El sector seguros en Venezuela sufre los mismos males que el país: se ha reducido en tamaño, empleos y clientes monto global de las pólizas. Ahora, la pandemia de covid le hace perder unos $150 millones este año. Las empresas afinan estrategias para captar parte de ese 90% de los venezolanos que no tiene ninguna cobertura.
Omar Lugo
Con un sistema público de salud en ruinas y uno privado que es inaccesible, enfermarse en Venezuela es un asunto de alto riesgo que acarrea graves complicaciones y miles de muertes prematuras cada año. Este cuadro se agrava porque la proporción de personas que tiene una póliza de seguros es muy baja.
En un reciente seminario organizado por la Cámara de Aseguradores de Venezuela y la empresa Seguros Venezuela varios expertos del sector abordaron algunos aspectos de un mercado tan particular como toda la economía de este país que tiene unos 26 millones de habitantes y unos seis millones regados por el mundo.
“El 90% de la población no tiene acceso a una póliza de HCM (Hospitalización, Cirugía y Maternidad) porque no tiene poder adquisitivo”, señala Carmen Alicia Guillén, presidenta ejecutiva de Seguros Venezuela.
Las circunstancias del mercado venezolano también se ven golpeadas por los efectos de la pandemia de covid y su impacto en toda la economía.
“Esto vino para quedarse un tiempo, y ya llevamos dos años”, dijo al referirse a un 2021 difícil en el cual las empresas han tenido que seguir construyendo “pese a las circunstancias que enseñan a fomentar valores y generar ideas”.
País sin prevención
Según cifras recopiladas por la Organización Mundial de la Salud, los índices de vacunación contra enfermedades endémicas y epidémicas están entre los más bajos de América. Entre la población de mayor riesgo es muy fácil contagiarse y morir por dolencias prevenibles.
También es muy fácil quedar en la ruina tras una convalecencia por complicaciones por ejemplo de covid, y son frecuentes las inevitables campañas en redes sociales y entre amigos para levantar fondos y pagar tratamientos, equipos y medicinas.
Los servicios funerarios pueden están lejos del alcance de los presupuestos familiares promedio. Así, comprar una ataúd o un terreno en el cementerio, o hasta cremar un cuerpo, cuesta lo que para muchos hogares es una pequeña fortuna.
El país además tiene deterioradas y muy peligrosas vías de comunicación, de modo que es muy fácil sufrir un percance en cualquier carretera llena de huecos, sin alumbrado nocturno y con pésima señalización.
Tampoco es posible cobrar indemnizaciones la municipalidad por daños y perjuicios a la propiedad, cuando el carro se daña por un hueco, o por la rama de un árbol en la acera. Ni siquiera es posible cobrarle a la compañía eléctrica Corpoelec cuando se queman los aparatos electrónicos caseros en cada apagón o bajón de energía.
Venezuela ostenta una de las tasas de criminalidad más altas del mundo; con cifras escandalosas de asesinatos y de lesiones proferidas después de robos.
Este es en efecto un país de alto riesgo, por encima del promedio. Uno de los pocos consuelos es que por aquí apenas hay huracanes y terremotos, comparado con otros países del Caribe y de la América del Sur.
En este país tan impredecible como el juego Jumanji, ¿cómo es posible que haya tan bajas tasas de aseguramientos de personas, bienes y propiedades?
Cultura de seguros
Entre esas estrategias de las empresas para adaptarse siempre al mercado, está crear y comercializar productos al alcance de la población. Esto incluye por ejemplo seguros temporales de bienes; coberturas parciales de propiedades; planes de asistencia domiciliaria por emergencias y coberturas para profesionales a liberales e independientes y para lo que en el sector llaman “una clase media emergente” en el país.
Los siniestros asumidos por las empresas del sector debido al covid suman unos $150 millones este año, señaló María del Carmen Bouffard, presidenta ejecutiva de la Cámara de Aseguradores.
Esto, explica, ha tenido un impacto importante en el sector porque ninguna compañía había cobrado primas para cubrir eso, de modo que encajan estas pérdidas en sus estados contables.
Esta cifra, así como las deficiencias arriba enumeradas, también hablan del potencial de un mercado donde parece que todo está por hacer, como en el resto de esta arruinada economía.
Campaña
Los representantes del sector insisten en que es necesario divulgar la importancia de la actividad aseguradora, de estar asegurado y en general de fomentar una cultura de seguros en el país. Esto no depende solo de las empresas, sino además del Estado, que debe reformar leyes, y del público, que debe entender la importancia de estar protegido, así como del ahorro, de la inversión y protección del patrimonio.
Este ha sido un problema crónico en Venezuela, inclusive en mejores épocas.
En el año 96 por ejemplo el 29% de las pólizas en el mercado eran para proteger automóviles y solo el 22% para salud.
“Si las circunstancias económicas del país cambian, es lógico que esto tienda a equilibrarse”, dijo sobre la situación actual.
En 2018, en medio de la parte más aguda de la hiperinflación, el ramo de salud cayó más porque los clientes percibían que las sumas aseguradas, en devaluados bolívares, no cubrían casi nada. Muchos clientes abandonaron sus pólizas sin entender que debían conservarlas de cualquier manera para no perder los beneficios de la antigüedad.
Ya en 2020, por efecto pandemia, el 59% de la composición de la cartera de pólizas era de salud, cifra que debió repetirse este 2021.
“Lamentablemente estas cosas las aprenden los países porque viven circunstancias muy fuertes, muy duras”, señala Bouffard.
Reflejo del país
El sector asegurador también es un reflejo de un país que ya no es el mismo.
En 2010 Venezuela ocupaba el cuarto lugar de América latina en monto de primas cobradas, hoy está en el penúltimo puesto entre 19 países, con apenas $377 en 2020. Comparado con el PIB (tamaño de la economía) ocupa el último puesto.
En el año 2017 el valor total de las primas cobradas era de $1.700 millones.
“Sin embargo soy de las optimistas. Venezuela tiene mucho potencial, vamos a salir adelante. El sector tiene muchas oportunidades, necesitamos apoyo del Estado”, recalca Bouffard.
Ese apoyo debe expresarse en reformas legales que faciliten la comercialización de microseguros y seguros selectivos, adaptados a las necesidades de los clientes y las circunstancias del mercado.
El sector seguros “es un reflejo perfecto de la prosperidad de un país. Dependemos de como se vayan desarrollando las circunstancias”, agrega.
La carga fiscal de las empresas del sector es del 24% de sus ingresos, sin contar el impacto del Impuesto Sobre la Renta y de los siniestros.
Como el resto del país, las empresas también sufren por la diáspora que les ha arrebatado personal calificado.
En u contexto de la depresión económica que dura siete años, el sector ha tenido que adecuarse, reducir puestos de trabajo, cerrar sucursales.
En 2015 generaba 15.000 empleos directos, a finales del año pasado eran 8.000 trabajadores. Todas las compañías se han visto obligadas a invertir más en tecnología para suplir algunas áreas y seguir prestando sus servicios de 24 horas.
“Si se cumplen las proyecciones y el PIB se recupera obviamente se trasladará también al sector asegurador” y habrá un crecimiento en el volumen de primas”, señala por su parte Kay Boetticher, presidente de la Cámara de Empresas de Corretaje de Seguros (Cavecose).
Estrategias
Por ahora las empresas están promoviendo otros montos de coberturas, asistencia médica primaria y ambulatoria, pagos fraccionados, por meses, para adaptarse al mercado.
“En ningún país se cubre todo siempre. El asegurador tiene que entender que esto no es una piñata que se golpea siempre. No es para usarla toda todo el tiempo”, dice.
Se refiere a la vieja practica de algunos asegurados de por ejemplo usar una póliza HCM para cualquier consulta, o de aprovechar para mandar a pintar completo un carro después de un rayón.
“Ya las compañías están comenzando a ofrecer alternativas de forma tal que se pueda establecer un plan de seguros que se pueda tener”, señala.
Destaca la necesidad de que los clientes de manera objetiva conozcan sus pólizas y de que los corredores sean lo más transparente posible.
El seguro es un contrato que nadie se lee normalmente”, admite.
Afirma que han en Venezuela una clase media que mueve muchos dólares y que va a poder empezar a tener pólizas de salud por ejemplo con coberturas de 50.000 dólares.
“Se empieza a llegar a otros estratos que antes no se llegaban”, dice Boetticher.
El Estímulo