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La intermediación en la construcción del capital social. Por José María Rodríguez, Ph.D.

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La diversidad de personas y opiniones, en una red de relaciones interpersonales, es primordial para construir capital social; sin embargo, al tejer nuestra propia red, tenemos que garantizar que los distintos grupos y comunidades estén conectados por intermediadores, para que pueda existir colaboración a nivel general. Esa integración en una red permite considerar ideas que en principio aparentan ser poco útiles;  y, algunas veces, hasta opuestas a nuestro criterio personal, pero que podrían resultar siendo una fuente importante para el logro de objetivos y metas. Como veremos, promoviendo la participación, colaborando en la ejecución de actividades y con ayuda de los intermediadores, será posible construir capital social, en nuestra propia red (King, 2021).

Cada grupo puede verse como una isla, en la cual todos se conocen e interactúan, con relativa frecuencia. Además, la homofilia o similitud de atributos entre sus integrantes, es la propiedad más notoria. Los intermediadores son los puentes entre esas islas, permitiendo el intercambio de opiniones y la generación de nuevas perspectivas, en el análisis de situaciones o problemas; y, este es un aspecto importante a considerar, a la hora de conformar equipos de trabajo. Sería un grave error no admitir la diversidad en el grupo, ya que se estaría suprimiendo la creatividad, en buena medida. El rol de los intermediadores ha sido bien estudiado, por el mundo académico y empresarial (Burt, 1992); y, para entenderlo bien, es necesario introducir un nuevo concepto.

¿Qué es un agujero estructural o “structural hole”, en la teoría de redes de relaciones sociales? El profesor Ronald Burt (sociólogo) de la Universidad de Chicago, lo define como espacios entre contactos no redundantes, en cuanto a los beneficios que aportan a la red; en otras palabras, una red rica en contactos no redundantes, también lo es en cuanto a los agujeros estructurales, creando oportunidades de acceso a capital social. A manera de ejemplo, si un individuo (A) está conectado con otros dos individuos, por separado (B y C), existe la tendencia a que estos dos últimos entren en contacto. El intermediador (A) debe entonces decidir cómo actuar frente a la oportunidad (ventaja competitiva) que obtiene de la presencia del agujero estructural (espacio) existente entre sus contactos, ya sea en favor de la cooperación o del arbitraje, entre las partes.

Otro elemento a considerar, para el aprovechamiento de las oportunidades que se le presentan a un intermediador, derivadas de la estructura de la red, es la capacidad de adaptarse a sus interlocutores. La auto-observación (“self-monitoring”) es un rasgo de personalidad que denota esa capacidad de adaptación, inclusive a características de las interacciones; y, esto lo logran monitoreando su propio comportamiento para poder adaptar su conducta al contexto social. Las personas con un alto nivel de auto-observación están mejores dotadas para la intermediación.

Cualquier tipo de red creada con la Tecnología Social SAI puede descomponerse en triángulos, facilitando la identificación de oportunidades para la intermediación; y, muy particularmente, la opción del arbitraje. A todo nodo, en una tríada, se le asigna una persona allegada (confirmante)  que permite la mejor identificación de cada actor social en la red. Luego, con el fortalecimiento de las relaciones interpersonales, resultante del esfuerzo sostenido de tiempo y energía, se obtiene  la tasa de retorno a esa inversión, dependiendo de la cantidad de agujeros estructurales existentes en la red. Se trata de un enfoque empresarial, para aprovechar el capital social.

Referencias:

King, M. (2021). Social chemistry: Decoding the patterns of human connection.
Burt, R. (1992). Structural holes: The social structure of competition.

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