Crónicas mínimas
Para nadie es un secreto que estamos atravesando tiempos difíciles, dolorosos tiempos que le están infringiendo heridas al corazón de la Patria, pero que también atentan contra la salud física, emocional, estructural y espiritual del pueblo venezolano, como consecuencia de la insensibilidad de un régimen cuya filosofía de vida, es imponer una ideología que apunta al desmontaje de la civilidad y la ciudadanía, a la destrucción del aparato productivo, a la desaparición de la democracia; con el único propósito de imponer el comunismo o el trasnochado socialismo del siglo XXI, que no son más que aberraciones del totalitarismo militarista que enfila al aplastamiento de las sociedades democráticas de libertades y de bienestar colectivos, hasta el logro de la instauración del lastre ideológico fracasado en las sociedades modernas, que han enterrado en el estercolero de la historia a esas formas de gobierno que son en definitiva pústulas sanguinolentas en la epidermis de la humanidad.
El llamado es a no descansar, a no desmayar hasta tanto no saquemos de raíz a quienes habiendo destruido la calidad de vida de nuestro país y su gente, siguen empeñados en dejar tierra arrasada a su paso por montes y ciudades, en el desmedido afán de demostrar que son capaces de destruir todo lo logrado en favor de las familias venezolanas.
Sólo de nosotros depende que podamos revertir este estado de cosas, solo nosotros podemos parar este linchamiento contra un pueblo que pasa hambre y se muere de mengua en sus casas y en los hospitales públicos porque el sistema de salud es una piltrafa, porque el país navega en la podredumbre, y la dictadura no ceja en su empeño de reducirnos a la nada.
Caminamos por las calles de la amargura, como zombies, como figuras desaliñadas y entecas en cuyos rostros se retrata la miseria, cabizbajos y aterrados ante la inminencia de la muerte, por calles destartaladas y solitarias de pueblos infectados de enfermedades tropicales y de casas fantasmales que nada pueden envidiarle a las Casas muertas de Miguel Otero Silva.
Estamos en el borde del barranco, pero es necesario que demos el salto hacia el futuro y nos enfrentemos a la barbarie que diariamente asalta el erario de la nación y como corolario cual taxidermistas está disecando hasta el espíritu de lucha de todo un país.
Amaneció y hay que despertar para luchar contra quienes se están robando el devenir de la nación. No lo podemos permitir, así en ello se nos vaya la vida!
Juan Manuel Muñoz Moriche
El Tigre, 09 de mayo de 2022