Antiguamente, es decir, en tiempos de la Colonia, los Gobernantes, al concluir su mandato, eran sometidos a “Juicio de Residencia”, más o menos, pero con otro nombre, lo que en tiempos de la República realiza el Congreso a nivel nacional y la Legislatura del Estado, a nivel regional. Improbar la gestión política administrativa del gobernante puede implicar su destitución e inhabilitación para ejercer otro cargo si así lo confirma el TSJ.
Cuando el hispano Joaquín Moreno de Mendoza era Gobernador de Margarita y se vino para el Orinoco a fundar y gobernar la nueva ciudad de Angostura, debió antes salir airoso del llamado entonces Juicio de Residencia que era debatido y sentenciado por un enviado del Concejo de Indias conjuntamente con los pobladores de la ciudad. En cierto modo, era un modelo democrático muy directo y presencial, posible entonces porque eran pocos los habitantes. Ahora las ciudades son más pobladas y la gestión del gobernante es examinada y enjuiciada anualmente.
A solicitud del Poder Legislativo, el Tribunal Supremo de Justicia interviene y sentencia la destitución o no, de acuerdo con el informe presentado, bien por el propio gobernador o la Legislatura.
Mi opinión individual es que el Gobernante al ser electo por el Soberano debería ser el mismo Soberano que a través del sufragio decida y no el TSJ que al fin y al cabo es un organismo subalterno del Congreso de la República, puesto que no es elegido por el Soberano que es democráticamente el pueblo o la mayoría de quienes sufragan. De ser así no se hubiera desestabilizado el país con la destitución del Presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. Esas interrupciones indudablemente que constituyen una rémora insalvable en el camino que conduce hacia la estabilidad y serenidad tan necesarias para el progreso de cualquier país. Eso explicaría el por qué son fuertes y severos los Gobiernos comunistas, pero la Democracia podría serlo si son las leyes las que gobiernan como en el caso de EEUU, primera potencia mundial y cuyo modelo deberían seguir quienes anhelan un país fuerte y poderoso como lo creyeron a pie juntillas los patricios de 1811. (AF)