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VENEZUELA, disociación o cambio | por Américo DeGrazia

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“Lo insólito de Venezuela es que, 

con una dirigencia tan inepta 

y corrupta, aún exista país”. 

         Guayana Libre 

Américo De Grazia 

Upata 22 de Mayo 2023

Se habla con frecuencia de como la clase política del país está divorciada de la realidad. Me temo, que esto va más allá de los políticos. La disociación del país es esencialmente incomprensible. Se trata del gobierno y de la oposición. Del patronato y el sindicalista; de lo académico y universitario, de cívico y lo militar. Basta formularnos los escenarios que nos circundan. Somos un país con la mayor reserva petrolera y gasifera del mundo, pero no tenemos gasolina, ni gas doméstico. Vendimos más de 20 refinerías ubicadas estratégicamente en los países más desarrollados del mundo para garantizar nuestro mercado petrolero e insólitamente abrimos una refinería marginal en Cienfuego, Cuba. 

Mientras somos ciudadanos activamente productivos, exigíamos HCM en nuestros acuerdos laborales y nos olvidamos de la seguridad social (IVSS) que nos garantizaba la vejez. Las FANB tienen alianzas estratégicas en el “arco minero” con pranes y ELN, como instrumentos de retención. Esa misma institución armada tiene concesiones madereras y auríferas, pero les niegan a la universidad de Guayana y su escuela de industria forestal, una concesión similar. Y a la escuela de geología y minas de UDO, poder trabajar en el área de su competencia.

Se supone que las universidades son los centros de estudios por excelencia de cualquier país. Es dónde se debería estudiar el pasado, evaluar el presente y prever el futuro. La disociación ellas con el país, es de tal naturaleza, que ellas reclaman lo que el país les debe, más no tienen opinión sobre cómo acabar con la hiperinflación, qué hacer con las empresas improductivas del gobierno, el desastre ecológico generado en el lago de Valencia o Maracaibo. La catástrofe minera al sur del Orinoco o cómo solventar la crisis eléctrica, el déficit de agua u otro servicio público. Eso es disociación. 

Nada de esto comenzó aquí, ni ahora. Al contrario, empezó hace mucho tiempo atrás. Basta recordar el lenguaje de cada época y su valor lingüístico. Es un tema cultural, educativo, institucional. Guarda relación con los paradigmas, mitos y desviaciones de los valores. Hagamos memoria, “…a mi, que me pongan donde hay”, “…si quieren, que no me paguen, el sueldo, me lo hago yo”. “Los adecos tocamos cuatro, porque robamos y dejamos robar; mientras los copeyanos tocan arpa, roban solitos”. “Acta mata voto”, decían para justificar su fraude electoral. “Ta barato, dame dos”. “Borrón y cuenta nueva”, como signos del nuevo riquísimo petrolero. 

Disociación es culpar de “profetas del desastre”, a quienes intentaron advertir, que algo andaba mal. Preferimos entonces y ahora, satanizar al mensajero, que atender el mensaje. Es justo, pertinente y necesario, salir de Maduro, pero lo es aún más, cambiar de modelo, para salir del círculo disociativo. 

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