En Guayana no hubo testimonios públicos de rechazo y condena, a nivel de sus sectores de vida provincial, a la violencia y destrucción que se registró en el país entre 1813 y 1814. Dejó un saldo, aproximadamente, de 60 mil muertos. El 1814 es calificado como el año “terrible” en la guerra por la independencia de Venezuela del yugo de dominación colonial de España. El silencio provincial se debió, entre otras razones, a que dichos sectores estaban sometidos por el poder español, el cual controlaba el gobierno, el comercio, los propietarios, el ejército, el clero secular y regular. Esta posición silente contrastó con los contradictorios y notorios hechos que asumió la elite social, política y económica guayanesa frente a los acontecimientos caraqueños del 19 de abril de 1810. Este comportamiento se inicia cuando el 10 de mayo del mismo año el Ayuntamiento de Caracas notificó al de Angostura su decisión, en respuesta a la invasión napoleónica de España, de asumir, con una Junta Suprema, conservadora de los derechos del rey Fernando VII, el gobierno de las provincias que conformaban la Capitanía General de Venezuela, entidad territorial establecida por la corona española el 8 de septiembre de 1777.
Voltereta por no haber población criolla culta
El 12 de mayo el Ayuntamiento angostureño celebró un cabildo abierto que aprobó su respaldo a la Junta Suprema de Caracas, que el 19 de abril procedió a desconocer y destituir al capitán general español Vicente Emparan. “La adhesión de la Provincia de Guayana apenas duró 23 dias”, afirma el historiador y periodista Américo Fernández en Historia del Estado Bolívar (2005), porque el 13 de junio la Junta Superior Provincial Gubernativa de Guayana, que sustituyó y arrestó al entonces gobernador Felipe Inciarte, desconoció a la Junta de Caracas y reconoció al Consejo de Regencia de Cádiz, España, acto con el que se subordinó al gobierno español. Esto se produjo por el influjo político y económico de los franciscanos observantes. Esta orden religiosa exigió la ejecución de la medida para aceptar su participación con un representante en la junta guayanesa, según señala Hildelisa Cabello Requena en Historia Regional del Estado Bolívar (1996). A juicio de esta historiadora, Premio Nacional de Historia 2020, “las características sociales, económicas y políticas que privaron en el desarrollo colonial de la provincia de Guayana explican por si solas su actuación ante el movimiento de 1810”. Cabello Requena, citando a Manuel Alfredo Rodríguez, destaca también como otro factor para los guayaneses no participar en dicho movimiento la “inexistencia de una población criolla culta, económicamente desarrollada” en la región.
Presos defensores de Junta de Guayana
La Junta de Guayana fue disuelta. Varios de sus defensores fueron detenidos. A los cabecillas los desterraron a España y Puerto Rico. Juan Crisóstomo Roscio, elegido segundo alcalde en las elecciones de enero, integrante de la Junta disuelta, fue fusilado el 24 de junio de 1913 en la prisión de Puerto Cabello, dice Américo Fernández en su mencionada obra. Las autoridades municipales electas en enero de 1810 volvieron a sus funciones. El coronel Matías Farreras fue designado como gobernador de la provincia.
Angostura importante foco realista de Venezuela
Hasta 1817 Guayana fue uno de los más importantes focos realistas de Venezuela. Ejerció un rol pasivo, de observador y colaborador, de fidelidad a la corona española. En 1811 los realistas angostureños aplastaron un fallido intento de tropas patrióticas de asaltar a la capital provincial de Guayana. Desde los primeros meses de 1811, las fuerzas españolas de la provincia de Guayana, con base de operaciones en Angostura y las fortalezas de Guayana La Vieja, comenzaron a hostigar a los rebeldes venezolanos, afirma Manuel Diaz Ordoñez en La real armada y el control del Orinoco en la primera parte de la independencia venezolana: la batalla de Sorondo (2009). Esta batalla ocurrió el 26 marzo de 1812 rio abajo, frente al cerro Sorondo. Los republicanos, derrotados en el encuentro, registraron una baja de 250 muertos, 150 heridos, 538 prisioneros, 28 oficiales rendidos, tres buques incendiados y 28 embarcaciones capturadas o hundidas. Con una flotilla de 22 embarcaciones y una fuerza militar de choque, al mando de Francisco de Quevedo, los realistas guayaneses recorrían el Orinoco de este a oeste destruyendo por completo las poblaciones insurgentes. Sobre esa actuación militar realista y la reacción frente a la misma por parte de la dirigencia independentista Cabello Requena dice, en su mencionado libro, que “desde Caracas, Cumaná y Barcelona se enviaron tropas patriotas al Orinoco, las cuales fueron de fracaso en fracaso hasta los sucesos de 1817, cuando la ofensiva patriota logra incorporar a Guayana a la causa por la independencia….”.
Hambruna en la Angostura sitiada
Con la caída de la Angostura realista en 1817, Guayana pasó a ocupar un papel protagónico y estratégico fundamental en beneficio de la contienda libertadora, venezolana y suramericana. El Libertador Simón Bolívar visitó por primera vez a Angostura el 11 de agosto, casi un mes después de la ocupación de la capital provincial por las tropas del general patriota José Francisco Bermúdez. La población angostureña, sitiada por tropas republicanas durante siete meses, a partir de enero de 1817, padeció una hambruna, miseria y otras privaciones. La gente para alimentarse sacrificó caballos, mulas, perros, gatos. Comió también ratas, cueros de pelo, matas, raíces de plátanos y de otras plantas, según la versión del capitán español Rafael Sevilla que recoge Manuel Alfredo Rodríguez en Bolívar en Guayana (1971). Entre los sitiados unos oficiales y civiles realistas conspiraron contra el gobierno español con el propósito de entregar la plaza de Angostura a los republicanos. Ocho comprometidos en la conspiración fueron decapitados. Otros cinco del complot los fusilaron, según el historiador Asdrúbal González en Manuel Piar (1979), citado por Cabello Requena en su referida obra.
30 barcos transportan ciudad evacuada
El brigadier Manuel de La Torre evacuó la ciudad en la noche del 16 y la madrugada de 17 de julio, al embarcar 1400 civiles de ambos sexos y la guarnición en 30 bergantines, goletas, barcazas y curiaras por el Orinoco hasta Guayana La Vieja, cuya guarnición de 600 efectivos también fue evacuada el 3 de agosto. El jefe militar español adoptó esa decisión al no tener otra opción viable, toda vez que llegó a la capital provincial guayanesa debilitado en su prestigio, después de escapar con varios oficiales y soldados de San Félix al sufrir, comandando un ejército de 1300 monárquicos, una contundente derrota en la histórica batalla de Chirica en la tarde del 11 de abril de 1817, cuyo vencedor fue el general en jefe Manuel Piar, quien fue el primero entre los próceres independentistas en plantear una visión geopolítica sobre la importancia estratégica para liberar la provincia de Guayana de las fuerzas españolas. La Torre, en su condición de jefe militar de Angostura y Guayana la Vieja, tenía la misión, ordenada por el jefe realista Pablo Morillo, de recuperar los 27 pueblos de misiones establecidos en la ribera del rio Caroní, administrados desde 1724 por la orden religiosa de los capuchinos catalanes. Estos pueblos fueron ocupados por los patriotas entre el 30 enero y el 6 febrero de 1817. Fue con la finalidad de usar sus recursos agrícolas y ganaderos para alimentar las tropas. Entre las medidas que aplicaron destaca la suspensión del envío de alimentos a la capital provincial, para someter a la población a pasar hambre y lograr su rendición.
20 capuchinos catalanes degollados y quemados
El 7 de mayo 20 capuchinos catalanes, quienes apoyaban al rey de España y dos civiles, detenidos en el convento de San Ramón de Caruachi, fueron ejecutados a orillas del Caroní por la guarnición de indios del ejército republicano. Los cadáveres fueron incinerados y los restos los echaron al rio, afirma Manuel Alfredo Rodríguez en Bolívar en Guayana. Este destacado historiador guayanés señala igualmente que los responsables del degüello colectivo de las víctimas fueron el teniente coronel Jacinto Lara y el capitán Juan de Dios Monzón. Los patriotas declararon a Upata capital de la Guayana independiente y sede de la capital provisional de la III República, después de arribar a esta villa donde instalaron el cuartel general. La degollina fue calificada de venganza por los crímenes perpetrados por los realistas el 7 de abril de 1817 en la Casa Fuerte de Barcelona, donde asesinaron a niños, mujeres, ancianos y enfermos que estaban refugiados en ese recinto. Sobre quién dio la orden para ejecutar a los religiosos, del que los republicanos no se responsabilizaron, Américo Fernández en su crónica titulada La degollina de los misioneros (2013) se pregunta: “Cómo se llegó hasta ese hecho realmente monstruoso? ¿Por orden de quien se ejecutó y hasta dónde la responsabilidad del Padre José Félix Blanco, administrador de las Misiones y del coronel Jacinto Lara, quien un dia antes del funesto suceso había sustituido al oficial piarista, capitán Juan Camero, del mando militar de las Misiones?”.