En menos de tres días –entre el cierre del miércoles y la apertura del viernes- el precio de la divisa estadounidense aumentó 17% en el mercado paralelo, lo que obligó al Banco Central de Venezuela a emitir una inédita circular en la que anuncia que, este lunes 4 de octubre, realizará una inyección de 50 millones en las mesas cambiarias.
Aparte del salto abrupto en el precio del dólar, también lo hubo en muchos bienes y servicios. Desde el mismo viernes, se realizaron fuertes correcciones de precios en un significativo número de productos; sin embargo, estos síntomas pueden ser coyunturales y, seguramente, el mercado cambiario, por ejemplo, retomará un ritmo mucho menos frenético en los próximos días.
Sin embargo, hay que decir que la nueva expresión monetaria llegó para resolver algunos problemas puntuales, pero no cambia en absoluto las condiciones estructurales en las que se se desenvuelve la economía nacional.
Es otra oportunidad perdida para haber hecho reformas de calado que, en el plano monetario, sirvieran para combatir eficientemente la inflación, restituir el crédito bancario y estimular el consumo interno, entre otras necesidades esenciales para la reactivación económica.
Es interesante rescatar el concepto de integralidad, porque el país necesita un programa completo de recuperación. Se esperaba el anuncio de un incremento del salario mínimo, por ejemplo. ¿Y cuál sería el sentido de seguir aumentando el salario mínimo en un contexto inflacionario que terminaría por devorar cualquier incremento en semanas?
La nueva expresión llega con una diferencia fundamental: la dolarización. No hay política económica que pueda funcionar en Venezuela sin tomar en cuenta ese factor. Más de 60% de los depósitos de la banca se contabilizan en moneda extranjera, la liquidez en divisas cuadruplica o quintuplica al circulante en bolívares, más de 75% de las transacciones se hacen en otras denominaciones, distintas a nuestro vapuleado bolívar.
En consecuencia, cualquier cuerpo de decisiones que se tome, al menos en el futuro próximo, para revertir la estanflación no sería realista, sino toma en cuenta la dinámica que impone el hecho de que la moneda que manda en Venezuela no es el bolívar, claramente la preferencia es el dólar.
Hay situaciones de fondo que ameritan soluciones urgentes. Mientras el encaje legal asfixia a la banca (tantas veces repetido por nosotros), la ausencia del crédito está haciendo que las empresas no puedan responder eficientemente a las presiones de demanda, que son incipientes en muchos sectores, pero se están revelando.
Varios de nuestros clientes nos están pidiendo apoyo para la búsqueda de fuentes de financiamiento, ya que han empezado a tener solicitudes de aumento en la demanda de sus productos, pero no cuentan con las fuentes de apalancamiento para poder satisfacer esa demanda.
Es ahí donde, principalmente, entra la función de la banca, la cual debe convertirse en ese motor de impulso y ayuda al crecimiento de las empresas y al desarrollo del país.
Pero para ello, la banca requiere poder disponer de su principal materia prima (las captaciones del público), con el fin de satisfacer la demanda crediticia de sus clientes, de forma que las instituciones del Estado y los agentes económicos comiencen a elevar su CONFIANZA mutua, con el fin de impulsar el crecimiento económico del país.
Lo hemos dicho en comentarios anteriores, es necesario que el encaje legal para los depósitos en bolívares se reduzca al menos hasta 30%, equivalente al que rige para las captaciones en divisas y, por otra parte, hay que dar vía libre a la intermediación financiera en moneda extranjera.
Sin esas reformas de fondo, que no se atisban, porque las decisiones económicas que se adoptan son parciales, están tamizadas por la ideología o son aisladas, estaremos atravesando por otra reconversión en un futuro próximo o mediato, pero inexorable.
Es inevitable recordar al “Gatopardo” de Giuseppe Tomasi di Lampedusa con su irónica frase: “si queremos que todo siga como está, es necesario que las cosas cambien”.
Esa parece ser la lógica de una nueva expresión monetaria sin otra estrategia económica completamente distinta que ofrezca certidumbre y confianza y que se aplique con garantías que le otorguen credibilidad.
En el Informe Privado de Aristimuño Herrera & Asociados de esta semana, además de comentar las implicaciones de la nueva expresión monetaria, presentamos temas asociados a la planificación estratégica de las empresas en el contexto nacional y cómo reforzar las políticas de atención al cliente y de prestación de servicios de calidad.
Banca y Negocios