Home Más Noticias

La ingeniería social y la modernización institucional. Por José María Rodríguez, Ph.D.

77
[adrotate banner="4"]

El reformismo existe como doctrina que procura el cambio gradual, mientras que la revolución el cambio violento. Proponemos el “innovasionismo”, como doctrina que pretenda lograr cambios estructurales en la sociedad, asociados a educación, ciencia y tecnología, pero en forma gradual, no violenta, a través de procesos de innovación. En este sentido, el ingeniero social gradual, como lo llama Karl Popper, filósofo austríaco, utiliza métodos (tecnologías) en la solución de problemas sociales, a través de cambios graduales y adaptativos (Popper, 1945). Se trata de producir pequeños cambios, sin buscar la perfección en la conducta humana, pero que al hacerse de manera generalizada y simultánea, permitirán modernizar las instituciones.

Modelos de estos experimentos sociales, con amplia repercusión en cuanto a su capacidad de modificar instituciones, están referidos en la literatura; siendo notables los ejemplos citados por el mundialmente conocido autor del libro “Inteligencia Emocional”, el psicólogo norteamericano, Daniel Goleman, quien extendió sus conceptos originales para estudiar la “Inteligencia Social” (Goleman, 2006). La humanización de los ancianatos y las cárceles, por mencionar solo dos ejemplos señalados por Goleman, son proyectos a realizar por ingenieros sociales graduales.

El primero, a través de un sistema de convivencia que ofrezca a los adultos mayores de bajos recursos, económicos y sociales, la posibilidad de tener una familia de acogida, con la cual pueda compartir momentos felices, como un miembro más de la familia, incluyendo comida y hasta habitación. Vemos cómo la solución planteada pasa por crear capital social, para un anciano con poco músculo social. De manera similar, las personas privadas de libertad se relacionan casi exclusivamente con sus iguales, por la manera como ha sido concebido el sistema carcelario, universalmente. En este caso, también es posible hacer ingeniería social fragmentaria, para rediseñar esa institución y permitir el contacto de los reclusos con otras personas que puedan influir positivamente en sus vidas, no solamente en el plano espiritual sino también en cuanto a concebir nuevos proyectos de vida, porque se trata de seres humanos.

Goleman propone, para los casos citados y otros, una suerte de ingeniería social fragmentaria o gradual que abarque no solamente a los usuarios, sino también al personal que trabaja en esas instituciones, prestando un servicio social, porque las conexiones emocionales de esos trabajadores no pueden ser ignoradas, en un verdadero proyecto de cambio y modernización institucional de cualquier país. Las relaciones sociales, formadoras de capital social, deben ser un componente básico de esos proyectos. Nos referimos, principalmente, a las relaciones del personal que trabaja en la institución, con los clientes o usuarios del servicio (anciano, preso, etc.), pero también con los familiares y amigos de estos. Crear ese capital social es fundamental.    

Como “innovacionarios”, trabajamos con la Tecnología Social SAI y el Liderazgo Adaptativo, para hacer ingeniería social gradual, en el sentido que Popper (1945) le da al término, en sus publicaciones sobre filosofía política y que Goleman (2006) ejemplifica de manera convincente.  Con la ingeniería social gradual, se aprende experimentando, en el buen sentido de la palabra. Es probando soluciones innovadoras y adaptativas como se avanza; evaluando resultados y corrigiendo si es necesario. De ese modo podemos modernizar la sociedad y sus instituciones.

Referencias:

Goleman, D. (2006). Social intelligence: The new science of human relationships.
Popper, K. (1945). La sociedad abierta y sus enemigos. Editorial Planeta, 1992.

Para descargar la versión más actualizada del libro completo (incluyendo todas las columnas publicadas a la fecha), haz clic en el siguiente enlace: Capital Social, José María Rodríguez, Ph.D.