El sistema de pagos de Venezuela ha sido destruido por la revolución bonita. Los cambios profundos y violentos impuestos a la estructura económica del país han sido los causantes del grave mal. Nuestro cono monetario es en la actualidad una entelequia, una cosa irreal. La mejor demostración de eso está representada en el billete de mayor valor (Bs. 1.000.000,00), el cual es equivalente a 0,30 dólares. Es gracias al imperio del Norte y su fuerte moneda que las transacciones económicas en el país se realizan sin mayores complicaciones.
Ante esa realidad, la actitud del liderazgo revolucionario sigue siendo escapista, lo que inexorablemente les conducirá a tomar la ruta ya conocida: “más de lo mismo”. Es por ello que la decisión que el gobierno de Nicolás Maduro adoptará próximamente (quitarle varios ceros al cono monetario actual) generará al inicio una simple apariencia de mayor valor de la nueva moneda; mas con el paso de los días y meses dicha valoración se irá reduciendo hasta alcanzar la nada.
El origen de todos los males de hoy se remonta a los tiempos del gobierno de Hugo Chávez y el boom petrolero de entonces. Se gastaban y botaban nuestras reservas internacionales como si el maná petrolero nunca tendría fin. Para tal propósito se ejecutaron acciones inconvenientes y viles que contaron con las alcahueterías del caso.
El desbarajuste se inició a comienzos de 2004 cuando el caudillo de Sabaneta le pidió a su sigüí (persona que se esfuerza por agradar a alguien por conveniencia) del Banco Central de Venezuela que entregara al Fondo para el Desarrollo Nacional (Fonden) 1 millardo de las reservas internacionales para financiar diversos proyectos del gobierno. A partir de entonces se abrieron todos los grifos del instituto emisor que lo transformaron en la entelequia que es hoy día.
En la Memoria y Cuenta del Ministerio de Finanzas se indica que desde su creación y hasta octubre de 2015 el Fonden recibió 49.000 millones de dólares del BCV. Ello evidencia que nuestro instituto emisor ha sido exprimido hasta más no poder, transformándolo en el cascarón vacío que es ahora.
Lo anterior quedó mejor dilucidado con la memorable declaración de Ricardo Sanguino, a comienzos de 2017, cuando fue designado presidente del mencionado instituto en sustitución del inefable Nelson Merentes: “Los Bancos Centrales fueron creación del sistema mundial capitalista, creados con un concepto de autonomía, aun por encima de la función del jefe de Estado”. Ese falso criterio todavía rige en la actualidad y explica también el hundimiento que experimentamos en el campo político, social y económico.
La nueva reconversión monetaria no es otra cosa que un pasito más en el descenso a las profundidades oscuras en donde solo habita el desastre.