El concepto de capital social lo podemos delimitar, al hacer referencia a un modelo en particular; resultando este enfoque, igualmente, de gran utilidad para el propósito de establecer la relación entre confianza y creación de capital social. Nos apoyaremos en el modelo del capital social de Joonmo Son (2020), el cual complementa al modelo de Nan Lin (2001), al hacer énfasis en las precondiciones existentes para la formación de relaciones sociales, dado un contexto cultural, histórico, institucional y psicológico. Una de esas precondiciones es la confianza interpersonal.
Las precondiciones del modelo propuesto (Son, 2020) incluyen acuerdos, tácitos y explícitos, que permiten compartir recursos sociales entre individuos. Además de la confianza, las normas de reciprocidad constituyen esos acuerdos tácitos, mientras que los acuerdos explícitos son las sanciones legales, aplicables a todos los ciudadanos de un país, por igual. Adicionalmente, el único tipo de acuerdo que puede variar en las relaciones interpersonales es la confianza, porque tanto las normas de reciprocidad como las sanciones legales, son un producto de la historia y la cultura de cada sociedad; por lo cual, difícilmente, puedan ser cambiadas por los individuos.
Una vez iniciada la interacción social, apoyada en la confianza (interpersonal y generalizada), las normas de reciprocidad juegan un papel importante, en la formación del capital social, en cuanto al acceso a un mayor grado de diversidad de recursos, instrumentales y expresivos. Es imprescindible resaltar que nuestro modelo de referencia (Lin, 2001) establece, como condición sine qua non, para la construcción del capital social, la accesibilidad a recursos compartidos por los actores sociales, en sus frecuentes interacciones (micro-estructura social); distinto a otros enfoques que plantean la inexistencia del capital social donde no haya confianza, entendida ésta como conciencia colectiva, según la teoría del sociólogo francés Émile Durkheim.
La perspectiva de la cohesión social en la creación de capital social, está fundamentada en la conciencia colectiva, y por tanto vinculada directamente a la confianza; mientras que la creación de capital social, basada en redes interpersonales u organizativas, se distancia de la confianza, al darle trato de precondición para la formación de relaciones sociales. Este aspecto es de gran relevancia en el modelo de Son (2020), el cual vincula capital social, individual y colectivo, con producción de recursos inmersos en las redes. Ambas perspectivas, tienen el respaldo de una gran cantidad de publicaciones, en la literatura científica; sin embargo, sostenemos el criterio de utilizar, en lo posible, el modelo más adecuado a las circunstancias. Generalmente, cuando se trata de crear capital social, a través de la ejecución de proyectos, las primeras fases deben orientarse a generar cohesión interna en el equipo de trabajo, para luego concentrarse en la producción y acumulación de recursos, con objetivos, estrategias y metas, compartidas.
La Tecnología Social SAI, permite inventariar y utilizar el capital social acumulado, producto de la interacción entre los interesados de un proyecto, a través de enlaces de cualquier tipo. Estos lazos no sólo conforman redes, sino que están normados por instituciones sociales, además de vinculados a una estructura jerárquica. En este esquema, a nivel de la meso-estructura social se encuentran las redes interpersonales, mientras que a nivel de la macro-estructura social se ubican las instituciones, conformando redes organizacionales (p.ej., empresas, escuelas, etc.).
Referencias:
Lin, N. (2001). Social capital: A theory of social structure and action.
Son, J. (2020). Social capital.
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