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Sacarse a Venezuela | por Claudio Zamora

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El fenómeno de la migración en Venezuela se ha transformado en epidémico, si cabe el término médico a un fenómeno social. Hace pocos días se unieron al dolor de despedir a varios vecinos fallecidos en un accidente en Bucaramanga, del otro lado de la frontera los vecinos de Caja Seca y Nueva Bolivia dos poblados de los Estados Mérida y Zulia. Las víctimas eran parte de un grupo de venezolanos que viajaban en un autobús rumbo a Medellín para conectar con los pueblos fronterizos y adentrarse en la peligrosa Selva del Darién camino al sueño americano.

Aun húmedas las mejillas en la red social tiktok se reproduce un video en donde la comunidad realiza un despido colectivo a un grupo de aproximadamente 50 jóvenes, que emprenden la travesía que millones de venezolanos han realizado antes, en medio de música, abrazos y lágrimas el conglomerado da muestras de hermandad y dolor por una tragedia que nos ha tocado a todos y cuando generalizó no lo hago con fines demagógicos sino meramente realistas, no hay una sola familia residente en Venezuela que no tenga una parte de sus afectos fuera del país.

Y aquí viene el análisis más dramático, el venezolano es el peor migrante del mundo porque se va sin quererse ir, porque como el divorciad@ enamorad@ se separa casi en contra de su voluntad, se agarra fuertemente a las rejas del país y hay que abrirle todos los dedos para soltarlo y casi empujarlo para que camine. El nexo del venezolano con el país es tan fuerte que no conozco conglomerado más pegado a su tierra y a su gente que nuestros compatriotas.

Llegan al último rincón del mundo y como en manada se juntan con sus coterráneos, quieren revivir cada una de las tradiciones dejadas atrás, hacen hallacas, buscan hasta debajo de las piedras harina de maíz, sus parrillas, las cervezas los fines de semana y hasta llenan cualquier teatro para ver a un cantante de música llanera o un humorista que llegue de nuestras tierras.

Las redes sociales nos acercan y participan vía zoom de los cumpleaños que hacemos, hacen coro a la noche tan preciosa y sólo les falta recibir su pedacito de torta. Ninguno se va arrecho con el país, ninguno denigra de la sociedad y su gente, todos añoran volver y sueñan con el reencuentro y aquí vemos que la diáspora es sólo resultado del daño infringido al país por la casta gobernante, que la separación es traumática, que ha sido una decisión más que nada de sobrevivencia y que hay despechos que pueden durar una vida entera y este puede ser uno de ellos, si no tomamos conciencia que la decisión está en nuestras manos y que sólo nosotros podemos acabar con este guayabo llamado Venezuela, porque el peor dolor es el que no se puede arrancar de adentro y nos lastima con cada respiro. Seguiremos conversando. [email protected].