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Venezuela, entre malos y malditos | por Américo DeGrazia

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“Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos”

Martín Luther King 

Upata, 15 de Mayo del 2023.

Américo De Grazia. 

El pasado jueves 20 de abril, en la plaza de “El Cacique”, un asentamiento indígena ubicado en el parque nacional Yapacana, Edo. Amazonas, fue ejecutado el secuestro de la joven madre y esposa, Yerimar Carrasquel; el ELN y su comandante en la zona, “Alex Bonito”, fueron vistos perpetrando el hecho pública e impunemente, ante la inacción de los cuerpos de seguridad.  

Las autoridades hacen caso omiso, invisibilizando tal atrocidad, con una desentendida y permisiva postura que empodera al ilegal e inconstitucional brazo armado del gobierno. Ningún organismo público se ha pronunciado; a nivel regional o nacionalmente ningún Gobernador o Alcalde se ha expresado al respecto; el ejército, tan bocón con el “Proyecto Roraima”, no ha dicho absolutamente nada, el CICPC se distrae detrás del telón, la GNB no se da por enterada, el SEBIN guarda sospechoso silencio, DGCIM se calla de manera ruidosa; la fiscalía tan diligente con Paraqueima, no se manifiesta, en la defensoria del pueblo, nadie se acuerda de su existencia; la policía nacional aún no se ha enterado y la policía de Amazonas está muy ocupada resguardando las colas para la gasolina… En fin, solo los familiares y amigos optan por hacer ruido (hasta donde las redes lo permiten), en medio de la absoluta orfandad y desamparo de los cuerpos de seguridad, instituciones jurídica y otros entes gubernamentales.

Este tipo de hechos ocurre en nuestro territorio, porque el régimen ha convertido todo el sur del Orinoco en santuario de los narcosterroristas del ELN. Es aquí, donde se fortalecen económicamente con el oro de sangre y minerales en conflicto, donde tienen ubicación privilegiada para operar las minas de oro más rentables, las extracciones de coltán en Parguasa y diamante en Guaniamo. El Parque Nacional Yapacana es un aliviadero, zona aurifera, punto de enlace con aeropuertos equidistantes de Colombia, Brasil, Guyana y obviamente, las urbe venezolanas. Bajo la protección y refugio que les otorga el régimen venezolano, estos grupos se fortalecen económicamente, equipados militarmente y legitimados territorialmente. A esta realidad que está al margen de la ley y de la cual sólo conocemos la punta del iceberg, nos enfrentamos a diario. 

En otra geografía, puntualmente en Brownsville, Texas, EE. UU., el domingo 07 de mayo del corriente, a las 08 am, el sicario mexicano George Álvarez, en un acto terrorista y terrorífico, arrolló con su vehículo a dieciocho (18) venezolanos que se disponían a trasladarse desde su refugio oficial hasta sus distintos puestos de trabajo; ocho (08) de ellos, murieron instantáneamente, los otros diez (10) se debaten entre la vida y la muerte. Nuestros hermanos llegaron a Texas, atravesando el Darién, el río Bravo y toda suerte de desventuras, huyendo del hambre, la angustia, la pobreza, el desamparo y la desesperanza, sembrada por el oficialismo en los últimos veinticuatro (24) años. 

Ambos hechos, en Amazonas y Texas, son la clara exposición de la turbulenta vida que nos agita el alma. Los venezolanos estamos pasando las de Caín, tanto en el insilio como en el exilio, ¡desafortunada realidad! Tal como señala el filósofo español, Fernando Savater, los seres humanos en la historia universal, se clasifican en tres categorías; “los buenos, los malos y los malditos”. En el caso que nos ocupa, las víctimas venezolanas, en Yapacana o Texas, son gente humilde y buena, que solo intentan sobrevivir. «Los malos» están plenamente identificados, el terrorista “Alex bonito” del ELN y el sicario mexicano George Álvarez. En cambio “los malditos” son aquellos que invocan ficticiamente, una revolución en nombre del hombre nuevo, la justicia social, los trabajadores, la independencia, la paz y la libertad; pero en la práctica, en la realidad, su única obsesión es el poder; un poder desvirtuado, donde ha existido una clara metamorfosis: «la de un país democrático a un país donde se escenifica algo que supera al infierno de Dante», y, para el mantenimiento y profundización de ello, le es vital la asociación estratégica con terroristas y simultáneamente, empujar a sus connacionales fuera de sus predios. 

¿Solución? En las presidenciales nos toca el derecho palabra.