Hay noticas que te tocan las fibras más delgadas del corazón, la empatía con las víctimas termina por involucrarte y sentirte parte de su drama y como tuyas las heridas que dejan a su paso. “Quien tiene un hijo, tienes todos los hijos del mundo” afirmó uno de mis poetas favoritos Andrés E. Blanco, yo añadiría también una familia. Un viaje familiar el pasado 3 de Septiembre en una lancha desde el Puerto de Carenero en Higuerote hasta la Isla de la Tortuga se transformó en la peor pesadilla para la familia Clambor y sus acompañantes, un recorrido de 56 millas náuticas, un poco menos de 100 kilómetros que pueden ser recorridos en un lapso de dos a cuatro horas dependiendo la embarcación y las condiciones de navegación, nunca se concretó, la fatalidad se empeñó en truncar la voluntad de los protagonistas, cuentan los testigos que las victimas salen en compañía de otra embarcación desde el puerto de zarpe y por razones desconocidas la lancha Thor decide regresarse al puerto por algún desperfecto, regreso que no concreta y decide continuar el viaje a su destino inicial en solitario, condiciones de mal tiempo y muy probablemente errores humanos, el coctel perfecto de la fatalidad, causan la fractura del casco de la nave y el naufragio de sus 9 ocupantes. No hubo nadie que percibiera la ausencia de la familia hasta el momento que la otra embarcación que salió con ellos regresa al puerto de zarpe el domingo en la tarde y puede evidenciar que aún se encontraban allí los vehículos de la familia, dando aviso a las autoridades, las cuales comienzan la búsqueda al día siguiente, recibiendo la ayuda de un piloto de una aeronave que paso la novedad en el aeropuerto de unos náufragos en un bote inflable, produciéndose el rescate de los dos niños de 2 y 6 años, la niñera y el cadáver de la madre de los menores. Y aquí viene la parte más dramática de la tragedia, los niños se encontraban flotando en un barquito inflable de esos que uno compra en cualquier feria de playa para que nuestros hijos pequeños jueguen en la orilla, mientras que los adultos se encontraban flotando sobre una cava o heladera plástica usada para conservar los alimentos, en esas precarias condiciones pasaron esas víctimas 3 noches y 4 días hasta el momento de ser rescatados, la madre según versiones de la niñera, logró mantener hidratados a sus pequeños hijos amamantándolos para que no perecieran y protegiéndolos del sol para que no se insolaran, sacrificio que le costó la vida porque falleció algunas horas antes de ser rescatados.

No valen las críticas en torno a las fallas en los protocolos de navegación, no hubo ningún organismo ni funcionario que comprobase que la embarcación había llegado a cualquiera de los puertos cercanos a la travesía, tampoco reportes radiales periódicos de ubicación, rastreos de radares etc, ninguno de los rescatados tenia chaleco salvavidas, tampoco bote de emergencia, en fin, no es el objetivo criminalizar a las víctimas o autoridades, la mayoría de nosotros piensa de la misma manera, que la tragedia nunca tocara a nuestra puerta, por eso nos cuesta usar el cinturón de seguridad, tener extinguidores en nuestros negocios o un botiquín de primeros auxilios en nuestro automóvil u hogar, nos creemos inmunes a las desgracias y cuando tocan, vemos actos de heroísmos increíbles como el de Mariely Chacón que quedara en la memoria de tantas madres que se vieron reflejadas en su desespero, arrojo, valentía y por sobre todas las cosas maternidad, que permitió darle vida por segunda vez a sus pequeños hijos, que por magia del poeta por unos días se transformaron en los hijos de todos nosotros, Dios les conceda el descanso eterno a esa heroína y permita el milagro de encontrar con vida a los otros cinco desaparecidos. Seguiremos conversando.

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