La corrupción como fenómeno global encuentra a América Latina aplazada en la implementación de normas que mejoren el control de los recursos públicos. El principal desafío son las normas para transparentar el financiamiento de la política.
Experta en financiamiento de la política y actual presidenta de Transparencia Internacional, Delia Ferreira Rubio es una destacada especialista en temas de corrupción. En su carrera como asesora parlamentaria y consultora de organizaciones internacionales, Ferreira ha profundizado en la financiación de los partidos políticos y la rendición de cuentas partidarias.
En ocasión de la publicación del nuevo índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional (enero, 2023), conversamos con Ferreira sobre cómo afecta la corrupción a la democracia y las tareas pendientes en América Latina. El índice puntúa a los países de «0» a «100», donde «100» es muy transparente y «0» muy corrupto. La gran mayoría de los países de la región se encuentran debajo de «40». Solo Uruguay, Costa Rica y Chile están por encima del promedio global.
Corrupción y democracia
Ángel Arellano (AA): ¿Hay un vínculo entre corrupción y baja calidad de la democracia?
Delia Ferreira Rubio (DFR): Sin duda, los países con democracias más sólidas son aquellos con menores índices de corrupción. Mientras tanto, los países con menores controles son los más corruptos.
La correlación es estadísticamente significativa. Si tomamos, por ejemplo, el índice de democracia de The Economist o de V-dem, y superponemos los mapas, nos ofrecería exactamente esa correlación.
Esto no es de extrañar. Para luchar contra la corrupción necesitamos lo que brinda la democracia: división de poderes, elecciones, libertades de prensa y expresión. Si estas condiciones son débiles o inexistentes, luchar contra la corrupción es difícil, porque, si no va a pasar nada y nadie va a investigar, juzgar o controlar, el incentivo para la corrupción va a crecer notablemente.
ÁA: ¿Mientras más autoritarismo más corrupción en el manejo de lo público?
DFR: Exactamente. Esto es así, nítidamente. Y también a la inversa: mientras más corrupción, hay más condiciones para más autoritarismo. La corrupción hace que los límites del poder se pierdan y se llegue al abuso y al uso discrecional del poder.
No es causa-efecto. No es que el autoritarismo cause corrupción o que la corrupción cause autoritarismo. Son fenómenos multicausales relacionados.
ÁA: ¿Es decir que la defensa de la democracia y la división de poderes tiene también un efecto en la mejoría de la gestión transparente de los recursos?
DFR: Si uno mejora la calidad de las instituciones, está generando condiciones para que, si hay corrupción, haya sanciones, se investigue y se corte la impunidad. Y, a la vez, si uno trabaja con organizaciones e instituciones sólidas que den pie a que la ciudadanía y la prensa puedan investigar y mostrar sus investigaciones, hay incentivos para que el uso de los recursos públicos sea más cuidadoso, porque la oportunidad de ser descubierto y sancionado crece notablemente.
Latinoamérica y la corrupción
ÁA: En América Latina, ¿cuáles son los principales problemas que enfrentan los Estados cuando buscan ser más transparentes?
DFR: Eso no se puede generalizar. Hay Estados en lo que falta es la voluntad política para implementar las normas. En otros, se avanza con las leyes, pero no con la implementación.
Otros Estados aprueban las leyes y ponen en marcha organismos para su implementación pero, cuando llega el momento de aprobar el presupuesto anual, no hay presupuesto para las instituciones de control, lo que disminuye la capacidad. En otros, están los recursos pero se pone al frente a personas sin capacidad técnica.
Una cosa es no tener las leyes y otra es medir el alcance de la implementación. Nuestro problema en la región no es tanto de normas sino de implementación y puesta en práctica.
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Muchos países deberían poner mucha atención en materia de financiamiento de la política. Este es un tema para la corrupción y muy importante en Latinoamérica. Se ha avanzado desde la década de los ochenta, cuando no había nada. Hoy muchos países tienen normas y las han modificado para hacerlas más poderosas, pero hay otros que no tienen todavía legislación adecuada para enfrentar el financiamiento ilícito de la política o el financiamiento lícito pero no transparente de la política.
El financiamiento de la política es la ventana más importante para la corrupción, porque lo que se aporta a las campañas, en algunos casos, es una forma de pagar anticipadamente favores que después se van a «cosechar».
Muchos de los escándalos más grandes de corrupción en la región están vinculados al financiamiento de la política. De tal forma que esa es la matriz original.
Una región estancada
ÁA: ¿Qué países tienen que prestar atención al desempeño del manejo de las cuentas públicas? Es decir, ¿quiénes deben poner las barbas en remojo?
DFR: Todos tienen que hacerlo. Eso es central como responsabilidad de cualquier funcionario de cualquier país.
Una cosa a tener en cuenta es que aun países bien posicionados en el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional o en los índices de democracia, tienen casos de corrupción. Son parte del fenómeno global de la corrupción, porque los mejores del ranking pueden tener un sector público transparente pero el dinero que se roba por corrupción en otros lados termina en esos sistemas financieros o en sus industrias.
ÁA: En términos generales, ¿hay una evaluación optimista o pesimista en cuánto a la corrupción en la región?
DFR: La región está estancada. Ahora bien, una cosa es estar estancado en los 60 puntos de 100, y otra es estar en los sub-40. Solo Chile, Uruguay y Costa Rica están por encima de los 50 puntos, que es la media. El resto de los países latinoamericanos están por debajo de 40 puntos. Entonces, casi todos aplazados.
Tareas por hacer
ÁA: ¿Qué recomendaciones concretas hace Transparencia Internacional a los gobiernos democráticos pero con altas tasas de corrupción?
DFR: Aprobar la legislación adecuada, tener los controles, garantizar la independencia del control y la justicia, incorporar mecanismos que reduzcan la discrecionalidad de los funcionarios, facilitar el derecho del acceso a la información pública y modernizarlo.
Otra es la necesidad de implementar de registros de beneficiarios de las empresas públicas y compañías. Hoy la corrupción no es un funcionario que aprueba una cama en un centro hospitalario, un medicamento costoso o un subsidio. La corrupción es un fenómeno global que mueve corrientes de dinero ilícito por todo el mundo y esto es beneficiado gracias a las estructuras corporativas opacas.
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Este es el caldo de cultivo perfecto para que los corruptos puedan circular el dinero, reciclarlo, lavarlo y disfrutarlo. Este tipo de falta de transparencia en las estructuras corporativas facilita esconder el dinero y dificulta la lucha contra la corrupción.
Luego del escándalo de Odebrecht, la región avanzó en figuras como los arrepentidos o la delación premiada. Son mecanismos importantes. La corrupción es por naturaleza opaca. Que los que hayan participado en corrupción puedan dar testimonio e informar sobre lo que ha ocurrido, ayuda a fortalecer la búsqueda. En eso trabajamos mucho.
En materia de género y corrupción, Latinoamérica es pionera; por ejemplo, en concientizar y aprobar la legislación adecuada para que la sexextorsión sea castigada. Es decir, una corrupción no vinculada a lo económico, sino al abuso de la posición dominante para conseguir un beneficio.
Transparencia global
ÁA: ¿Qué rol juegan las instancias de cooperación internacional y el multilateralismo en la promoción de mayor transparencia?
DFR: La colaboración internacional es central, pero tiene muchos aspectos. La que proviene a través de agencias ayuda a trabajar con organizaciones para luchar contra este fenómeno. Después está la cooperación gobierno-gobierno para investigar los casos y ayudar a mejorar la circulación de los pedidos de un país al otro, obtener respuestas. Para lograrlo se necesita mejorar los organismos jurisdiccionales de los países.
En cuanto a los organismos multilaterales, lo que pedimos desde Transparencia Internacional es que incorporen en sus agendas, y en los programas cuando apoyan algún programa nacional, normas de transparencia y de control para que los recursos lleguen a donde deben llegar.
Recordemos cuando durante la pandemia la directora del FMI, Kristalina Georgieva, dijo «gasten cuanto puedan, pero guarden los recibos». Muchas son las condicionalidades para acceder al recurso o a la cuota siguiente del financiamiento y una de esas debe ser el control.
La cooperación interna en los países también es clave porque, para luchar contra la corrupción, hace falta un trabajo conjunto entre organizaciones sociales, prensa y gobiernos. Sin eso no podremos salir del aplazo en el que estamos.