Hoy recibimos la extraordinaria noticia de la obtención de la segunda medalla de plata olímpica de Tokio 2021 por parte del pesista Keydomar Vallenilla, después que días antes Julio Mayora también se encaramaba en el pódium en la misma disciplina. Son pequeños bálsamos en un país donde sólo estamos acostumbrados a recibir malas noticias y en donde resulta cuando menos milagroso que cualquier atleta que no sea Yulimar Rojas o Robeilys Peinado pueda salir de la diferencia que significa “Participar” y “Competir”, y no es que en Venezuela no exista talento, que de hecho sobra, sino porque ser atleta amateur aquí implica un sacrificio que va más allá de lo estrictamente deportivo. Si alguien debe luchar con la mayoría de condiciones adversas, esos son los deportistas en Venezuela y no es que uno solamente se dedique a criticar al país o sus instituciones, es que no es un monopolio de la Robolución, desde hace mucho tiempo atrás el deporte ha sido relegado por la mayoría de los gobiernos, con el añadido que las grandes transnacionales del deporte, siguen alejando de los países subdesarrollados las posibilidades de competir y desarrollar el talento deportivo en condiciones sino igualitarias, al menos similares. Y llegamos a los ejemplos, nuestra ciudad, la Capital del Estado más grande y rico de Venezuela no tiene una pista de atletismo, cuando puntualizó el calificativo de “pista”, no me refiero al ovalo con las medidas reglamentarias, me refiero a la superficie de tartán o poliuretano que se requiere para el desarrollo de la disciplina, los únicos sitios de entrenamiento son el Estadio Heres donde se corre alrededor de la destartalada cancha de futbol sobre una superficie irregular de tierra y la nunca concluida pista de la Villa Olímpica que de olímpica lo único que tiene es el nombre y que aún tiene la base de concreto con un baño asfaltico, donde se instalaría la superficie de tartán quemada en un oscuro y nunca aclarado suceso que convirtió en cenizas lo que sería la única pista con que contaría nuestra capital, aún en un rincón del estacionamiento se encuentran cientos de cilindros oxidados de adherentes para la frustrada instalación. Examinar los implementos utilizados genera una mezcla cólera-graciosa al comprobar por ejemplo que el colchón para el salto alto y de pértiga, sólo poseía una parte de sus cuatro márgenes medianamente habilitada para recibir la caída del atleta, si te salías de su tierra prometida podías caer en la parte donde no quedaba ni resortes ni goma espuma exponiéndote a lesiones graves, las pértigas, jabalinas, martillos y demás, parecen escombros del Titanic sin contar con las instalaciones sin un vestuario decente, un baño con agua o una enfermería equipada, lo poco o mucho que pueda generarse lo hacen los atletas con su particular sacrificio costeando de su propio peculio la inversión que requiere el desarrollo de las disciplinas, unas zapatillas de clavos profesionales pueden llegar a costar 1200$ en un país donde el sueldo mínimo no pasa de 3 dólares mensuales, la alimentación requerida, los combos de vitaminas y suplementos, la ropa adecuada, medicinas y atención preventiva, entrenadores, cronometristas, traslados a competencias etc, hay casos puntuales, la lanzadora de bala Aimarha Espinoza obtuvo su derecho a participar en la cita olímpica por particular sacrificio, entrenaba sola en un estadio de béisbol, sin apoyo, entrenador, ni implementos, todos los días en San José de Rio Chico perforaba el duro suelo con sus lanzamientos hasta obtener las marcas mínimas y el reconocimiento del Comité Olímpico Venezolano para participar en la justa, no hubo un promotor, un comerciante, patrocinante o romántico apostador que asumiera parte de los gastos que genera la preparación del atleta, porque para las estrellas como Yuli, Robeilys, Limardo o hasta Daniel Dhers a lo mejor sobran porque son unos consagrados, conocidos y garantía de medallas, la proeza es de estos ilustres desconocidos que contra todo pronóstico treparon en un podio donde la mayoría del país lo veía como el Everest, se colgaron su medalla y se consagraron para la posteridad luchando en contra de todo y demostrando que pese a las dificultades y desigualdades, los esfuerzos al final siempre valen la pena. ¡Orgulloso de esos héroes¡. Seguiremos conversando. [email protected]