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Tengo un sueño | por Claudio Zamora

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Hace pocos días desperté con una inmensa sonrisa, tuve el sueño-pesadilla y mi pecho aún estaba alterado por las palpitaciones aceleradas de tanta emoción. Era un día de lluvia en el sueño, todo era gris y mojado, la gente buscaba refugio en cualquier techo para no empaparse, el cielo estaba totalmente cerrado y sólo lo fracturaban truenos y relámpagos que con sus explosiones y destellos le daban un ambiente tétrico y misterioso a todo el lugar.

No era un sitio conocido, había casas, pero también grandes árboles, amplias avenidas y calles solitarias, con las personas de mi sueño estábamos como en un mirador desde el cual teníamos visión amplia de todo el lugar, éramos como un dron gigante con visión periférica que nos permitía detallar las expresiones de los rostros, se veía mucha gente caminando de frente con la lluvia en el rostro, mojados y con expresiones de tristezas, ojos irritados y rictus de dolor.

De repente como si hubiesen accionado un interruptor todo se sumió en la más profunda oscuridad, y como en una película de terror sólo llegaban a tu visión caras de sufrimiento como si se pegaran de repente al lente de una cámara y te golpearan en el rostro. Los destellos de los rayos dejaron ver muchos vehículos militares, convoyes, camiones, buses verde oliva y en sus costados militares golpeando a niños y ancianos, quienes tenían fuerza pasaban frente a nosotros en veloz carrera como una película antigua que rebobinaba el rollo en la máquina, todos eran gritos, cuando de repente un tornado paralizo todo el ambiente, en un instante todo se limpió, brillaba un sol resplandeciente y olía a tierra mojada, los que huían hace poco regresaban incrédulos, todos mirando al horizonte con una sonrisa de calma, de pronto salió por el oriente un arco iris que encandilaba, pero sólo de tres colores Rojo, Azul y Amarillo con los colores de nuestro tricolor.

La gente comenzó a abrazarse, a llorar de la emoción y por un camino de trinitarias se empezaron a divisar los que volvían, el primero que veo arrastrando una maleta de rueditas es a mi hijo Cristian tomado con la otra mano de mi hija, su hermana Clau, lloraban de emoción al verme, me abrazaron con tanta fuerza que casi caímos al suelo, eran gritos y llantos de alegría, nos fundimos en un solo abrazo, se olvidaron de maletas que quedaron regadas por el piso, al levantar la vista comienzo a ver con claridad todos los que se habían ido del país, mis compadres, mis sobrinos, el vecino que estaba enfermo, la pediatra de mis nietos, mi yerno de Canadá, mi cuñada y mis sobrinos de Buenos Aires, los amigos del futbol de Chile y Brasil, todos unidos y abrazados al terminar la tormenta, al fondo se escuchaba un pasaje lastimero con un arpa melancólica que inundaba el ambiente, “Llano querido yo quiero que cuando muera… cuando yo muera me entierren en tus palmares”, y el despertar con un nudo en la garganta y los ojos humedecidos. Dar las gracias por los que quedan y rezar para que se cumpla el sueño que es un deseo de millones que solo necesitan ese abrazo y pisar nuevamente la tierra llana. [email protected].