Mañana comienza el décimo primer o penúltimo mes del año, en Venezuela tiene una significación especial porque nos jugamos parte de nuestro futuro en un proceso varias veces repetido y con distintos ingredientes, las llamadas “Megaelecciones”, una especial oportunidad para decidir el futuro de un país que hace mucho tiempo comenzó su rodada inexorable hacia el despeñadero. El título del artículo no se refiere específicamente a la famosa película, ambientada en la novela del mismo nombre de Stephen King y excelentemente interpretada por Michael Clark Duncan como Jhon Coffey el preso condenado a la pena de muerte y coprotagonizada por Tom Hanks como Paul Edgecomb el custodio que se compadece del drama del condenado. No me siento dueño de la verdad y les puedo jurar que quisiera estar equivocado en muchas de las apreciaciones que estructuran mi punto de vista con respecto a la participación en dichas elecciones. Pero cada día me convenzo más que representa un suicidio participar en el fraudulento proceso, elaborado a la medida para darle un tratamiento que prolongue la vida a este moribundo gobierno. Muchos me preguntan que cual es la diferencia entre las dos opciones anteriormente repasadas por la oposición y alternamente utilizadas con igual negativo resultado, en ambas, participando y absteniéndonos el gobierno ha recogido el pastel para repartirlo sólo entre sus invitados. Así teníamos de manera fraudulenta una Asamblea Constituyente y en la actualidad una Asamblea Nacional ilegal, gobernaciones, alcaldías y casi todos los puestos de elección popular. Como la sufrida mujer engañada hemos caído repetidas veces en las mentiras del gobierno, aperturas que no se cumplen, procesos de diálogos interrumpidos por ellos, falsas negociaciones y todo un catálogo de estrategias que sólo persiguen un objetivo: TIEMPO. El gobierno necesita horas, días, meses de vida, cada vez que se ahoga, le da taquicardias, siente mareos sabe que el final está cerca, también sabe que en un proceso equilibrado perdería todo el poder cuando tiene un 80 por ciento o más de rechazo popular. Necesita un cilindro de oxígeno, una transfusión de sangre, un marcapasos y la única vía posible, es por medio de una elección que le lave la cara ante el mundo, que se convenció que en Venezuela no hay democracia sino una cruel dictadura. La situación es diferente porque varias organizaciones internacionales de credibilidad quieren monitorear el proceso y el gobierno no podrá tirarles como antes la puerta en la cara, el sólo hecho de no participar en bloque hubiese permitido analizar todo el tinglado que está detrás del proceso y que lo hacen un soberano fraude. Todos los organismos electorales están conformados por gente del gobierno, todos los medios de comunicación a su servicio, los candidatos más notorios de la oposición están presos o exiliados, hay una oposición servil creada por ellos para dar apariencia de equilibrio y cuentan con todos los recursos del gobierno los cuales utilizan sin recato. Finalmente explotaron un complejo de superioridad presente en la mayoría del venezolano, nos sentimos los mejores del mundo y no tenemos empacho en postularnos a los cargos públicos aún sin ninguna capacidad para ejercerlos, en esas condiciones hay un solo candidato del gobierno y diez de la oposición arrastrada. La solución era no participar y dejar desnudo al gobierno ante la comunidad internacional, pero es demasiado pedir ante una oposición vendida al gobierno o ¿usted cree que si fuese verdadera oposición el dictador les permitiría participar? Estamos en el pasillo de la muerte a 21 días de nuestra ejecución y como los músicos de Titanic seguimos tocando y riéndonos. Seguiremos conversando.