Durante el trienio 1945 – 1948 se concibió la creación del proyecto ferro siderúrgico y el plan de electrificación nacional, tal y como se encuentra plasmado en los anales de la Corporación Venezolana de Fomento (CVF), organismo creado para que coordinara estos proyectos.En cuanto al proyecto ferro siderúrgico, trabajaron simultáneamente el Sindicato del Hierro con capital privado nacional conformado por emprendedores venezolanos y la planta SIVENSA para producir acero con chatarra ferrosa. Posteriormente con la llegada definitiva al poder del dictador Marcos Pérez Jiménez, el proyecto del sindicato del hierro desapareció por el afán de la dictadura de pasar todas las operaciones al control del estado. En 1956 retomaron la revisión del contrato con Inocentti.Luego en la década de los sesenta al llegar la democracia al país se continuó la idea y la Fábrica de Tubos comenzó a fabricar tubos a partir de lingotillos importados, hasta el momento en que se produjo la primera colada de acero con hierro sustraído del subsuelo venezolano y procesados en sus diferentes trenes de laminación y la trefilería existente para la época. A partir de allí se construyó la planta de tubos centrifugados, la planta de productos planos y el ambicioso Plan IV. La década de los 70 fue un reto para los gobiernos de la democracia que confiaron en profesionales de primera línea para lograr sus objetivos. También se construyó el complejo del aluminio, Interalumina, Venalum, Bauxilum, Carbonorca, ya Alcasa se había comenzado una década antes. Un verdadero emporio industrial. Por otra parte, la construcción y puesta en marcha del complejo hidroeléctrico del Caroní fue un ejemplo de gerencia eficiente y productiva.Con la llegada de la revolución del siglo XXI, se fue dando un deterioro progresivo de la infraestructura al no realizarse las inversiones y ejecutarse las adecuaciones tecnológicas. Fue un plan exprofeso, perverso y letal de destrucción. El balance, después de 20 años de revolución de pacotilla es desastroso, 60 mil empleos directos al borde de la desaparición absoluta, 200 mil empleos indirectos desaparecidos, nuestros mejores técnicos tuvieron que emigrar.Al no tener nada que producir, el régimen chavista decidió chatarrear las empresas para venderlas como material de exportación y satisfacer la voracidad de algunos bolsillos gubernamentales. Hoy Guayana es un cementerio industrial que lucha por renacer de sus cenizas. La gran enseñanza es la demostración que el estado es mal empresario y los trabajadores tenemos la responsabilidad de impulsar la erradicación de este modelo corrupto, centralista y populista para que venga un gobierno  liberal que crea en el potencial de la gente, en la iniciativa privada y cree las condiciones para un desarrollo armónico de la región.
Economista José Luis Alcocer.

Previous articleAliana Estrada en recorrido por centro de San Félix: La esperanza esta activada en Caroní
Next articleJosé Guerra: “Credibilidad en la política económica determina el precio del dólar”