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Pensar Guayana | por Américo DeGrazia

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“El pasado se agotó y el presente fracasó”.
Guayana Libre

Américo De Grazia
Upata 21 de Noviembre del 2022

Ante la distopía del apocalíptico antro minero de Maduro al sur del Orinoco, no podemos solo permanecer en estado quejoso y defensivo. Además de desmontar una vez más el mito de “El Dorado”, en búsqueda del arco de oro anunciado por el comandante eterno, que se traduciría en ingresos capaces de sostener al país entero como fuente alterna al petróleo; lo primero que debemos apuntar de modo inequívoco, es el concepto de fraudulento de esta idea perenne del saqueo. Esta tragedia nos envenena el agua, nos liquida la hidroeléctrica, nos destruye los parques nacionales, arruinó el parque industrial más importante del país y no representa ingresos fiscales a la nación. Dejando cada día más, una desgarradora deuda social, de la que ya hemos hablado en otras ocaciones.
Proteger nuestro complejo hidroeléctrico del Guri es garantizar el suministro eléctrico del país. Entender que oro es vanidad y el hierro necesidad, nos lleva a comprender la dimensión estratégica de la actividad minera en la región, en su dimensión correcta. Recuperar y diversificar el parque industrial más importante del país, implica desiciones transcendentales como romper el paradigma, que el “Estado” no es sinónimo de pueblo; hace falta el concurso ciudadano incorporado a la productividad, donde los trabajadores no pueden ser parte del problema, sino de la solución, incorporándolos como socios activos de la produccion, privilegiando la inversión, el conocimiento, la tecnología, las asociaciones estratégicas y comerciales. Tal como ocurrió en la Alemania de la pos guerra y luego de la caída del muro de Berlín. Guayana tiene una autopista fluvial envidiable sin uso alguno, el Orinoco. Tiene capacidad para generar la electricidad equivalente a 800 mil barriles de petróleos diarios, sin efectos contaminantes. Tiene el potencial turístico que España envidiaría, tuvo y tiene la capacidad de producir todas proteínas, (carne, pollo y pescado) que requieren los venezolanos a lo largo y ancho del territorio.
Fue aquí en Guayana desde la Colonia, donde Manuel Centurión creó ciudades auto sustentables, capaces de generar riquezas para sí y para la corona, fue aquí donde el ejército patriota subvencionó la independencia de la Gran Colombia, fue aquí donde Juan Bautista Dalla-Acosta organizó la industria aurifera del oro, para ordenar la minería, donde convirtió al Orinoco en autopista de exportación de productos guayaneses al caribe y el mundo. Fue aquí donde nació una de las primeras escuelas de medicina y enfermería del país, que luego heredó la UDO. Fue de aquí, donde se exportaba, balata y sarrapia, ganado y maíz. Fue aquí donde se decretó la enseñanza gratuita y obligatoria. Dónde se erigió la primera estatua de Bolívar y por ende la primera plaza en su honor, de toda Venezuela. Fue aquí donde se abrieron las primeras escuelas de oficio que después inspiraron el INCE; eso lleva la marca de Dalla-Acosta siendo gobernador y, por ende de Guayana. Con recursos propios de la región y su gente, no del situado centralista. Fue aquí donde Sucre Figarella y otros, dejaron sus huellas en la construcción del parque industrial más grande que tiene Venezuela. La pesadilla que hoy nos victimiza la vamos a superar, podemos inspirarnos en el pasado, pero sería un error intentar repetirlo. Lo audaz es innovar para triunfar. Adaptándonos a los tiempos presente, con la mirada puesta en el futuro. Pensemos Guayana.