Para expertos como Manuel Orozco, director del Centro para la Migración en Creative Associates, sin remesas el nivel de inflación en la nación sudamericana «sería mayor». El país se dirige a su cuarto año en hiperinflación.

Belén Mora

WASHINGTON DC — Una de las áreas en que mayor impacto ha causado la hiperinflación en Venezuela es en las remesas. Si bien hasta hace unos años un envío de 100 dólares podía ayudar a toda una familia a cubrir sus gastos de comida y medicamentos por un mes, hoy la realidad es totalmente diferente.

El envío de remesas a Venezuela se mantiene en franco crecimiento. Desde 2018 -y en coincidencia con el incremento de migrantes venezolanos en la región- el número de hogares que dependen del dinero de familiares en el exterior aumentó del 5% en 2016 al 35% en 2021.

“El impacto más importante es que les ha permitido tener un ingreso con el cual pueden obtener alimentos, pero no les está resolviendo todas las necesidades que se requieren en este momento en una sociedad moderna”, afirma a la Voz de América Manuel Orozco, director del Centro para la Migración en Creative Associate y analista senior de Diálogo Interamericano.

Cerca de tres millones de hogares venezolanos dependen de las remesas, de acuerdo con un reciente estudio de Creative Associates en Washington. El promedio de los envíos desde Estados Unidos va desde los 700 dólares a los 3.000 dólares anuales. Una cifra que, según expertos, responde a factores vinculados con el país de origen.

Orozco sostiene que el envío de remesas no ha variado, excepto en el 2020 cuando caen un 20%. “El inmigrante envía de acuerdo con dos cosas, sus niveles de ingresos y los costos de vida en el país de origen”, indica el especialista.

Ahora bien, ¿cómo impacta la hiperinflación en Venezuela a las divisas que se reciben desde el extranjero?

En ese sentido, María Rodríguez, venezolana en EE.UU, comenta a la VOA: “El dinero, no les rinde igual. Antes les alcanzaba para más cosas, ahora tienen que comprar menos cosas o utilizarlo en cosas mucho más necesarias y no se pueden dar tantos gustos como se podían dar antes”.

Rodríguez vive en Estados Unidos desde hace tres años y medio y envía dinero para sostener a sus tres hijos y a su madre, en Venezuela. Dice que la fluctuación del tipo de cambio y el alto costo de algunos productos, son los principales desafíos a la hora de considerar si enviar dinero o productos.

“Hay cosas que no vale la pena comprar allá o hay cosas que no vale la pena mandar desde aquí, que allá se puede conseguir un poquito más económico, en relación al cambio”, explica Rodríguez.

De acuerdo con expertos, en los últimos años, el envío de divisas se ha convertido en un factor fundamental para el gobierno de Venezuela. Con transferencias que oscilan entre los 3.000 y los 4.000 millones de dólares anuales, las remesas representan el 5% del producto interno bruto.

Desde 2018, el presidente Nicolás Maduro anunció facilidades para la recepción de remesas, creando una plataforma que facilita el pago en criptomonedas.

“Ahorita el gobierno está flexibilizando aún más las cosas, porque sabe que Venezuela es una economía dolarizada toda vez que el país no está generando riqueza y el dinero que está entrando, está entrando de afuera, por la vía predominantemente de las remesas”, señala Orozco, del Centro para la Migración en Creative Associates.

El especialista no descarta que, en el corto plazo, además se produzca una mejora en las redes de pago, con lo que empresas de remesas empiecen a ofrecer transferencia de dinero por medios oficiales.

La situación con las remesas podría generar beneficios para los venezolanos y una relativa estabilidad macroeconómica a corto plazo, pero que, según expertos, no resolverá la crisis económica del país.

Voz de América