La necesidad de un cambio gravita en Venezuela. Sin embargo, el deseo y la frase por si sola no es suficiente sino no se establece su claridad y precisión. No deben ser los enroques a que nos tiene acostumbrado el régimen, ni siquiera cambio de Presidente de la República, no es cuestión de una ilusión cosmética. El cambio que se plantea en Venezuela es de una transformación profunda, que llegue a los cimientos.
El cambio que se requiere no solo debe ser profundo y estructural, sino QUE además estremezca los sectores económicos, políticos, laborales, sociales y también internacionales, porque la crisis también involucra la Venezuela desparramada por todos los continentes. El cambio político está asociado de manera íntima al cambio en la economía; son las dos caras de una misma moneda. Cambiar de un modelo centralista y absolutista a un modelo abierto y liberal de respeto a las libertades individuales requiere de una visión amplia y agresiva; es necesario que el cambio sea multifactorial y esa es la orientación que debe privar en el caso venezolano.
Hasta ahora, las definiciones respecto al sistema de preferencia se eluden dejando al régimen transitar a su libre albedrio en la imposición de su modelo. Los dirigentes de la oposición venezolana abogan por el cambio, pero evitan colocar en la discusión términos que le puedan significar pérdida de votos. Quienes dirigen deben asumir la responsabilidad de ser los promotores del cambio y lo deben hacer asumiendo la responsabilidad de manera abierta e inteligente, y sin posturas poco transparentes.
Hasta ahora el régimen chavista no ha demostrado que algún venezolano haya salido de la pobreza con las misiones o con los bonos otorgados por el modelo socialista, el cual se basa en la defensa de la propiedad pública frente a la privada y defiende el reparto igualitario de la riqueza, aun sin haber producido la riqueza. Frente a este modelo esta el Capitalismo, fundamentado en la propiedad privada, donde el mercado asigna los recursos y el capital se encarga de generar riqueza, dándole fuerza a la libertad individual y que sean los ciudadanos que decidan su destino y no el estado.
Podemos decir que la economía mixta es el sistema más utilizado, en el que se combinan los dos anteriores: sector privado y sector público. La oferta y la demanda definen el mercado, mientras el Estado tiene un carácter corrector de fallas y desequilibrios.
Por eso es importante definir hacia dónde queremos el cambio. De allí, que las funciones que históricamente y universalmente han garantizado éxito social y económico es cuidar el normal funcionamiento de la propiedad privada, el estado ha demostrado que es un mal empresario. Por otra parte, el Estado debe ocuparse de la defensa de la soberanía nacional, la administración de justicia y la eficiencia en la prestación de los servicios públicos. Y finalmente garantizar la vigencia y defensa de la democracia como el mejor sistema de gobierno.
Para que esto ocurra, necesitamos explicar con claridad el cambio que necesitamos y queremos sin ambigüedades ni posiciones politiqueras electoralistas.
Economista José Luis Alcocer