El deseo permanente y excesivo de cambiar los nombres nos viene de nuestros abuelos los hispanos. De allí que gran parte de la toponimia indígena ancestral se encuentre de ese modo extinguida y también la de más acá por efectos de los epónimos patrioteros. Lo cierto es que los cambios de nombres cortan las raíces históricas y culturales de los pueblos y hace más complicado el trabajo de esa disciplina llamada la onomástica y en la cual está implicada la antroponimia como la hipocorística.
Esto viene al caso porque en mis indagaciones hemerográficas observé cómo el nombre de nuestros hospitales (en la foto), que inicialmente se llamaban Hospital Caridad y Mercedes para hombres y mujeres respectivamente, la Municipalidad y su deber de honrar la labor del médico José Ángel Ruiz le cambió el nombre al Hospital Caridad y más tarde, luego del fallecimiento del doctor Páez, le cambió el nombre al de las Mercedes el 21 de diciembre de 1944. Así dice el acuerdo edilicio: “El Hospital Municipal Las Mercedes se denominará Hospital municipal Félix Rafael Páez como homenaje póstumo a quien fue iniciador de la creación del edificio donde funciona el nosocomio”. Páez fue durante treinta años director de este hospital.
Igual ocurrió con el Hospital de Upata. Primero se llamó “Jesús Crucificado”, pero el 24 de julio de 1945 le cambiaron el nombre por el del doctor Eduardo Oxford, eminente médico que combatió exitosamente la fiebre amarilla. Lo bendijo paradójicamente Monseñor Constantino Gómez Villa, Vicario Apostólico de las Misiones del Caroní. Estuvieron presentes en el acto inaugural, el obispo monseñor Miguel Antonio Mejía acompañado del padre Constantino Maradey Donato, el doctor Raúl van Prag, director del hospital y también presidente Municipal. De Caracas vino el senador Eduardo Oxford López, hijo del doctor Oxford. Este hospital que vino a sustituir al antiguo “Jesús Crucificado”, fue decretado y comenzó a construirse bajo la gestión del presidente del estado Ovidio Pérez Ágreda y continuado hasta su terminación por gobiernos sucesivos. Después que murió su director Raúl van Prag, le colocaron su nombre y actualmente se llama Hospital Gervasio Vera Custodio.
En ese año de 1945, también le cambiaron el nombre a la Casa Blohm por el de Casa Beco, pero por causa de fuerza mayor, ya que el gobierno de Medina Angarita había roto relaciones con la Alemania Nazi, ordenó liquidar todas las casas mercantiles regentadas por alemanes. Fue entonces cuando la Casa Mercantil F. E. Salazar de Caracas creyó que podía adueñarse del mercado de los alemanes y estableció el 15 de enero de 1945 una Sucursal en Ciudad Bolívar. La casa mercantil fue instalada con un radio de acción que abarcaba además de Ciudad Bolívar, Apure y Amazonas. Al frente de la misma fue nombrado José Manuel Sucre Ruiz, mejor conocido por los citadinos como “Chipo Sucre”, asistido por Luis Figueroa que después quiso favorecer a los mineros del Guaniamo incorporándolos a una Cooperativa. Yo, recién salido del Banco de Venezuela, trabajé con Chipo Sucre, tío de Leopoldo Sucre Figarella.
Ni siquiera el nombre de Guayana se ha salvado. Esta entidad territorial comenzó por llamarse Provincia de Guayana. Luego de la Guerra Federal, Estado Soberano de Guayana y, finalmente, Estado Bolívar. Aquí entró en juego la Eponimia al igual que en la Central Hidroeléctrica Guri que ahora se llama Simón Bolívar y Francisco de Miranda la de Caruachi. A la Avenida La Paragua de Ciudad Bolívar le pusieron Avenida Libertador. A Ciudad Piar, que primigeniamente se llamó Municipio Centurión, lo rebautizaron después como Municipio Raúl Leoni y ahora se llama Municipio Angostura a sabiendas que ese toponímico al que nunca han renunciado los bolivarenses, corresponde a Ciudad Bolívar. Recientemente me llegó la funesta noticia de que el Señor Alcalde quiere cambiarle el nombre a Soledad, seguramente lo irrita estar libre como el viento, pues es el significado o una de las acepciones de Soledad (AF)
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