Juan tiene 12 años, es pequeño y flaco para su edad, pero su debilidad física la compensa con un corazón que es más grande que su físico. Es lateral izquierdo de la categoría sub 13 y “pinta” como decimos los profesores y directivos de nuestra Academia de Futbol para llegar muy lejos si la suerte y constancia lo acompañan y no se desvía en el trayecto de la ruta. Para no confundirnos y tener un rasgo identificador de algunos jugadores destacados los “bautizamos” con el nombre de jugadores famosos, en este caso por ser moreno, flaco y pelo ensortijado le pusimos “Cuadrado” por la similitud de físico y forma de jugar del talentoso colombiano, así tenemos en nuestra academia a Vidal, Lukaku, Di María, Soteldo y otros. En estos días en un juego de preparación desde sus inicios se notaba débil, lento y desconectado del grupo, perdió varios balones, no salió al corte como es su marca de fábrica y de repente sin haber sufrido ninguna lesión, se desvaneció obligándonos a entrar a la cancha con la debida urgencia para conseguirlo con los ojos desorbitados y un sudor frio con su cara lívida. Luego de recuperarlo, hidratarlo y reposarlo a la sombra de las tribunas, nos hace una confesión que nos heló la sangre, ¡¡Tranquilo profe, estoy débil porque desde ayer a mediodía que no como nada¡¡ Tenia más de 24 horas sin consumir alimentos y no hizo falta mayores explicaciones, es el drama del 70% aproximadamente de nuestros jugadores elite y alumnos, la crisis del país no hace falta detallarla, todos llevamos la procesión por dentro. Teodoro y Nicasia era una pareja de jubilados de mucho cariño y respeto en el edificio donde Vivian, queridos por todo el condominio y una pareja de extraordinaria elocuencia por su condición de haber sido profesores, no hasta hace mucho tiempo impartían clases particulares a estudiantes universitarios, tenían 3 hijos se fueron del país a buscar otros destinos, la curiosidad de los vecinos al no verlos regularmente salir a sus romerías bancarias para cobrar sus miserables 3 dólares de pensión los pusieron en alerta, un olor nauseabundo salía del apartamento, los bomberos los encontraron muertos a poca distancia uno de otro, no se atrevieron a realizarle la autopsia de ley, sumándole las muertes a la pandemia, pero presentaban un cuadro de desnutrición severa, que parecían víctimas de los campos de concentración nazi. Carlos Tomás fue uno de mis mejores alumnos de facultad, tenía además de su profesión de abogado, varias titulaciones en el ramo siderúrgico con cursos en Europa y EE.UU, un buen día pasado tiempo sin verlo, lo diviso a la distancia caminado por el medio de una avenida sin camisa, no me atreví a llamarlo por la duda que me generó que fuese la misma persona, una comadre me confirmo que la esquizofrenia lo tenía grave y la familia no tenía dinero para costear el caro tratamiento, era violento y corpulento, así que preferían abrirle la puerta para que se fuera a la calle, con la certeza que llegada la noche regresaba. Un buen día, nunca más regreso. Ni morgues, sanatorios, calabozos, dieron razón de su existencia, engrosando una lista de “desaparecidos”. Cuando el Estado venezolano, trata inútilmente de disfrazar los crímenes de lesa humanidad por la que se le sigue un proceso en la CPI maquillando los más emblemáticos con Albán, Acosta Arévalo, Oscar Pérez por sólo nombrar algunos, parece olvidarse que hay casi 6 millones de compatriotas fuera del país, por migraciones forzadas, cientos de presos políticos, cientos de desaparecidos y ajusticiados, cientos de miles de niños que desertaron de la estructura educativa porque los padres no tienen para costearle los estudios, los cientos de pacientes renales, coronarios, diabéticos que no consiguen tratamiento y mueren de mengua, las cientos de niños y adolescentes entregados a la perversión y prostitución para sobrevivir por mafias amparadas y protegidas por el gobierno. El hambre no se puede disimular detrás de una escenografía barata. No traten de esconderse, tampoco buscar chivos expiatorios para endosarles sus crímenes, en todos, está la mano del estado apretando el gatillo, no puede haber indulgencia, debe haber castigo, no es venganza, es sólo Justicia. Seguiremos conversando. [email protected]

SOURCEClaudio Zamora
Previous articleSi pero no, probablemente: En Primero Justicia están listos para participar pero acatarán decisión de la Plataforma mientras Guaidó se mantiene ambiguo ¡tic toc, tic toc!
Next articleAmérico De Grazia: «En Guayana se debe gestar un modelo de país distinto»