El coach Ricardo Adrianza tiene claro que, para evitar la frustración, debe haber un equilibrio entre expectativa y realidad. Refuerza su enseñanza con la experiencia de María Belón, sobreviviente de un tsunami en 2004
Ricardo Adrianza
Las historias de supervivencia son increíbles y duras, pero siempre nos dejan citas y aprendizajes inéditos y valiosos que refuerzan la máxima de. sentido de la vida: que valoremos firmemente lo que tenemos.
La conclusión anterior representa para mí uno de los fundamentos mas importantes para vivir bien y mejor.
Imagina por un momento estar de vacaciones, en un día normal de playa, y a los pocos segundos ser arrasados por una inmensa ola producida por un tsunami. Imagina lo aterrador que debe ser emerger a la superficie y divisar una total desolación. María Belón, describe ese momento como ¨no tenía a nadie a quien amar¨. Duro, ¿no?
Esa lapidaria expresión refleja el estado de “shock” y devastación ante tan inesperado suceso –tsunami en el océano Índico del año 2004 que cobró la vida de más de 220.000 personas– que fue inmortalizado en la película Lo imposible, protagonizada por Naomi Watts –personificando a María– y que dejó marcas imborrables en muchas familias, una de ellas la de María Belón, sobreviviente española.
“Abrazar lo que la vida te regala en el momento presente” es otra de las conmovedoras citas que María alude en una reciente presentación y que, en mi opinión, encierra una profundidad abismal.
Como hemos comentado en numerosos artículos, descifrar el enigma del camino a la plena felicidad es un proceso personalísimo. Lo que resulta a unos no necesariamente resulta a otros y viceversa. Pero lo que si es innegable y valedero para todos, es que centrar nuestra apuesta de bienestar en valorar profundamente lo que tenemos en el momento presente y su disfrute sin pensar en cuan lejos vemos lo que añoramos, debe ser un mandamiento que adorne nuestra esencia.
Equilibrio entre expectativa y realidad
Tener aspiraciones y ambiciones puede formar parte de tu plan para alcanzar la felicidad. Sin embargo, alejarte de las expectativas excesivas enmarcará tu camino al equilibrio requerido para lograrla.
Esto último me recuerda el enunciado que indica que, si la brecha entre tus expectativas (lo que aspiras) y tu realidad vivencial (lo que tienes) es muy grande, tiene un efecto demoledor en tu nivel de felicidad. De allí mi consejo de disfrutar a plenitud lo que tienes, lo que has logrado, y no dejarte llevar por la sensación de frustración que se genera cuando ubicamos todas las apuestas de vida al futuro; es decir, centrarnos en lo que aspiramos.
La preponderancia de la cita de María apoya firmemente la teoría que indica que la felicidad se construye desde adentro y que, si practicamos, nos llevará al camino de las sonrisas, del disfrute consciente de las pequeñas cosas que se nos presentan cada día. Y, con seguridad, borrará las angustias propias que se desnudan por las expectativas.
El sentido de la vida es amar lo que tenemos en el momento presente. Es desnudar el alma y entregarte sin disimulo a todos los momentos que los días te deparan. Es abrazar lo que nos pasa –bueno o malo– como un regalo de la vida que abona a nuestro aprendizaje y nos sitúa en ese momento de reflexión y de preguntarnos: ¿Qué quiere enseñarnos la vida?
Bajo esos argumentos es inevitable apuntarnos en el equipo que valora la fortuna de vivir, con sus altas y bajas, sin dejarnos arrollar por el infortunio de lo que nos pasa a diario.
No esperes que un suceso trágico te describa el sentido de la vida y ponte los patines – aprovechando la navidad – para encarar un nuevo año pletórico de momentos especiales.
El sentido de la vida son las pequeñas cosas que le dan forma a tu esencia en el momento presente. De eso se trata la existencia y el propósito que debemos perseguir.
En definitiva, como dijo el maestro Gabriel García Márquez: ¨la vida no es como la vivimos, sino lo que recuerdas y como lo recuerdas para contarla¨
El Estímulo