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Felicidad por decreto | Por Claudio Zamora

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Quienes me leen fuera de Venezuela deben saber que resido y escribo desde la capital eléctrica de Venezuela, sede del Complejo Hidroeléctrico Simón Bolívar la más importante del país y segunda en Latinoamérica, cuna de las represas de Gurí, Carhuachi, Tocoma y Macagua, complejo que debería ser la envidia mundial por los recursos naturales con que nos premió la providencia, que las mentes lucidas de otrora idearon esos magnos proyectos que permitiesen la producción de energía limpia y en grandes cantidades. Wiston Churchill dicen que afirmó: ¡Si pones comunistas a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena¡, No estoy seguro que sea un expresión fidedigna del estadista Ingles, pero de una cosa estoy seguro, quien la haya creado se quedó corto con los revolucionarios de pacotilla de Venezuela, cinco años es una eternidad para ellos, en mucho menos tiempo destruyen lo que tocan, recuerdo cuando el que dicen que vive, en cadena nacional y como si fuesen lances de capote en la arena, esperaba los aplausos y las consignas después de cada barbaridad que se le ocurría, expropiaba cuanta actividad productiva estaba vigente, así acabo en pocos años con el 80% de las tierras cultivables, las empresas generadoras, los consorcios creadores de empleos, las líneas áreas que cumplían, los ganaderos que cubrían las necesidades de proteínas, las carreteras que servían, las empresas básicas que producían, las universidades que graduaban, los hospitales y médicos que curaban, bajo una filosofía del socialismo que el Estado debe brindar el mínimo de servicios, que no se puede producir por eso genera independencia y que el Estado debe llevarte el bocado a la boca para controlar lo que comes y cuando lo haces, nos encontramos con la tarea casi culminada de un estado totalmente destruido, sin una carretera que sirva, con la velocidad de internet dentro de las más lentas del mundo, hospitales en el suelo, importando hasta el aire, con líneas áreas de un solo avión y que dejan pasajeros regados en cualquier aeropuerto, sin periódicos, televisoras independientes, radios equilibradas, ahora nos toco a quienes jurábamos que el servicio de energía eléctrica al menos, servía a medias en comparación con la oscuridad de otros Estados, esta semana sufrimos apagones de varias horas los más privilegiados y de días los menos afortunados, todavía un organismo con algunos milímetros de respeto y seriedad se ha dignado en informar las causas que conocemos, pero apostamos porque el Estado las reconozca, que todo el sistema de generación y distribución eléctrica está colapsado, que en los últimos veinte años no se ha realizado ninguna inversión para ampliar, conservar o preservar ese importante recurso tecnológico que mueve el país. La única vez que se tomo una tibia iniciativa ´para su mejoramiento el flamante Ministro Jesse Chacón se robo el presupuesto destinado y hoy se encuentra disfrutando las mieles de su sacrificio en el exilio dorado, en tanto en Venezuela pasamos noches enteras sin dormir, se suspenden las pocas intervenciones quirúrgicas programadas, la delincuencia trabaja horas extras y los comercios sufren enormes pérdidas al dañarse los productos que requieren refrigeración. Hace algunos años Chávez creó un Ministerio de la Felicidad, que nunca me entere cual era sus objetivos, hoy por fin lo descubro, es decretar nuestra alegría cuando reponen el servicio de agua, luz, recogen la basura, llegas sin novedad a tu casa, tus hijos tienen clases, puedes surtir gasolina cada diez días, no te arrastra la inundación, lo que en países normales es rutina, aquí es un acontecimiento extraordinario digno de romerías de agradecimiento, como dicen los cubanos, el Estado te corta las piernas y exige que te alegres y agradezcas cuando te fía las muletas. No vale arrecharse, todo debe ser felicidad, aquí no hay una calle buena y la basura inunda las avenidas, pero el Alcalde y Gobernador ya arrancaron la feria, circo y más circo porque el pan se acabo y alégrese porque no va a engordar. Seguiremos conversando. [email protected]