La comisión de Salvación de Ciudad Bolívar integrada por personalidades, ex alcaldes, diputados, concejales, dirigentes sociales y cultores de la ciudad sostiene que durante la celebración de las feria del Orinoco de este año, hubo un retroceso, en cuanto a la salubridad de los asistentes por falta de baños químicos, lo que convirtió a muchas esquinas del casco Histórico en letrinas públicas que ya habían sido superadas.
La ausencia de peces en el malecón, convirtió gran parte del sector de los tarrayeros, en pescaderías, con pescados traídos por caveros desde Caicara, Las Majadas, Las Bonitas, y otros puertos del oeste del estado, no tiene razón de ser. Los emprendedores fueron severamente castigados con tratos impuestos por los agentes de seguridad quienes al final solicitaban aportes en efectivo y en especies, para permitirles ubicarse en los sitios previamente asignados, que no les permitían muchas ganancias debido all exceso de vendedores. La escasez de agua filtrada para la preparación de comidas, bebidas y limpieza de utensilios, puede convertirse en un vehículo para contagio de enfermedades gastrointestinales como diarreas y amibiasis.
Si bien es cierto que no hubo feria del pote, no menos cierto fue la proliferación de ventas de cervezas en botellitas y vasos plásticos que eran lanzados a las áreas verdes. La seguridad en el paseo Orinoco fue cuantiosa pero a dos cuadras del paseo hacia el cuadrilátero histórico aumentaron los robos y otros hechos delictivos.
Por otro lado, las ferias son una oportunidad para proyectar la cultura, la música, las artes escénicas y no solo parrandas de raguetón. El ajedrez y la pintura fueron marginadas en la voracidad de la música estridente sin muestras de Lauro, ni Festival de Guitarra de fama internacional ni muestras de nuestros pintores locales.
Evitemos que el espacio de la Feria Navideña sea otra oportunidad para regar de excrementos y orín las paredes, frentes y Santamarías de negocios y residencias en las calles transversales.