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El curso de los desechados | por Claudio Zamora

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Debo confesarles con algo de vergüenza a mis fieles y consecuentes lectores que cada día resulta más complicado y peligroso escribir sobre las realidades en Venezuela, lo que en principio eran consejos solapados, llamadas anónimas y correos sospechosos, con el tiempo se van transformando en amenazas directas y señalamientos expresos, no es casualidad los seguidos informes de Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en Venezuela y su persistente y progresivo deterioro, no está en el vocabulario de los defensores de los mismos abandonar la pelea, pero sí constituye una estrategia inteligente reformular los métodos y no caer en provocaciones estériles. Lo mejor que tiene esta dictadura es lo limitado intelectualmente de sus personeros y dirigentes, a los cuales es fácil evadir con metáforas, símiles e ironías difíciles para ellos de digerir, así que seguiremos en la lucha por denunciar así sea burlándonos y haciendo bullying a quien le toque su premio. En los viejos tiempos cuando los colegios eran grandes estructuras y no existían ese hormiguero de colegios privados que no pasan de 50 alumnos en cada esquina de los barrios y urbanizaciones, eran contados los colegios y liceos, tenían tanta matricula que de un grado existían tantas letras como alumnos pudiesen inscribir, así teníamos el Quinto G o el Tercero H, existía un código no escrito que mientras más cercano a la Z del abecedario eran los salones, peores eran sus integrantes, asimilando que la última letra del grado era como el pabellón de máxima seguridad de la cárcel modelo. Recordando esta estructura y viendo y escuchando las intervenciones en la ONU de los desadaptados que tenemos en Latinoamérica como Presidentes me acorde de esos cursos y me provoco una risa silenciosa. Por ejemplo Nicolás es el bobo grandote del salón, el que nunca estudió para un examen pero tiene su pandilla en el recreo porque se hace respetar por su tamaño; Castillo es el pintoresco con su sombrero de Tiroloco, sus frases incoherentes y su pequeño tamaño es objeto de burlas y receptor de coscorrones; Bolsonaro es el riquito, hijo de un militar con billete lo lleva un chofer a clases y no se liga con la chusma; Alberto y Cristina son antiguos y ya han repetido el año, sólo se juntan con los de octavo grado que fueron sus compañeros de años anteriores; Danielito es el terrible con el que nadie se quiere juntar, se mete hasta con el cura de la parroquia, tira peos líquidos en los salones, explota cohetes en los baños y se la pasa más en la dirección que en su casa, este año llegaron dos alumnos nuevos que prometen ser terribles, Boricito que para hacerse notar llego desafiando a Nicolasito y criticando sus métodos, no se ha querido poner la corbata del uniforme del liceo y va con zapatos rotos, ya parte de la pandilla lo sentenciaron llamándolo bobo, gafó y ridículo, veremos qué pasa cuando salgan a recreo; el nuevo Petrico que si es verdad que se hizo notar en su primera exposición afirmando que la droga no era mala, que más malo era el carbón y el petróleo, que los Estados Unidos ametrallaban inmigrantes en la frontera y otras barbaridades que hicieron especular que fue bajo los efectos de alcohol u otras sustancias a presentar el examen. Castillo por su parte reconoció la soberanía Argentina en las Malvinas, Saharaui y Palestina sin explicar cómo haría para montar su delegación diplomática en las islas sin hacer arrechar a Rey Juan Carlos que se ve es de malas pulgas y pelea hasta con los lapiceros. Albertico volvió con el disco rayado del atentado a Cristinita y aprovecho para pedir una moratoria a la deuda que tiene hace años en la cantina FMI del liceo. En definitiva este curso no tiene esperanzas de aprobar el año y ya las autoridades del liceo se preparan para una dura batalla con estos malos alumnos, deberían darles clases virtuales y se evitan que vayan al liceo. Seguiremos conversando. [email protected]