Especial de, Economista José Luis Alcocer
Una de las profesiones más singulares de la época colonial americana era el aguador, la cual llegó junto a los conquistadores españoles. Era la persona que vendía y distribuía agua entre la población. Durante siglos fue una ocupación muy popular, cuando el suministro de agua corriente no estaba generalizado. Se surtían en las principales fuentes de las ciudades para abastecerse de agua y distribuirla a las casas de los compradores o venderla por la calle. A nuestros días llegó por vía de la literatura, Washington Irving los menciona los cuentos de la Alhambra, también el Lazarillo de Tormes y hasta en la pintura el Aguador de Sevilla de Diego Velázquez.
El oficio del aguador, de inmediata continuación del azacán de origen musulmán como marca de la presencia árabe en la península ibérica, dejó un amplio legado de imágenes en el arte, ejemplos en la literatura y reglamentaciones municipales, en general, su actividad ha sido registrada en toda la España seca, de ciudadanos sedientos, incluidos los archipiélagos Baleares y Canario.
Asimismo, en la América del dominio español, el aguador se hizo celebre en Quito, en una época en que carecía de suministro de agua potable y tenía que hacer acopio de las fuentes públicas, para lo cual contó con aguadores que transportaban agua en pesados envases de cerámica. En México, se convirtió en un aliado imprescindible para las labores domésticas. En la ciudad Santiago de Caracas también abastecían de agua a los hogares caraqueños. Ahora bien, en la Venezuela del siglo XXI, hemos retrocedido mil trecientos años, fecha en que aproximadamente entraron los árabes en España con los primeros azacanes, pioneros del oficio de aguador. El suministro de agua potable por tubería había sido resuelto en Venezuela en la década de los años 70 del siglo pasado. El Presidente Raúl Leoni inauguro la fábrica de tubos centrifugados en la Siderúrgica del Orinoco SIDOR, para atender los acueductos rurales, y luego esa planta fue cerrada con la aparición de tubos plásticos.
Actualmente, se pueden ver en Ciudad Bolívar a los vecinos, no ya en transporte de recuas, sino en camionetas, también personas en carretillas o a pie con tobos, y todo tipo de envases para cargar agua. Lo contradictoria es que Ciudad Bolívar está a orillas del rio más caudaloso de Venezuela y rodeado de sus afluentes, Candelaria, San Rafael, Marsella, Orocopiche. ¿Se justifica tamaña indolencia?
En las distintas \Urbanizaciones y barrios de Ciudad Bolívar y de todo el estado Bolívar buscan agua de donde sea sin saber el grado de contaminación que puedan tener. Después de un gasto milmillonario en el famoso Acueducto Bicentenario. La ciudad continua en sequía, aun en sectores emblemáticos como el casco histórico de la ciudad donde están asentados los poderes públicos, Gobernación, Alcaldía y Asamblea Legislativa.