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Análisis | Venezuela, país mendigo que desperdicia miles de millones en combustibles

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Acnur revela que se agrava situación de migrantes venezolanos y solo hay 12% de los fondos necesarios para atender esa ola de gente en países de tránsito o de destino. Por otra parte, subsidios ineficientes a la energía cuestan miles de millones de dólares que pagan todos los venezolanos que se han quedado, en forma de hambre, salarios de miseria, inflación, hospitales en ruinas y un sistema educativo también quebrado. ¿Cómo entender esta paradoja?

Mientras organizaciones internacionales dependientes de la ONU, decenas de ONG’s y algunos gobiernos americanos buscan fondos para atender la crisis humanitaria que afecta a varios millones de venezolanos, dentro y fuera de las fronteras, de este país hundido en la crisis saltan al rostro enormes paradojas.

Los contrastes entre exhibiciones puntuales de lujo y riqueza frente a las miserias cotidianas van más allá de algunos ferraris de un cuarto de millón de dólares circulando por autopistas, y camionetas todo terreno de $100.000 exhibidos en decenas de locales de venta, mientras el transporte público está colapsado, hay enormes colas para repostar gasolina y diésel y en un país sin crédito la familia promedio de la ex clase media no tiene como adquirir un carro básico o ni siquiera como reparar el que tiene accidentado en la acera o el garaje.

Las paradojas además revelan una enorme incapacidad para enfrentar este desastre histórico, aplicar políticas públicas adecuadas para resolver la crisis de varios lustros, gerenciar los servicios públicos de manera eficaz y eficiente, y sobre todo aprovechar la enorme riqueza potencial que todavía tiene este país.

A diario se suceden evidencias de que cobra fuerza la crónica crisis, con sus expresiones en la energía; los cortes de servicios públicos como agua y luz; el colapso de los sistemas públicos de educación, salud y transporte; en el muy limitado acceso a la alimentación sana que sufren millones de los más empobrecidos.

Esta semana que termina nuevas evidencias de estas paradojas siguen asaltando a los venezolanos. No hablaremos del estrafalario anuncio de enviar una persona de Venezuela a la luna, en una nave china, justo en un día en que los ya desde hace años conocidos apagones intermitentes del resto del país llegaron a Caracas, para despertar la rabia de millones de caraqueños que hasta ahora habían sido perdonados del racionamiento y las fallas.

Esta misma semana se agudizan la tragedia del JM de Los Ríos, -el principal hospital de niños de Venezuela, convertido en un corredor de la muerte para muchos de sus pacientes- que cerró su área de hematología. Ya desde hace días tampoco tiene terapia intensiva ni laboratorio.

También, la Plataforma R4V de la ONU actualiza datos: a agosto de 2023 había en todo el mundo más de 7,7 millones de personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela, un país donde queda una población de 28 millones.

Más de 6,5 millones de estos migrantes y refugiados (84%) están acogidas solamente en 17 países de América Latina y el Caribe (ALC).

«Esto refleja un modesto aumento de unos 500.000 refugiados y migrantes en la región de ALC desde 2022 y de 530.000 a nivel mundial a lo largo de 2023», señala el informe de necesidades.


En promedio regional de 17 países de R4V, el 67.8% de esas personas, es decir, 4,42 millones de mujeres, niños y hombres, ya en sus países de destino, necesitan ayuda humanitaria, según este más reciente diagnóstico recogido en la plataforma informativa llevada por ACNUR y otras organizaciones.

Entre los venezolanos ya instalados en países de destino, el 48,8% necesita ayuda para comer; el 54% la necesita en salud; el 12,2% porque sufre desnutrición (especialmente niños menores de cinco años y mujeres); el 48% necesita ayuda para tener dónde vivir y el 46% la necesita para educación.

De los que van en tránsito, la mayoría con la idea de entrar a Estados Unidos, en el promedio regional el 61,9% necesita ayuda humanitaria para comer, el 41% en salud, el 58,8% en transporte, el 20% en educación y el 11,4% en nutrición.

Pero de los $1.720 millones solicitados por R4V en el Plan Regional de Respuesta para Refugiados y Migrantes, a la fecha apenas se ha recibido 12 % de los fondos requeridos, indica la plataforma al requerir más cooperación internacional urgente.

Muchos donantes se han comprometido a ayudar más, pero aparentemente eso ha queda en promesas, mientras en el mundo se van acumulando otras necesidades regionales por cuestiones como las guerras y los desastres naturales.

Desde la guerra Rusia en Ucrania, hasta terremotos como los de Turquía y Marruecos, hasta las inundaciones en Libia y el hambre acelerada por las sequías en países africanos, el mundo enfrentar necesidades humanitarias crecientes con recursos escasos.

En el primer semestre de 2023, en comparación con años anteriores, los 228 socios de R4V «se han visto gravemente afectados por la escasez de fondos y el correspondiente impacto en el Plan de Respuesta Regional para Refugiados y Migrantes» venezolanos.

«A pesar del fuerte apoyo expresado por los donantes en la Conferencia Internacional de Solidaridad con los
Migrantes de Venezuela en marzo de 2023, coorganizada por la Unión Europea y el Gobierno de Canadá, y del impactante evento paralelo organizado por la Plataforma R4V y sus Sectores Regionales a finales de agosto, el Plan de Respuesta apenas cuenta con un 12% de financiación».

«Esto se traduce en dolorosos ejercicios de priorización por parte de todos los socios de R4V, incluyendo el desmantelamiento de operaciones en toda la región. El resultado es que los socios no pueden llevar a cabo las tareas
planificadas para llegar a los necesitados, dejando a millones de refugiados y migrantes sin ayuda para garantizar su bienestar, estabilizar y regularizar su situación, así como para acceder a la sanidad, el alojamiento, la educación, la higiene transporte, empleo, alimentos, protección y asistencia», dice el documento.

Venezuela la tiene difícil para competir en esa liga de las tragedias, sobre todo porque el problema aquí es de origen político, y con acertadas decisiones políticas se podría revertir muy pronto este desastre provocado desde el poder.

Además, tiene enormes recursos, riquezas potenciales y se da el lujo de dilapidarlos de la manera que resulta más grosera tanto para los propios venezolanos como para los extranjeros.

Con una mano adelante y otra atrás

Esta semana la plataforma R4V publica su segundo «Análisis de las Necesidades de los Refugiados y Migrantes
(RMNA)».

El acrónimo R4V resume la «Plataforma Regional de Coordinación Interinstitucional para Venezuela», que es codirigida por la Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

«Todo esto ocurre en un contexto de movimientos mixtos y continuos sin precedentes de refugiados y migrantes por todo el continente, en gran medida a través de rutas irregulares, desafiando las capacidades de los países de acogida y de tránsito. Entre los migrantes y refugiados que se encuentran en un país de destino más de uno de cada tres se encuentra en situación irregular, a menudo sin la documentación civil necesaria para obtener un estatuto regular.

Traduciendo, ocurre que se desplazan cada vez más refugiados y migrantes venezolanos que han estado fuera de Venezuela durante años, además de los que salen directamente de este país estancado.

Todo esto en un mundo que sufre las secuelas de la pandemia de COVID-19 y una crisis mundial del coste de la vida, el impacto de la guerra en Ucrania y las dificultades de la cadena de suministro mundial.

«Las tendencias a la emigración observadas por primera vez a finales de 2020, han devenido en una intensa dinámica sin precedentes de desplazamientos multidireccionales que se han incrementado en dirección más al Norte a través de América Central y Norteamérica», advierte el informe.

La seguridad alimentaria sigue siendo una preocupación primordial para refugiados y migrantes de Venezuela en toda América Latina y el Caribe, tanto para los que vanen tránsito como para los que tratan de adaptarse a un país de acogida de destino.

«La plataforma R4V estima que la situación en 2024 será probablemente comparable a los movimientos observados en el primer semestre de 2023», cuando aumentó en 10% la salida de refugiados y migrantes de Venezuela, en comparación con 2022.

Destaca los continuos movimientos hacia el norte, hacia Centroamérica y Norteamérica a través de la selva del Darién en Panamá (donde se han registrado cifras récord de más de 330.000 refugiados y migrantes de todas las nacionalidades, de los cuales el 60% eran venezolanos, durante los ocho primeros meses de 2023).

La plataforma prevé que la difícil situación socioeconómica en toda la región, así como el aumento de la xenofobia contra los refugiados y migrantes de Venezuela seguirán provocando desplazamientos circulares, a medida que los refugiados y migrantes busquen un país y una comunidad que les acepte, les ofrezca estabilidad y la oportunidad de una vida digna.

«Se espera que las salidas de Venezuela seguirán superando considerablemente a los retornos».ACNUR

Mendigo sentado sobre montañas de dinero

Venezuela todavía es un país clasificado internacionalmente en el sistema ONU, del Banco Mundial y el FMI como de ingreso medio alto. Esto se mantiene así desactualizado aunque en los últimos años el desempeño de su economía y sus condiciones sociales se asemejan más la situación de países del África Subsahariana que a otros países americanos.

De hecho hoy Venezuela está en el triunvirato de los países más pobre de América, junto con Nicaragua y Haití, a los que supera por poco, en términos de ingreso per cápita (datos del FMI).

Pero, a diferencia de Nicaragua y Haití, de Paraguay y Bolivia y de tantos otros países con enormes desafíos en América y en el mundo, Venezuela tiene enormes recursos naturales, especialmente energéticos que se empeña en desperdiciar, en dilapidar, en no usar, o en malgastar en un círculo de corrupción tolerada desde los hilos del poder.

Otra muy interesante data recopilada por el FMI en un reciente estudio mundial, nos muestra cómo en esta Venezuela de paradojas en la que no hay dinero para invertir en salud, educación, electricidad y transporte público a la vez es uno de los países americanos que más gasta en subsidios (ineficientes subsidios) en combustibles.

Venezuela: Subsidios directos a la energía 2022 Millones de $

Gasolina3.900
Diésel1.000
Derivados del petróleo2.500
LPG500
Gas natural uso industrial3.910

Fuente: FMI

Solamente estos cuatro subsidios explícitos (directos) le cuestan al país tanto como el 13,4% del Producto Interno Bruto (PIB) de la nación. Es decir, que de cada 100 dólares que produce esta maltrecha economía en forma de bienes y servicios, $13,4 se van a mantener un sistema de subsidios a todas luces ineficiente y corrupto.

La gasolina en Venezuela se vende al precio internacional de 0,50 por litro en la mayoría de las bombas.

Pero también el gobierno distribuye una cantidad cada vez menor a un precio ridículo, en un esquema que es controlado por funcionarios de la Guardia Nacional, la Policía Nacional y los llamados Colectivos (bandas armadas civiles del chavismo que suelen dominar en nombre la supuesta revolución ciertas zonas de urbanas y rurales).

Ese precio es de 0,84 bolívares por litro, de modo que al tipo de cambio de este viernes 15 de septiembre, llenar el tanque de 50 litros de un pequeño utilitario sale en $1,25.

Recibo de pago de combustible subsidiado en bolívares en Venezuela a la fecha de este reportaje.

«Es notable, si bien Venezuela hizo un cambio bien importante al incrementar el precio en las bombas que venden en dólares, obviamente todavía, y no estamos hablando solo de gasolina sino de diésel, GLP, en todos los otros combustibles, tiene subsidios. Y ni hablar de electricidad», señala el economista Francisco Monaldi, experto en temas de energía y desarrollo, director del Centro de Energía del Instituto Baker de la Universidad de Rice, EEUU.

Señala para este artículo que si bien es muy difícil incrementar al precio al nivel que deberían tener, dada la situación del país que además no tiene el servicio adecuado de electricidad, «hay que buscarle la vuelta obviamente a reducir los subsidios a la energía».

«Es una vergüenza que Venezuela tenga subsidios a la energía que son más grandes que buena parte de los programas públicos de educación, salud, etc y que no se haya podido corregir», agrega este también profesor del IESA, Venezuela.

Aclara que este tipo de aumentos de los combustibles tampoco es pueden hacerse «a lo loco», como ha ocurrido en Venezuela con la gasolina (que era increíblemente más barata antes de asignar precios internacionales de $0,50 por litro a la mayoría de las bombas).

«Para hacer las cosas bien hay que subir los precios a nivel internacional y hacer una transferencia de parte de los recursos que generes. De modo que la gente sepa que parte de los recursos vienen de ahí, de la subida de la gasolina, de forma que los ciudadanos entiendan que eso es una compensación por los precios más altos», observa.

«Ellos pudieron subir los precios de la gasolina de esa forma porque no hay democracia en Venezuela, porque si no se les hubiera prendido el país» y además lo hicieron después que hubiera unos niveles de escasez como no se ha visto en el mundo. «La combinación de políticas que ha llevado a cabo el chavismo ha sido desastrosa».Francisco Monaldi

Otros analistas destacan que de la gasolina es acaso el último de los subsidios masivos que mantiene el gobierno (después de haber subsidiado el dólar durante mucho tiempo). Y también genera un dinámico mercado negro, corrupción, contrabando, entre otros males que van más allá de la propia ineficiencia de este gasto público.

El régimen de Nicolás Maduro simplemente no publica el presupuesto de la nación, de modo que no se sabe cuánto se gasta exactamente en Educación, Salud, Transporte y Medio Ambiente como porcentaje del PIB. Pero los últimos datos disponibles de hace algunos años revelaban que era mucho menos de 5% del PIB de entonces y la mayor parte de ese presupuesto se iba en pago de salarios de empleados de los ministerios.

Pero las constantes protestas de baja intensidad de profesores, maestros, enfermeras y médicos y de otros empleados al servicio del Estado reconfirman que éstos están entre los asalariados más pobres de Venezuela, y sin expectativas de que eso se pueda mejorar siquiera en el mediano plazo.

En definitiva, se trata de un país donde los que mandan prefieren mantener contentos a unos pocos con una gasolina subsidiada mientras en los hospitales cada día mueren personas más bien por falta de atención médica y de insumos y equipos que por las propias enfermedades.

Un país donde miles salen cada día a buscar nuevos destinos porque aquí ya no encuentran oportunidades, esto es otra prueba de que recursos no son sinónimo de riqueza, cuando se manejan y administran de la peor forma posible y las prioridades están invertidas.

Sobre una mina de gas desperdiciado

Otra de las enormes paradojas de Venezuela está en el tema del gas natural. Resulta que este pequeño país aloja las octavas reservas más grandes en el mundo de este combustible fósil de moda como alternativa al petróleo, especialmente en tiempos de guerras.

Pero este recurso también se desperdicia, se pierde, se arroja impunemente a la atmósfera, mientras millones de venezolanos no tiene gas para cocinar, o les llega en bombonas cuando les llega; mientras el país necesita millones de toneladas de fertilizantes (el gas natural es una rica fuente de fertilizantes químicos) para poner los campos a producir y combatir el hambre y el desempleo.

Un reciente estudio del Banco Mundial (que tiene un grupo para combatir a escala global el venteo de gas natural, eso que se ve en los chimeneas o mechurrios de las instalaciones petroleras y petroquímicas venezolanas) revela que Venezuela es uno de los peores países en el mundo en la quema inútil de este recurso.

Esto lo convierte además en uno de los mayores contaminantes con gases de efecto invernadero, como metano y CO2, pese al tamaño insignificante de su economía.

«La quema en 2022 estuvo dominada por un número relativamente pequeño de países, son nueve los principales responsables del 74% de los volúmenes de combustión y de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos son, por orden, Rusia, Irak, Irán, Argelia, Venezuela, Estados Unidos, México, Libia y Nigeria», señala el Banco Mundial.

Esos países responden por el 45% de la producción de petróleo.

Pero el caso de Venezuela es patético, porque el país tiene junto con Yemen y Siria una de las más bajas relaciones en la intensidad de esa quema: respecto a cada barril de crudo producido por metro cúbico de gas mal quemado.

En Venezuela se queman entre 30 y 40 metros cúbicos de gas natural por cada barril de petróleo producido, lo que nos ubica como el país petrolero del mundo más ineficiente en esta relación.

Sin contar con lo que se pierde en dinero equivalente. Cálculos conservadores de esta plataforma del Banco Mundial nos hablan de $988 millones quemados solamente en 2022 en campos petroleros de Petróleos de Venezuela, PDVSA.

Eso es la mitad de lo que le piden a los donantes para este año 2023 las organizaciones que trabajan con ACNUR para atender la crisis regional provocada por la ola de migrantes venezolanos.

Omar Lugo

Omar Lugo

El Estímulo