar los servicios, todos los equipos son de alta tecnología y es necesario que se mantengan actualizados para poder prestar un servicio de calidad. Al haber sufrido años de rezago, nuestros ajustes no han podido hacer frente a las inversiones necesarias para actualizar tecnología y evitar la obsolescencia que nos afecta, los equipos que tenemos no son de última tecnología y eso hace que no seamos lo suficientemente eficientes.

Pedro Marín añade que las empresas del sector llevan años lidiando con incidentes de robo y vandalismo en las estaciones donde se encuentran sus equipos de transmisión, lo que obliga a las empresas a “destinar fondos para hacer frente a ese problema”, solución que puede tardar tiempos considerables dependiendo de lo que se restituya.

Telefónica Movistar, por ejemplo, informó recientemente que entre enero y mayo de este año registraron 118 eventos de robo y vandalismo en sus estaciones y 25 cortes de fibra óptica. En ese mismo lapso, la empresa de televisión por suscripción, Inter, registró más de 15.000 dólares en pérdidas por hurto y robo de activos. 

El presidente de Casetel afirma que las fallas eléctricas, además de hacer que el servicio sea de baja calidad, “obliga a hacer inversiones” en plantas de emergencia, generadoras o sistemas de banco de batería para suplir los cortes en las estaciones, situación que ahora está siendo afectada por la falta de diésel para llenar los tanques de las plantas.

Se hacen todos los esfuerzos posibles para tratar de minimizar el impacto de este problema, pero se hace muy difícil, porque la generación de energía propia, que sustituya de cierta manera a la que provee Corpoelec, es sumamente costosa. Si no tenemos flujo de caja para invertir en equipos, se hace difícil también para sistemas de energía”.

El representante de Casetel destaca que en la actualidad todos los servicios de telecomunicaciones requieren seguir haciendo ajustes en sus estructuras de costos, pues las inversiones son mayormente en divisas. Hoy en día solo las operadoras de telefonía mantienen tarifas en bolívares, que son ajustadas mensualmente aun cuando hay poca variación del tipo de cambio.

Cabe destacar que en 2020, el dólar estadounidense tuvo un aumento de 2275 % en su tasa oficial, mientras que la inflación de comunicaciones fue casi el doble (4085,25 %). Para este año, según la data disponible del BCV hasta mayo, el comportamiento es el mismo, con 365 % de inflación en el sector y una variación de 181 % en el valor del dólar.