A una semana de que cierre el lapso de postulaciones e inscripción de candidaturas el panorama es muy distinto al de 2017, pero ¿por qué la oposición que hay ahorita no es la misma que fue en bloque y ganó cuatro gobernaciones hace cuatro años?
Roger Ruiz
“Es fundamental e impostergable reconstruir la unidad de la oposición con una visión compartida que garantice el retorno a la democracia, el estado de derecho y una gestión eficiente que permita atender la emergencia social que vive el país”, con este breve párrafo, los actuales dirigentes de la tarjeta Mesa de la Unidad Democrática (MUD) José Luis Cartaya y Ramón José Medina exhortaron a los partidos de la anterior unidad democrática a que retomaran la senda electoral rumbo al 21 de noviembre de 2021.
Y es que 2017, fecha de las últimas elecciones de alcaldes y gobernadores, también fue la última oportunidad cuando la oposición a Nicolás Maduro se unió en unas elecciones. ¿Por qué aquella llamada unidad de 2017 no es la misma de ahora? El #GuachimánElectoral consultó con especialistas para comparar los momentos políticos de la oposición en 2017 con el actual 2021.
De la Unidad a la no unidad
Quizás desde 2017 haya pasado un centenar de acontecimientos que reconfiguró a las fuerzas opositoras, al punto de que algunos de los candidatos de ese tiempo ahora se agruparon en otra alianza para ir contra quienes decidan plegarse a la tarjeta MUD y contra el chavismo, que ya definió candidaturas unitarias.
“Había una oposición que funcionaba bajo la Unidad Democrática, había mucha más unidad de cuerpo, de criterio y más claridad de estrategia en lo que se quería hacer. Ahora tienes una oposición que deja ver sus rencillas internas, sus desacuerdos, todo a la luz pública y, por supuesto, eso pone en evidencia las fisuras entre la propia oposición democrática”, recordó la politóloga Carmen Beatriz Fernández al contrastar el momento político de 2017 con el presente 2021.
Benigno Alarcón Deza, profesor y director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), indicó que la clave de la fractura opositora pasa por la visión de las diferentes partes acerca de las elecciones. “El debate, para votantes y partidos siempre es si la elección sirve para algo. El tema básicamente es que la gente tiene el temor de que participar en la elección termine fortaleciendo al gobierno, en vez de debilitarlo”, aseguró.
Alarcón también señaló que la mayoría de los sectores de oposición está a favor de participar en elecciones, excepto un pequeño grupo. “La mayoría de los partidos de la oposición está de acuerdo en participar en elecciones. La diferencia es que hay partidos que reclaman más garantías y otros que se conforman con menos condiciones”, acotó.
Cuando quedan menos de dos semanas para que finalice el lapso de postulación e inscripción de candidatos todavía los partidos de la oposición consolidada, el llamado G4, no se han manifestado sobre si se plegarán o no a la tarjeta MUD.
Alarcón agregó que, en la actualidad, el chavismo pretende sustituir a la oposición unitaria, liderada por Juan Guaidó y los partidos del G4, por los partidos minoritarios de la “Alianza Democrática”, antes conocida como “la Mesita”, para generar dispersión del voto en los ciudadanos. De hecho, recientemente esta coalición presentó una lista de candidatos entre los que destacan Luis Parra, Laidy Gómez, y Henri Falcón, quienes fueron candidatos de la MUD en 2017.
Según Simón Calzadilla, quien en 2017 impulsó candidatos a la MUD desde el Movimiento Progresista de Venezuela (MPV), hay una diferencia sustancial. “Hoy contamos con un gobierno interino que es reconocido por más de 60 naciones y también hay un apoyo internacional importante de América y la Unión Europea. Eso es algo que nos diferencia muchísimo de las condiciones que teníamos en 2017”, dijo el líder político, quien se muestra a favor de la participación opositora en el terreno electoral.
Cancha menos inclinada
De acuerdo con Carmen Beatriz Fernández, las condiciones electorales en Venezuela han sido una “cancha inclinada” en la que el chavismo corre con las mayores ventajas. “En cada proceso electoral, desde 2013, ese símil de la cancha inclinada se hacía cada vez más evidente hasta que, finalmente, se convirtió en una cancha vertical donde todos los goles son del oficialismo. Y 2017 fue un año electoral con la cancha más inclinada que se recuerda”, aseguró.
La “cancha inclinada” que refiere la politóloga no solo fue con las condiciones electorales, sino con lo que vino después: los cuatro gobernadores de oposición que ganaron tuvieron que juramentarse ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para poder ejercer; aun así el chavismo les asignó “protectores de estado” o mandatos paralelos que hoy siguen vigentes.
Fernández también destacó que hay mejoras en la conformación de un sistema electoral menos desequilibrado que el de 2017 y que, aunque no tiene que ver directamente con la fuerza opositora, se relaciona en cómo concibe la oposición que pudiera ser la participación. “Hay un elemento diferenciador que es mejor en 2021 que en 2017: la existencia de un tribunal electoral cuantitativa y cualitativamente mejor. Sin embargo, hay una cantidad de condiciones electorales que fue mala en 2017 y sigue mala en 2021 y, a menos de que cambie, representará una afrenta antidemocrática y una caracterización de lo que significa votar en dictadura”, añadió.
En la misma línea que Fernández, Alarcón coincide en que las condiciones electorales siguen siendo insuficientes. “Si vemos los órganos subalternos del Consejo Nacional Electoral (CNE) tenemos que por cada dos rectores con inclinación oficialista hay uno de oposición o independiente. Eso hace que evidentemente el control del CNE se mantenga en pro del oficialismo. Es una ganancia tener a dos rectores independientes en la junta directiva, pero no es suficiente”, expresó.
Por último, ambos analistas concluyen en que ir a elecciones sin candidaturas unitarias de la oposición solo favorece al chavismo. “Si la oposición va a ese proceso electoral dividida o sin candidatos claramente definidos, lo que tiende a generarse es una enorme dispersión del voto, que es a lo que el gobierno apuesta como estrategia”, expresó Alarcón. Mientras que Fernández apuntó que si la oposición va lo suficientemente dividida, y con un gran número de electores sin disposición clara a votar, “Maduro puede ganar, otra vez, en noviembre”, finalizó.