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Capital social, participación ciudadana y desarrollo comunitario. Por José María Rodríguez, Ph.D.

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Presentaremos de manera muy resumida, el modelo de desarrollo propuesto por el Dr. Michael Woolcock (1998), PhD en sociología, profesor de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y asesor del Banco Mundial, quien plantea un marco conceptual para la incorporación del capital social, en la teoría y políticas del desarrollo. El modelo de Woolcock (1998), sustentado en conceptos de la nueva sociología económica o “sociología de la economía”, establece diversos niveles (micro y macro), dimensiones (integración, enlace, sinergia e integridad) y combinaciones (con calidad, entre baja y alta) del capital social. Se trata de un instrumento muy útil que nos permite  considerar posibles escenarios, resultantes de esfuerzos por realizar, con miras al desarrollo.

Las relaciones entre el ciudadano y el Estado son un tema central en el enfoque propuesto, en el cual los resultados de las políticas se ubican entre los extremos del “individualismo anárquico” y la “autonomía humanitaria”. El modelo de Woolcock permite escoger entre 16 combinaciones, lógicamente posibles. En ese contexto, sugerimos la utilización de la Tecnología Social SAI, para hacer ingeniería social, en el sentido que Karl Popper (1902-1994), filósofo austríaco, da al término, como el uso de métodos (tecnologías) en la solución de problemas sociales, a través de cambios graduales (adaptativos); por ello, el Liderazgo Adaptativo resulta indispensable.

Las relaciones interpersonales a lo interno de las comunidades determinan el capital social tipo “bonding” o de “lazos fuertes” y “bridging” (entre grupos, horizontalmente) o de “lazos débiles”, mientras que conectando a esas comunidades con instituciones y personas en posiciones de autoridad (por ejemplo, una estación de policía) se forma otro tipo de capital social, denominado “linking”, con “lazos débiles” (verticales). El proceso de creación de capital social debe comenzar siempre a nivel individual, a lo interno de las comunidades, creando tantas redes personales y comunitarias como sea posible, con la realización de proyectos simples y de alta participación.

Cuando las cuatro dimensiones del capital social están presentes y con alta calidad, decimos que existe autonomía humanitaria, representada por instituciones efectivas y confiables (nivel macro social), dispuestas a empoderar a la sociedad civil organizada (nivel micro social). En consecuencia, se posibilitan conexiones a lo interno de grupos y entre una gran diversidad de estos. En el otro extremo, al existir  absoluta carencia de todos los tipos de capital social se está en presencia del individualismo anárquico. Investigación empírica, fundamentada en el modelo de Woolcock, indica que la integración entre los niveles micro y macro es el resultado de un proceso dinámico de optimización. Con ingeniería social, se puede propiciar el surgimiento de una sociedad civil fuerte, con recursos del Estado (relaciones sociales de arriba hacia abajo), utilizados para la construcción de capacidades (relaciones sociales de abajo hacia arriba).

Debe quedar claro que no es sólo mediante modelos conceptuales (Woolcock, 1998) que vamos a resolver los problemas del desarrollo, es también midiendo y usando el capital social, para lo cual sugerimos seguir las orientaciones dadas por organismos internacionales, como la OECD y el Banco Mundial, los cuales incorporan el contexto social y cultural en sus planteamientos. Desde la perspectiva de la ingeniería social y utilizando la Tecnología Social SAI, podemos construir capital social para el desarrollo, en todas sus variantes: “bonding”, “bridging” y “linking”.

Referencia:

Woolcock, M. (1998). Social capital and economic development: Toward a theoretical synthesis and policy framework.

Para descargar la versión más actualizada del libro completo (incluyendo todas las columnas publicadas a la fecha), haz clic en el siguiente enlace: Capital Social, José María Rodríguez, Ph.D.