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Maduro inhabilitado | por Américo De Grazia

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“Siempre parece imposible hasta que se logra”
Mandela

Upata 3 Julio del 2023

Américo De Grazia

Maduro es un presidente fáctico pero inhabilitado para gobernar, entiéndase gobernar, cómo resolver. No está en condiciones de actuar de modo legítimo y racional. No tiene otra que abusar. Todos los pueblos indígenas venezolanos lo padecen, desde los yucpa en la guajira hasta los yanomami en el Amazonas, los ye’kuana del Caura, los pemon de Canaima o los warao del Imataca. Todos lo inhabilitan como presidente, porque los ha esclavizados, desplazados, asesinados o corrompido.

Está inhabilitado por los pensionados y jubilados condenados a la indigencia y él hambre. Está inhabilitado por el gremio magisterial desde preescolar hasta universitario por condenarlos a ser bonificados en cambio de asalariados. Está inhabilitado por los militares decentes que se encuentran detenidos o inactivos por revelarse contra los abusos de autoridad o inhibidos dentro de la institución. Maduro está inhabilitado por los trabajadores que perdieron sus contratos colectivos y benéficos laborales. Está inhabilitado por los empresarios y los comerciantes porque no pueden competir contra los oligopolios de los enchufados. Está inhabitado por los venezolanos en el insilio que padecen la calamidad de los servicios e inflación y por los exiliados que no encuentran manera de repararse de su dolor en el destierro.

De modo que Maduro sabe que su destino es aferrarse al poder como si se tratara de un salvavidas. Prisionero de sus miedos, de los demonios que su práctica desaforada en el poder desató contra propios y extraños. Entró en un laberinto tortuoso del que no sabe salir. Insiste de modo copioso y repetitivo en un modelo autoritario, corrupto y fáctico en el uso y abuso del poder. Solo así se explica la inhabilitación inconstitucional de María Corina Machado y al menos dos precandidatos más. Por eso sabotea las primarias, sabe que legitimado un liderazgo, este se convierte en el nuevo jefe político del país, aún sin ocupar Miraflores. Por eso disolvió el CNE, impide que abran el registro de nuevos electores. Migra forzosamente a los electores a lugares distantes de sus respectivas residencias. Impide el voto de los desterrados, convoca mega elecciones ejecutivas evitando que los electores puedan cruzar el voto por los candidatos de su preferencia. Adelanta las elecciones, anula partidos, secuestra organizaciones, judicializa ong’s. Sataniza de apátrida cualquier instancia que cuestione sus prácticas y criminaliza las protestas. Sanciona los medios se autocensuran o los cierra.

Están dadas las condiciones para la tormenta perfecta. Presión internacional, malestar colectivo e impopularidad en su máxima potencia. Ambiente pre-electoral, liderazgos opositores en la calle, protestas laborales, convicción democrática de participar en las presidenciales, derrotados políticamente los abstencionistas; gremios profesionales, universitarios y sindicales derrotando desde abajo a las desmoralizadas bandas oficialistas.

Solo nos falta el GPS de una dirección política concertada, que a falta de otra, buena sería el cónclave de los precandidatos inscritos en las primarias. El liderazgo que resultare de la consulta y un plan que nos permita en esta fase desalojar Miraflores, entendiendo con ello, que faltaría un largo trecho por recorrer, lo que nos obliga de modo serio y contundente que se requiere paciencia, sabiduría, unidad, liderazgo y estrategia para desmontar el modelo criminal que han logrado imponerle al país. Eso no será posible sin el concurso de una mayoría legítima, lúcida y calificada, capaz de hacer frente a los retos por venir y nunca antes imaginados. En conclusión, lo sorteado por Rómulo Betancourt en los 60’ con el “Castroleonismo”, “El Carupanazo”, “El Porteñazo”, “El Barcelonazo”, “el castrismo cubano” y su lucha armada inoculada en Vzla, “El trujillismo dominicano” y “El Procerazo”, más las rebeliones internas de su propio partido AD, serán juegos de kindergarten ante la complejidad que nos embarga. Basta vernos en el espejismo frívolo, pueril y fugaz del “Carmonazo”. No son tiempos mesiánicos, ni de super estrellas, menos aún de abstenerse. Pongámonos serios.