“Cómo podemos enfrentarnos al crimen organizado. Junto con la corrupción y el narcotráfico, ha constituido una fuerza que no es paralela al Estado. Es realmente un Estado dentro de él.”
RIGOBERTA MENCHÚ
Upata 18 de Septiembre del 2023
Américo De Grazia
Yapacana es uno de los 44 parques nacionales constituidos a lo largo y ancho de Venezuela, decretado como tal el 12 de Diciembre de 1978, durante la gestión ambiental del entonces Presidente Carlos Andrés Perez, con una extensión de 3200 km2, ubicado en el Amazonas, entre los ríos Ventuari y Orinoco. Como recursos escénicos destaca el Tepuy con su epónimo y toda la riqueza de su flora y fauna única en el planeta tierra. Los estudios preliminares a la creación del parque, en 1976, confirmaron la inexistencia de grupos humanos en la zona. Pero en 1980, garimpeiros brasileños incursionaron en la actividad minera induciendo en la actividad a algunos grupos indígenas. Las autoridades de entonces actuaron eficiente y oportunamente; controlando y desalojando las áreas afectadas. Pero, desde el 2004 hasta nuestros días, la actividad depredadora ha ido incrementándose, hasta convertirlo en el parque ecológicamente más afectado, a pesar de su ubicación geográfica.
La bulla del “arco minero de Maduro”, si bien es cierto, no incluye de modo oficial al parque, de modo fáctico lo sobre expone. Es así, como se practica libremente la minería, se estimula a los pueblos indígenas a colonizar sus predios, toda la actividad ciudadana se cotiza en oro; comida, servicio eléctrico, telefonía satelital, internet, gas, combustible, mercurio, “material estratégico”, todo se comercializa en oro. Convirtiéndose los altos oficiales de las FANB, en los operadores mercantiles del ilícito mercado.
Con la venia y el place del régimen, la administración y el cobro de vacuna por ejercer la actividad minera, reposa en el “frente José Daniel Perez Carrero”, del ELN, con Wilmer Albeiro Galindo, alias “Alex Bonito”, como 2do Comandante. Quien días antes, de la operación armada de desalojo, ejecutada por las FANB, los “elenos”, fueron reubicados al norte del Yapacana, en las riveras del rio Ventuari, para continuar con los privilegios otorgados por el régimen, en su condición de aliados políticos y estratégicos; mientras perseguían, asesinaban y desalojaban al restos de los pobladores indígenas y mineros a plomo y sangre.
La masacre de Yapacana reporta hasta ahora 10 muertos y centenares de heridos, obviamente es la última en ser ejecutada de manera pública, notoria y comunicacional, más no fue la primera y sospecho no será la última. Llevamos registro de masacres similares desde el 26 de Septiembre del 2006 en Muzupa, rio Paragua, en Tumeremo, Ikabarú, Kumarucupay, Guasipati, El Callao, El Manteco, el Caura, El Dorado, Las Claritas, etc. El ciclo criminal es un protocolo sistemático para garantizar el control del saqueo del oro de sangre. Usan los pueblos indígenas de guías de exploración, los exponen de vitrinas mineras con legitimidad territorial, les brindan facilidades operativas, luego les ofrecen seguridad con la narco guerrilla del ELN, ante amenazas latentes y finalmente determinada la rentabilidad de la mina, se procede al desalojo para garantizar operadores más confiables. Esa es la garantía ofrecida por Maduro al capitalismo salvaje de la China comunistas; para honrar la deuda contraída por Chávez con el Fondo Chino.
Un promedio de 30 mil toneladas de oro por año son sustraídos al sur del Orinoco, de eso, solo reportan al BCV menos del 1% como producto interno bruto. En diamante y coltan, el ingreso al fisco nacional, se reduce a CERO. El “arco minero de Maduro” es una organización criminal sin precedentes en la historia del país, desde la llegada de Colón a nuestro dias. Revertir este oscuro presente, pasa por realizar las primarias presidenciales del próximo 22 de Octubre, presentarnos con un solo candidato y una sola tarjeta electoral; para ejecutar un cambio de modelo que nos permita salir de la barbarie extractivista y enrumbar el país por senderos diferentes.