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Yoabimar «la marginal» somos todos | por Claudio Zamora

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Si algo tiene la sociedad venezolana es que es más igualitaria que otras que así lo propugnan, recuerdo los reclamos airados de un novel millonario chileno que no le permitieron la entrada al Casino de Viña del Mar por no ser socio ni poseer los apellidos de alcurnia requeridos para su acceso, le mandaron a meter sus millones por el bolsillo trasero. Aquí desde hace mucho tiempo se mezcla sin dificultad todos los niveles sociales, razas, religiones y equipos sin grandes complejos, todos nos parecemos porque hacemos casi lo mismo en similares circunstancias y no me importa en la playa si tu cava es Coleman y la mía de anime desechable lo importante es que enfríe las cervezas. Así fuimos criados y en el mismo liceo estaban el sifrinito del conjunto residencial con los panas del barrio marginal jugando barajas en la misma escalera y fumando escondidos. Hablar de marginalidad en Venezuela requiere de un profundo estudio social para definir con exactitud a que nos estamos refiriendo, porque así como nos enseñaron en la facultad de derecho que existen “conceptos jurídicos indeterminados” que no pueden ser definidos unívocamente por todos como buena fe, buen padre de familia, complicidad, el terminó marginal y sus derivados tiene múltiples acepciones en Venezuela. Lo primero que hay que decir que no es privilegio ni patrimonio de un estrato social, existe comportamiento marginal desde el más humilde hasta el más encumbrado, siendo para mi este último el más reprobable, porque si tú eres orillero por haber recibido una escasa educación y haberte codeado sólo con personas con tus mismas limitaciones no puedo pedirte mucho más, pero si vienes de los mejores colegios, de vacaciones en Disney, y fiestas en el Country y todavía dices haiga, venianos e ibanos, tu eres más tierruo y marginal que abanico de tapa de olla. Porque el que mete el Machito dentro de la playa y quiere que todo el balneario escuche solo su música, la viuda anciana repelente del edificio que saca su perrito de raza a cagarse en el ascensor o en el lobby del edificio y es incapaz de recoger las posturas, la madre que atraviesa el carro en el estacionamiento del colegio hasta que el hijo salga del salón y se embarque sin importarle la cola que genera, esos son más marginales que la chama que es influencer por haber llegado a Nueva York y es que para mí no es poca cosa lo que hizo. El solo haber cargado con un hijo especial durante todo el duro trayecto le gano el cielo, proezas que han quebrado a hombres hechos y derechos no amilano a esta chama que saco fuerzas de flaquezas para cumplir con su meta, y si a muchos les arrecha verla feliz y riéndose de manera estruendosa, los pobres no necesitan mucho para ser felices, un techo, una cama limpia para descansar, comida para los suyos y razones para luchar, siempre con el coche de su hijo, limpio, pulcro, sin mocos que le lleguen a la pechera, bailando y jodiendo a su lado, pero dando ejemplo de maternidad, de responsabilidad y de coraje, en un país donde el abandono infantil ha crecido vertiginosamente, donde una gran mayoría de abuelas se quedaron a cuidar sus nietos mientras las hijas buscaban un mejor destino, la Marginal se la jugó con su chamo, y la tiene más dura que muchas, un niño especial es para toda la vida, tienes que programar tu futuro a perpetuidad con él, siempre dependerá de ti, es tu amor eterno por encima de todos y si todavía encuentras razones para reír, eres extraordinaria. Dios te bendiga junto con tu chamo. Seguiremos conversando. [email protected]