En las sociedades más avanzadas del planeta, los empresarios han venido comprendiendo, en años recientes, que son los empleados que trabajan en forma colaborativa los que acumulan la mayor experiencia y las mejores prácticas en las organizaciones. Esos grupos, muy sui géneris, se conocen con el nombre de Comunidades de Práctica; y, son equipos de trabajo conformados en redes que aprenden en la práctica. Por ahora sólo existen en el mundo empresarial. Creemos que es una idea que debe ser trasladada a los gobiernos locales y comunidades organizadas, pues la sociedad exige que en esos ámbitos también se logren niveles de alto desempeño y se produzcan innovaciones, conducentes al progreso y a una mejor calidad de vida del ciudadano.
En el año 1992, trabajaba en la elaboración de un proyecto de ley de Ciencia y Tecnología, para el estado Bolívar (la primera en Venezuela, a nivel regional). Fue cuando utilicé, originalmente, el término Innovacionismo. Me pareció que hablar de un innovacionario era más apropiado que referirme a un ingeniero social (Karl Popper). Lo utilicé en muchas conferencias, propiciando la discusión de la nueva Ley. Ahora, me propongo retomar el uso del término, para aludir a quienes se esfuercen por encontrar soluciones innovadoras en sus colectividades, mediante el uso de Comunidades de Práctica. Planteo que deben formarse comunidades innovacionarias, ricas en capital social; y, esto solamente es posible con la participación activa de los gobiernos locales.
Para poder determinar si las comunidades innovacionarias que proponemos están produciendo los resultados esperados, según el plan estratégico del gobierno local, es recomendable hacer uso de la técnica del análisis de redes sociales (ARS), la cual permite estudiar si las relaciones sociales establecidas o planificadas, facilitan o entorpecen el desarrollo de la comunidad (Cross et al., 2006). Inicialmente, sugerimos a los gobiernos locales, comenzar por diagnosticar los niveles de capital social existentes en las comunidades, a ser intervenidas socialmente; luego, se deben conformar los equipos de trabajo, ntegrados de manera mixta (gobierno/comunidad).
La experiencia acumulada por la empresa norteamericana Halliburton (una de las más grandes del mundo en las industrias del petróleo y la energía), en materia de diseño, implementación y mantenimiento de Comunidades de Práctica (Cross & Velasques, 2010), es extraordinaria y nos parece que debiera ser usada como referencia, en la creación de comunidades innovacionarias. Por ejemplo, un equipo de trabajo, con integrantes ubicados en distintas partes del mundo, logró reducir en un año: en un 24% el nivel de insatisfacción de sus clientes y, en un 66%, costos que eran atribuibles a la baja calidad de sus productos. Resultados medibles, como tiene que ser.
Solamente, con un apoyo tecnológico consistente, es posible obtener los resultados mostrados por la empresa Halliburton, en cuanto a las Comunidades de Práctica y en poco tiempo. Con la Tecnología Social SAI podemos lograrlo, trabajando con las comunidades, en armonía con los gobiernos locales. Uno de los beneficios más inmediatos de usar ARS es su capacidad de ubicar conocimientos y habilidades en la red, dentro y fuera de una comunidad en particular porque se trata de redes interconectadas, entre ciudadanos y representantes del gobierno local. En plena sintonía con la propuesta de Gobierno Abierto, la cual muestra una tendencia a la universalidad.
Referencias:
Cross, R. et al. (2006). Using social network analysis to improve communities of practice.
Cross, R. & Velasques, G. (2010). Driving business results through networked communities of practice. In: The Organizational Network Fieldbook (Cross, R. et al.).
Para descargar la versión más actualizada del libro completo (incluyendo todas las columnas publicadas a la fecha), haga clic en el siguiente enlace: Capital Social, José María Rodríguez, PhD. Además, para una introducción al tema, recomendamos ver el video CAPITAL SOCIAL: https://youtu.be/gRXjjZkCrzo.
